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viernes, 10 de febrero de 2017

Venezuela sin elecciones: crece la deuda democrática del Gobierno

Runrunes
Por Gitanjali Wolfermann
Fecha: 09/02/2017


Ojalá fuera simplemente aquello de que “si no la ganan, la empatan”. Pero no, a los ojos del chavismo, ante la posibilidad de perder unas elecciones es mejor no convocarlas. Si bien la mirada está puesta en la actual postergación de las elecciones regionales, que afecta a los residentes de los 23 estados del país, la deuda democrática del Gobierno es de larga data y ha perjudicado a cada venezolano de una forma u otra: a los trabajadores mediante la suspensión de elecciones sindicales; a quienes hacen vida en las universidades autónomas, y también a las comunidades con la postergación para renovar los consejos comunales. No se trata de un Gobierno de malos perdedores, sino de todo un sistema que desde hace años desconoce la “rutina” democrática

Gitanjali Wolfermann

Si no gano, arrebato. La máxima parece ajustarse a la tendencia del Gobierno de privar arbitrariamente a los venezolanos del derecho a elegir a sus gobernantes y representantes gremiales, sindicales y comunales. El principal elemento del pavoneo chavista usado para cacarear que Venezuela tenía el sistema más democrático del mundo era que la revolución había realizado 17 elecciones, 14 con Chávez y 3 con Maduro.

La fascinación del chavismo con medirse a cada rato se acabó tras la derrota del partido del régimen en diciembre de 2015. “¿Ustedes quieren enfrentarse otra vez en la vida a la tragedia circunstancial que nos tocó vivir el 6 de diciembre de que nos ganara la oligarquía?, ¿ustedes se van a calar otras elecciones donde la oligarquía tenga algún triunfo?”, le preguntó el presidente de la República a sus seguidores el 20 de octubre de 2016. El mismo día, el Consejo Nacional Electoral suspendió la recolección de firmas para el referendo revocatorio. Dos días antes, el Poder Electoral había anunciado la postergación, por seis meses, de las elecciones para gobernadores.

¿A qué le teme el Gobierno? Seguramente a los casi 14 millones de votos que recibió en contra el 6D -lo que implica que al menos 2 millones de venezolanos pasaron de votar por Maduro en 2013 a apoyar a la oposición en 2015-, y también al pronóstico de Venebarómetro, según el cual 67,8% de los venezolanos -más de 11 millones-, votaría en contra de Maduro en el referendo revocatorio. Los vaticinios para las elecciones regionales que por ley debieron realizarse en diciembre de 2016 apuntaban en la misma dirección, situación que ponía en riesgo el control sobre las 20 gobernaciones que actualmente están en manos rojas rojitas.

Aunque la atención de la opinión pública está puesta en la postergación de los comicios regionales -acción del CNE que viola los artículos 293 y 160 de la Constitución-, ese es apenas el último clavo que el Gobierno le puso al ataúd democrático en el que yacen sin reposo el referendo revocatorio; la nueva elección para los diputados de Amazonas; las elecciones sindicales y gremiales; la renovación de las vocerías para los consejos comunales; y tal como van las cosas, seguramente también alojará las elecciones municipales, aún agonizantes.

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