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domingo, 2 de octubre de 2016

La paz está por verse


El pasado lunes 26 de septiembre Juan Manuel Santos y el jefe máximo de esa guerrilla, Rodrigo Londoño Echeverry, alias Timoleón Jiménez o Timochenko, firmaron el acuerdo de paz ante la mirada de 17 jefes de Estado y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon | Agencias

Hoy se decidirá si se acepta o rechaza el pacto firmado en Cartagena entre el presidente Juan Manuel Santos y Timochenko, jefe de las FARC, que pondría fin a un conflicto armado que ha causado 267.162 muertos en más medio siglo, según el Centro de Memoria Histórica de Colombia. De telón de fondo está la expectativa sobre impacto político que tendrá que la guerrilla más antigua del mundo quiera emular el éxito del chavismo en las urnas. La paz pone ante a un dilema a los colombianos

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WILFER PULGARÍN
WILFERPULGARIN@GMAIL.COM 


EL NACIONAL / SIETE DÍAS
MEDELLÍN

2 DE OCTUBRE 2016 - 12:01 AM

—¿Tú vas a votar Sí o No?

—Votaré Sí.

—¿Por qué?

—Porque es la única vez que veo una posibilidad real de cambio para una guerra sin sentido de más de 50 años. Sí, sabiendo que hay que tragarse cosas con las que uno no está de acuerdo.

—¿Y tú?

—Por el No.

—¿Por qué?

—La ofensiva mediática del gobierno puso a la gente ante un falso dilema, de guerra o paz. Aquí no hay guerra civil. Lo que hay es un grupo de bandidos apoyados por la izquierda internacional, que le han hecho mucho daño a Colombia y ahora quieren tener en sus manos el futuro de todos nosotros.

A diferencia de esos dos amigos, con los que estudié bachillerato, yo no podré votar en el plebiscito de este domingo porque hace 30 años me fui de Medellín y jamás presenté mi cédula de ciudadanía ante la Registraduría Nacional del Estado Civil, que no permitió inscripciones este año. El derecho a sufragar hoy lo tienen 34.985.000 colombianos y a mí me tocará esperar hasta mayo de 2018, día en que está prevista la primera vuelta de las presidenciales en las que se elegirá el sucesor del actual primer mandatario, Juan Manuel Santos.

Para ese momento, dentro de 20 meses, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia se habrán convertido en partido político y tendrán candidato. Al menos esa es la esperanza que alienta el Acuerdo Final de Paz firmado el pasado lunes 26 de septiembre entre Santos y el jefe máximo de esa guerrilla, Rodrigo Londoño Echeverry, alias Timoleón Jiménez o Timochenko, ante la mirada de 17 jefes de Estado y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

Favoritismo del Sí. Ni amigos ni familiares, y menos encuestadores y opinadores de oficio, ponen en duda el triunfo del Sí en el plebiscito en que los electores deberán responder afirmativa o negativamente a la pregunta “¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?”. Nadie lo duda, pese a que los últimos sondeos muestran una disminución de la opción del Sí, al destape de las iglesias cristianas a favor del No y a la insistencia de las huestes uribistas de que el pacto gestado en La Habana y sellado en Cartagena es una claudicación del gobierno nacional ante “el cartel de cocaína más grande del mundo” y ante “agentes del castrochavismo que quieren apoderarse del Palacio de Nariño” y repetir la historia reciente de Venezuela.

Pero aunque el anhelo de la mayoría de los colombianos es dejar atrás 52 años de conflicto armado con la guerrilla, que ha causado 267.162 muertos según el Centro de Memoria Histórica, el probable triunfo del Sí en las urnas no tiene a los colombianos unidos en la euforia. La polarización se ha agudizado. Hay quienes creen que el proceso refrendario, por la forma como se convocó y se elaboró la pregunta, lo que hizo fue profundizar la división entre los que están cansados de la violencia y quieren que se le dé una oportunidad a la paz y los que consideran que la guerrilla debió rendirse y pagar cárcel por sus delitos de narcotráfico, asesinato, secuestro, toma de rehenes, desplazamiento forzoso y reclutamiento de niños.

Lo cierto es que el argumento de los negociadores parece irrebatible: la paz se negocia con los enemigos. El general Jorge Enrique Mora, ex comandante de las Fuerzas Militares, cercano al ex presidente Álvaro Uribe y un destacado oficial en la lucha contra las FARC, explica que la justicia especial (justicia transicional) que se les aplicará a los guerrilleros fue el camino “para poder llegar al fin del conflicto, que se concentren (en 27 territorios), que entreguen las armas, que se incorporen a la sociedad y la respeten, y hagan parte del sistema democrático al que le han declarado la guerra”.

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