Una derrota militar se convierte, en el discurso oficial, en un acto liberador. Este desfile en particular revela de manera gráfica el momento en el cual nos encontramos como nación La salida de esta crisis tiene que ver con nuestro tránsito a la madurez, nuestra construcción autonómica
Aquí estoy, es el mediodía del sábado 4 de febrero, me siento frente al televisor y me dispongo, en un acto de masoquismo autoflagelante, a disfrutar del desfile cívico-militar al cual nos somete este particular estado de cosas en el que nos encontramos. La verdad es que uno no sabe muy bien que se está celebrando.
Una voz femenina poco melódica y cansona insiste en proponernos una ficción: el país no es un país, es una misión en la cual todo está en permanente proceso de invención, donde todo es provisional.
2. Uno no tiene más remedio que preguntarse cuándo nos echamos a perder tanto. Uno entiende que se trata de la celebración de los absurdos. Una derrota militar se convierte, en el discurso oficial, en un acto liberador.
Como si los protagonistas de la asonada del 92 fueran equivalentes a los Padres de la Patria; como si merecieran mención en el Panteón de los héroes; cómo si hubieran librado la Batalla de Carabobo, cómo si se tratase del paso de los Andes, como si hubiesen escrito el resto de nuestra historia. No jodan, coño.
3. Este desfile en particular revela de manera gráfica el momento en el cual nos encontramos como nación. Revela nuestra confusión histórica, nuestra incapacidad de saber de dónde venimos y hacia dónde vamos.
El árbol de las cinco raíces tiene las raíces muertas de contradicción y sinsentidos. Se trata, es obvio, de un intento más de reescribir nuestra historia. Desde un discurso que se alimenta a sí mismo, que no permite cuestionamiento, que se piensa todo poderoso, que se justifica en una idea de pueblo pobremente determinada, que se apuntala en la ignorancia y en la desmemoria.
4. ¿Qué celebramos en estos 20 años desde aquel intento fallido de golpe de Estado? Esa es una pregunta recurrente, es una pregunta que debemos hacernos los venezolanos. Yo no creo aquella consigna según la cual todo tiempo pasado fue mejor.
Creo que, ciertamente, no me queda duda, fueron aquellos polvos los que trajeron estos lodos; fueron los errores del pasado los que nos trajeron hasta acá. Negarlo sería ridículo, cobarde e inconveniente.
Yo no creo que tengamos que conformarnos con la idea de que antes se vivía mejor, incluso si eso fuera cierto. Pero tampoco puede uno calarse que el pasado sirva para justificar el desastre en el que vivimos.
5. Este es un país de ficciones, donde la norma sirve de papel higiénico, donde prevalece la discrecionalidad del a mí me dio la gana.
Acaso no es inconveniente, incluso irrespetuoso, que en un desfile oficial, como se supone que este es, se le lancen loas a Fidel Castro. ¿No pone eso en cuestionamiento nuestra Soberanía? ¿Es que acaso no es inconveniente que se declare a viva voz que la Fuerza Armada tiene filiación política, que responde a una visión particular acerca del país y su devenir? ¿No lo es decir que la Fuerza Armada es Socialista y Chavista? ¿No tiene todo esto un carácter claramente inconstitucional?
6. Demasiado Realismo Mágico para mi gusto, demasiada complacencia, demasiada inmoralidad. Cuenta mi padre que en sus tiempos llegaba un momento en el que los muchachos se echaban los largos: dejaban los pantaloncillos de cortos y se ponían pantalones de hombre. Era una representación del inicio de la adultez, un llamado a la emancipación.
Los venezolanos vivimos en una sociedad de la clientela, de la mendicidad, de la doblez, de la búsqueda del mejor postor, demasiados Mujiquitas, demasiados pedigüeños de oficio, demasiada genuflexión, coño.
7. La salida de esta crisis tiene que ver con nuestro tránsito a la madurez; con nuestro compromiso, con nuestra construcción autonómica; con nuestras posibilidades de hacernos cargos de nosotros mismos.
El desfile del sábado me pareció vacío, vacuo, sin sentido, una muestra ridícula de nuestra manera ridícula de hacer las cosas. Así, por ejemplo: ¿Qué significa que los aviones no puedan volar por mal tiempo?
Sólo podemos defendernos del Imperialismo si hay un sol radiante, por favor señores tomen nota. ¿Cómo es que defendemos la Soberanía Argentina en las Malvinas, pero nadie dice nada de nuestra reclamación sobre el Esequibo?
8. No sé, a mí el desfile no me gustó, me pareció muy cercano a aquellos con que nos deleitaba el Socialismo Real. Yo diría que estaba más bien escualiducho, falto de sentimiento patrio, falto de pueblo. Así pasa, supongo, cuando nos empeñamos a celebrar el absurdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario