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sábado, 10 de marzo de 2012

Aporía

Tal Cual

"¿Estamos completamente seguros de que todos entendemos la misma cosa cuando nos referimos al socialismo?" Norberto Bobbio

AMÉRICO MARTÍN

1 "Camino sin salida" es, literalmente, la definición de aporía. Es el conflicto de postulados antagónicos en un mismo cuerpo.

Las aporías se enredan en sus contradicciones, no van o no terminan de ir a parte alguna. Digamos entonces que el gobierno del presidente Chávez se ha convertido en una de ellas y el PSUV en otra. Se configura así un mal de pronóstico reservado cuyo élam es el extremo personalismo, la devota sumisión a un líder al que no se le puede contradecir sin caer bajo el hacha reservada a los traidores. Pero como los intereses reales no pueden ser decapitados, los choques intestinos saltan a la superficie cuando causas inesperadas los detonan.

Ese sol del sistema planetario alrededor del cual giran todos en el PSUV es aceptado cual una deidad. Nunca se equivoca salvo cuando el mismo lo admite, impulsado por designios que sólo a él le compete sopesar. "Dios no se contradice", clamó el rey Carlos I de Inglaterra frente a su verdugo, alegando que el poder de que estaba investido era de origen divino.

Si la influencia del presidente Chávez no fuera tan agobiante los naturales choques de intereses en el PSUV podrían encontrar salidas institucionales mediante el universal método de solución de controversias que es el voto mayoritario. Por desgracia, en ese partido los votos se pesan, no se cuentan.

La retrogradación de la sedicente revolución bolivariana no es de una década ni de dos; remite al reinado del absolutismo monárquico y teocrático que se extendió conceptualmente desde el siglo XVI hasta el XIX. Hubo ciertamente recurrencias en el siglo XX pero de orden táctico: se presentaron como gendarmerías transitorias que con mano férrea elevarían al nivel de democracias civilizadas pueblos bárbaros y remisos como los nuestros. No negaban la democracia; negaban el momento ríspido en que los luchadores sociales quisieron establecerlas. Al fin y al cabo, no somos suizos.


2 Se pensó que el reverdecer dictatorial prohijado bajo la guerra fría había muerto a raíz de la caída en sucesión de las autocracias americanas, comenzando con la de Ubico en 1944 y cerrando con la muerte de Trujillo en 1961. Luego emergieron y cayeron Velasco (1976) y Noriega (1989), dos autócratas militares revestidos de socialismo. Fueron ahogados por una ola democrática que se pensó irreversible salvo el caso excepcional de Fidel Castro, quien la soportó implacable, al igual que Franco después de la destrucción en 1945 del eje nazi-fascista. Derrocado Pérez Jiménez, el brillante ensayista Mariano Picón Salas declaró que el ciclo de los dictadores militares había desaparecido para siempre o estaba en trance de hacerlo. Todo parecía consumado.

¿Todo consumado? El renacimiento palpitante del híper-presidencialismo parece desmentirlo pero pronto se descubre que se trata de reflejos de viejo pugilista: después de su apertura épica, el socialismo siglo XXI está teniendo una llegada hípica.

Deja rasgos de absolutismo y un conato de reagrupamiento que báscula entre el extremismo y la matización. Y aunque parece en estado de regresión, sigue siendo una referencia animada por el conflicto, la polarización y el fanatismo. La ALBA es su amuleto.

Dos o tres de las marcas del absolutismo persisten con desigual intensidad: la concentración narcisista del poder, el despotismo y el desprecio a los derechos humanos, la adicción reeleccionista, y la sucesión, siempre decidida por el rey enfermo. Los que consolidan todas esas manías son monarcas absolutos. Fidel, en primer lugar. Su modelo es esencialmente orwelliano, seguido todavía a distancia por Chávez. Ortega, Correa y Evo aspiran a lo mismo pero no disponen de energía suficiente. Tanto la suerte del PSUV como la de la ALBA dependen de la de Chávez Nada digo del estado de salud del Presidente, nada. En obsequio a la normalidad prefiero que recupere su salud y se meta en la campaña electoral. Va a perder, según parece, pero la tensión que su demencial política

3 genera podría encauzarse electoralmente sin extrema violencia. La alternativa democrática dirigida por Capriles no se saldrá de cauce. Su victoria se insinúa en el horizonte porque no se obsesiona con los profusos rumores que bailan alrededor del cáncer presidencial.

No se obsesionará la oposición pero el gobierno sí. La pugna entre los delfines de Chávez es imparable. Adán quisiera una sucesión de sangre, como en Corea del Norte, Siria y Cuba, mas Diosdado acumula demasiado poder. Como presidente de la AN ocuparía la Presidencia si hubiera vacante absoluta. Adán, Maduro y Jaua pueden considerarse favoritos del convaleciente, pero "la caja de machetes" la tiene Diosdado. Stalin ­ninguno alcanza los topes de crueldad del feroz georgiano­ fue sucesor de Lenin contra el deseo expreso del líder enfermo. Raúl asumió el mando, no por hermano, sino porque reunió mucho poder. A Diosdado le imputan el delito de traición. Y es ahí donde se aprecia el trasfondo canalla de estas lides intestinas: si se arañan en la disputa presidencial será porque no están convencidos del retorno del líder.

Jaua y Maduro fueron desplazados pero la enloquecida mirada de la militancia podría desviarse hacia ellos. Validos del Presidente, emergerían como candidatos de unidad partidista si tuvieran la habilidad de J. V. Rangel, el mejor aviado para quebrar la lógica de la crisis y promover alguna forma de diálogo Sin embargo, la verdad es que Capriles y la MUD serán los factores determinantes de lo que le ocurrirá en el futuro próximo a Venezuela, a Latinoamérica

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