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sábado, 4 de febrero de 2012

Escalera al cielo

GREGORIO SALAZAR - Tal Cual

SAMMY RODRÍGUEZ
No sé si usted, pero a mí sí me gustaría ver a otro venezolano en la Luna. Otro, digo, distinto al director del Instituto Nacional de Estadísticas. Aunque, a decir verdad, él nunca ha estado allí, solamente se hace.

Son varias las veces, admito, que nos han amenazado con la irrupción de Venezuela en la carrera espacial y no ha pasado nada. Se inauguraría una base espacial en la frontera con el Esequibo; cualquier hijo de vecino haría la luna de miel in situ; competiríamos de tú a tú con la NASA y la ESA. Extrañamente, y por circunstancias que no atinamos a imaginar, esa promesa presidencial no ha sido cumplida.

Pero el anuncio ha regresado durante el mensaje anual del jefe a la Asamblea Nacional y esta vez me late, repito, fuertemente me late que ese sueño se hará realidad.

Tal vez haya influido en esta apreciación la forma como fue presentado en el mensaje anual del jefe a la AN todo lo referido a la "Producción Tecnológica Criolla" (Ver separata "Logros y Avances del Gobierno Bolivariano 2011", Correo del Orinoco).

El despegue en la producción ha sido brutal: 174 mil computadoras VIT; 50.300 computadoras portátiles Canaima; 672 nuevas instalaciones de antenas remotas satelitales y pronto habrá una fábrica de satélites en Borburata, donde se diseñará, se construirá y se lanzará el satélite venezolano observador de la Tierra BRSS-1, aunque para observar lo que está pasando aquí abajo no veo por qué haya que remontarse tan alto. Eso está a pepa de ojo.

Que en toda esta producción tecnológica no hayamos pasado hasta ahora de la etapa de la importación y el ensamblaje, okey, pero en el camino se irán apretando las tuercas. Mente positiva.

Yo sí, pues, estoy convencido de que vamos a entrar con un buen golpe de ala a la carrera espacial. Hasta por descarte se puede llegar a esa conclusión: en este país donde vivimos dando carreras, lo único que falta es pegar la carrera espacial, aunque muchísimos, dolorosamente, ya la han dado hacia otros lares.

Desconozco la materia. El cohetazo más veloz que he visto en mi vida es una pepa de mango pisada de refilón por una motocicleta. Pero sé que si queremos hacer las cosas seriamente en esta competencia universal por los espacios siderales, no se puede entrar a lo loco. No se puede correr antes de gatear y por eso me atrevo a proponer que vayamos paso a paso, recorriendo las mismas etapas que han cubierto otras potencias.

Obviemos el lanzamiento de un animalito al espacio exterior, como hicieron los rusos con la pobre Laika. No hay que buscarse problemas con la sociedad protectora de animales. Y si de líos se trata, ya tenemos bastantes con las expropiaciones en Catia. Pero lo que no podemos dejar de tener es nuestro primer astronauta orbitando el planeta. Lo imagino y me emociono tanto como pensar que la Vinotinto gane el venidero Mundial del 2014.

¿Quién puede ser nuestro Yuri Gagarín? ¿Quién sería ese héroe de la revolución que además de tener las condiciones físicas y mentales, merezca el honor de salir de Cabo Borburata tripulando nuestra primera nave espacial Maisanta 4-F? He pensado en un candidato, cuyo nombre quiero compartir con ustedes: el diputado Serra. No solamente porque tiene todos los atributos, sino porque ¿cómo podemos perdernos ese espectáculo de verlo allá arribota gritándole por una claraboya de nuestro cohete criollo a la nave espacial Dragón, norteamericana y para colmo de males financiada con capital privado?: ­­¡No tienen vida...! ¡Son una vergüenza, vampiros imperialistas...! --para luego cerrar pintándoles una paloma bien pintada.

El segundo paso deberá ser tener nuestra primera mujer astronauta. Seleccionar muy bien a quien será nuestra Valentina Tereshkova. El nombre indicado, tanto por su arrojo arrojito como por haber estado siempre en las alturas, es Cilia.

Cierto que la doctora ha sido designada para otras responsabilidades y pronto se verá correteando por las demandas de las cementeras, las petroleras, las agroindustriales, los bonos de Bandagro y las carpetas de Arria, pero no es menos cierto que la aventura espacial es también un buen pretexto para dejar la peluca sin desatar la furia del jefe.

Desde que oí la alocución y el famoso anuncio ("Venezuela entró en la carrera espacial") me he preguntado con insistencia quién será nuestro Von Braun nativo.

¿Tras cuál de estos rostros tan familiares se encuentra el artífice de la nueva odisea revolucionaria? ¿Será tras la pelona y el bigote blanquecino de Darío? ¿Será tras el rostro ceñudo y resistencia de piedra de Carreño? ¿Será mi general Pérez Arcay? Mientras llega el gran día del primer lanzamiento, dos cosas quiero pedir: una, avisen con tiempo para que la explosión no se confunda con otro accidente de los que lanzan instalaciones al infinito y más allá.

Ya sabemos: ¡pim!: explotó Cavim. ¡Pom!: reventó Cardón. ¡Ay! se oye en Amuay.

La segunda petición que les hago encarecidamente ahora que la revolución se dispone a subir esa gloriosa escalera al cielo es que, por favorcito, mantengan operativa la escalera mecánica de la salida noreste del Metro en Sabana Grande. Subir a pie esos 40 escalones con un morral a cuestas es, créanmelo por esa Luna que nos alumbra, una verdadera ladilla.

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