50 grados de rojo

ELIZABETH FUENTES - Tal Cual

Me plagio el título de "la novela erótica que ha revolucionado a las mujeres en Estados Unidos", como publicó The New York Times sobre Cincuenta Grados de Gris , para introducir (mejor verbo imposible), un elemento nuevo a la hora de analizar ese tejemaneje tan poco placentero que se ha desatado después de las elecciones y donde, como en la novela, más de un "opositor" ha salido del closet para destapar sin ambages su tendencia sadomasoquista, igualito que la chica de la dichosa novela. Bodrio que, como sabemos, trata la historia "amorosa" entre un hombre con mucho dinero ­¿una petrochequera?­ y una jovencita que se las da de ingenua pero le encanta que el tipo la maltrate y, qué casualidad, después de cada batalla, le regala muchas cosas, incluyendo, ¡opps!, un Audi deportivo rojo, para más señas.

Confieso que no lo leí completo (esa mezcla de Corín Tellado con pornosoft es obstinante y tiene más páginas que La Guerra y la Paz de Tolstoi), pero me sorprendió descubrir que no estamos solos.

Es decir, que buena parte de la sociedad planetaria disfruta del cómo alguien maltrata a otro y cómo el otro goza un puyero con aquello. Y, ojo, no hago juicios de valor porque cada quien hace con su cuerpo lo que le plazca, pero honestamente creí que los sadomasoquistas eran una minoría y eso de que te caigan a látigo, te insulten y después te premien permanecía más bien de lo más oculto en el baúl de los secretos vergonzantes pero, como que no. Porque si hacemos el parangón con la "política" post electoral desarrollada por algunos "políticos" que se dicen democráticos y de oposición, pues pareciera que están de lo más contentos con el maltrato recibido por el Señor de los Billetes y la petrochequera y, sin vergüenza alguna frente al oportunismo que exhiben, han comenzado a alinearse, al menos en teoría, entre los 50 Grados de Rojo que habitan en el chavismo (matices que van desde la derecha endógena hasta La Piedrita) y cuyo ticket de entrada incluye destruir a la MUD, hablar pestes de Henrique Capriles y, como cualquier comentarista deportivo chimbo, dedicarse a explicar qué es lo que ha debido hacerse después que el juego terminó.

A semejantes patanes, cuyo aporte a la campaña fue... ¿cuál? (¿imaginar la chamba que iban a recibir, la agregaduría cultural posible, ejercer su liderazgo calladitos en la cola sin decir ni pío durante la obvia operación morrocoy del CNE?), yo les pediría que en lugar de contribuir con sus "análisis" al triunfo del PSUV en las regionales, pues que se fajen a buscar dinero para comprar, no digo lavadoras para regalar a los votantes tipo Elías Jaua, sino aunque sea algunas botellitas de agua potable que acompañen a los candidatos y su tropa en la escoñetante tarea de volver a recorrer pueblo por pueblo para buscar los votos casa por casa. O de lo contrario, vivan su sadomasoquismo en penumbras, como la mayoría de ellos ha estado desde que Capriles los sorprendió alzándose con un triunfo magnífico en las primarias, y terminen de entender que ya su olfato está vencido, que su tiempo expiró.