ALEXIS MÁRQUEZ RODRÍGUEZ - Tal Cual
Nunca en la historia venezolana como en esta ocasión habían sido tan diferentes los candidatos a la presidencia de la República. En el pasado muchos electores seleccionaban su candidato guiados más por simpatías personales que por razones políticas o ideológicas.Y hasta había quienes confesaban que les importaba poco quien ganase en las elecciones, porque todos eran más o menos iguales.
Ahora es distinto. Los dos candidatos que van en serio a la contienda electoral son diametralmente diferentes.
Empezando por la edad, pues mientras Capriles acaba de cumplir cuarenta años, Chávez está muy cerca de los sesenta. Lo cual no significa que aquel esté demasiado joven, ni este demasiado viejo. Sin embargo, son muchos los electores que, para decidirse, sopesan el factor edad, en una comparación en la cual la juventud pesa bastante, máxime en un país en cuya población los jóvenes son mayoría.
La diferencia en cuanto a la fortaleza física es también muy importante. En este caso la diferencia está dada no solo en razón de la edad, sino también por los quebrantos de salud de Chávez frente a la pujante y notoria fortaleza corporal de su contendiente. En su campaña Capriles ha sabido explotar sus dotes atléticas, trotando largos trechos o jugando caimaneras de baloncesto, en contraste con la pasividad de Chávez, que evidentemente no es a propósito, sino impuesta por el deterioro corporal producto de su mala salud.
Es patético ver a Chávez encaramado en un camión, imagen que invariablemente hace evocar los desfiles de carnaval, hasta ahora lo más característico de su campaña, mientras Capriles hace gala de su salud y fortaleza física visitando, infatigable, casa por casa, pueblo por pueblo, rodeado siempre por multitudes entusiastas y clamorosas.
Estas diferencias no son voluntarias, sino consecuencias de factores naturales. Después de todo no se tiene la edad que voluntariamente se escoge, ni el enfermarse o no enfermarse depende de lo que uno decida. Pero hay otras diferencias que sí son determinadas por la manera de ser que se adopta a conciencia. En este aspecto la diferencia más visible entre Chávez y Capriles es el lenguaje. Mientras Chávez exhibe un lenguaje chabacano, vulgar, obsceno, brutal, camorrero, insultante, escatológico, altisonante, Capriles se expresa con mesura, con decencia, con elegancia, con sencillez, de manera afectuosa, sin estridencias ni chocarrerías, con el lenguaje "en el que suele el pueblo fablar a su vecino".
Quizás esta última diferencia sea más importante que las otras, porque el lenguaje con que nos expresamos refleja fielmente la personalidad que tenemos.
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viernes, 20 de julio de 2012
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