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sábado, 23 de junio de 2012

Campaña asimétrica


ANDRÉS CÁÑIZALEZ - Tal Cual

La campaña electoral en Venezuela, en este 2012, posiblemente sea objeto de estudio en el futuro por parte de interesados en procesos de comunicación política y el uso de los medios en las elecciones. Todo dependerá, obviamente, del resultado que termine expresándose en las urnas el venidero 7 de octubre.

Estamos en Venezuela en medio de una campaña asimétrica en materia comunicacional. Esto tiene su expresión en otros ámbitos, obviamente, especialmente en materia de recursos económicos que impactan en la dimensión comunicativa. Pero, dada la amplitud del tema, nos detendremos específicamente en el ámbito comunicacional.

Hace seis años, cuando Manuel Rosales fue el abanderado de la oposición para enfrentarse al presidente Chávez, por más empeño que le puso la causa opositora los resultados eran relativamente predecibles. Esa proporción de 60-40 en las urnas que venía desde tiempo atrás no se había roto en el país y el proyecto bolivariano estaba, hasta ese momento, invicto en materia electoral. Se usó la maquinaria propagandística, obviamente, pero para aquel entonces no estaba tan extendido el miedo ni tan aceitada la hegemonía mediática del gobierno. El gobierno, como decía entonces uno de sus más destacados voceros, José Vicente Rangel, no había cerrado ­aún­ ningún medio de comunicación. No puede olvidarse que para aquella campaña RCTV seguía siendo una señal de cobertura nacional y sus emisiones informativas y de opinión eran de naturaleza crítica. Ni hablar del impacto nacional del circuito radial CNB.

En estos años, mientras que políticamente ha disminuido el poder del proyecto del presidente Chávez, ha crecido su fortaleza mediática y se ha perfeccionado su estrategia comunicacional. En la arena política el presidente Chávez fue derrotado con su proyecto de reforma constitucional, en 2007, mientras que en 2010, cuando tuvo lugar la elección de parlamentarios, la alternativa democrática voto a voto superó al chavismo. Parte de la situación de asimetría que vivimos se reflejó ya en aquel momento. Una ley electoral hecha a la medida le permitió al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) llevarse el mayor número de diputados ­de lejos­ pese a que las urnas evidenciaron un país partido en dos partes iguales.

A pesar de los pesares, se superaron todas las diferencias en el seno de la MUD que el gobierno se encargó de avivar; luego se escogió un candidato unitario en febrero de 2012 con una avalancha de votos que superó todos los pronósticos, y en los últimos meses hemos tenido lejos de Caracas ­como debe ser­ a Henrique Capriles Radonski caminando por el país y encontrándose cara a cara con los venezolanos de a pie (como lo pudo hacer Chávez en 1998). El colofón, que en realidad es el inicio verdadero de la campaña, lo tuvimos el 10 de junio cuando se inscribió ante el Consejo Nacional Electoral (CNE) acompañado de una verdadera multitud.

Desde un punto de vista político, por primera vez desde que Chávez ocupa el poder, existen condiciones reales para sostener que se puede producir un triunfo opositor en las urnas este 7 de octubre.

Tal situación político-electoral llevará a que el gobierno despliegue desde ahora y en los próximos meses su arsenal para lo que ­sin duda­ es la batalla final. La posibilidad de que el gobierno logre imponerse en las urnas está estrechamente vinculada a la habilidad que tenga para comunicar, para transmitir esperanza y repotenciar el lazo emocional que existe entre el venezolano popular y el líder carismático.

A estos elementos comunicacionales se le añadirán, obviamente, otra serie de acciones que comprenden desde el miedo (si Chávez pierde se acaban las misiones), la coerción (empleados públicos obligados a hacer proselitismo) y el chantaje (vota por Chávez para que tengas una casa). Pero por encima de todo esto estará un gran mensaje electoral que tiene como paraguas la frase "Corazón Venezolano". La ambigüedad sirve para la lectura doble, por un lado hablamos del corazón del venezolano llano (primero Dios, en segundo lugar mi comandante), pero también es el corazón venezolano del presidente-candidato conmovido cuando abraza a una viejita, y no importa que sea una imagen de archivo, puesto que hace meses que está incapacitado para ello.

La potenciación económica de esta campaña se aprobó en los primeros días de junio, con una inyección en torno a los 280 millones de dólares para el mal llamado Sistema Nacional de Medios Públicos, cuando en verdad cumplen un papel claramente de aparato propagandístico. Los efectos de esta descomunal inversión de dinero se verán no sólo en la multiplicación de mensajes, por diversas plataformas, sino en la propia "factura" de dichos mensajes, y muestra de ello es la notable calidad del spot publicitario en el que el hombre agradecido por su vivienda coloca al Presidente en el altar religioso-político. Sobre esta cuña en particular vale la pena revisar los trabajos de Luz Mely Reyes y de Alberto Barrera, publicados en las ediciones dominicales de Últimas Noticias y El Nacional, respectivamente, el pasado 10 de junio.

Peleada en el campo político, la campaña será tremendamente asimétrica en el comunicacional.

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