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martes, 24 de enero de 2017

#23E ¿Por qué muchos no salieron a marchar?

Runrunes
Por Gitanjali Wolfermann
Fecha: 23/01/2017


Foto: Cobertura del periodista Francisco Zambrano | Marcha del 23 de enero de 2017

Convocatoria con poca antelación, cambios a última hora en los puntos de salida, desgaste de la evaluación de la MUD y el desánimo entre los opositores, son algunos de los factores que condicionaron la asistencia a la marcha convocada para el lunes 23 de enero por la Mesa de la Unidad Democrática para exigir al Consejo Nacional Electoral el cronograma comicial para 2017.

El director de ORC Consultores, Oswaldo Ramírez, estima que la mermada asistencia a la marcha opositora obedece, en primer lugar, a factores que atañen estrictamente a la comunicación política. A su juicio, la convocatoria con poca antelación, el cambio en los puntos de salida y el desgaste de la MUD como convocantes influyó en la baja asistencia.

“A pesar de que un porcentaje importante de la población cree en la MUD y en su capacidad, hay un desgaste de la imagen de la coalición opositora como convocante. Tiene que venir un proceso de re-enamoramiento de la calle. Sin embargo, eso no se da sin objetivos políticos ciertos y concretos. Hoy la incertidumbre domina la escena, por lo que la activación política es mucho más lenta”, argumenta Ramírez.

El politólogo Juan Manuel Trak apunta que el proceso de diálogo bajó significativamente el nivel de conflicto y generó una desconexión con las expectativas de la ciudadanía. “No olvidemos que lo que vemos ahora le sigue a las multitudinarias marchas de septiembre y octubre de 2016, las cuales tenían el objetivo preciso de lograr el referendo revocatorio; las decisiones políticas, luego de noviembre del año pasado, le han restado credibilidad a dirigencia opositora”.

El segundo factor que apunta el director de ORC Consultores es que si bien la gente tiene una alta disposición a protestar, la narrativa de rescatar el derecho al voto aún no ha tomado cuerpo en la calle como para constituir, por sí sola, la razón para marchar. “La exigencia de elecciones debe venir acompañada de un mayor dominio del tema en la agenda mediática y pública”, sostiene.

“La dirigencia política tiene la responsabilidad de conectar las demandas de la gente con la acción política; en la calle, la exigencia es la resolución de los problemas cotidianos. No se puede esperar una conexión automática entre la defensa al voto y el cambio que la gente aspira. Sin un discurso coherente, las elecciones regionales pueden ser vistas como un objetivo de los partidos políticos, no vinculado con la solución de los problemas de la población”, argumenta Trak.

La búsqueda de alimentos es otro factor que pudo haber condicionado la asistencia de los manifestantes a la marcha del 23 de enero. “Ante el aumento de los precios, hay gente que sabe que si no va a su cola, simplemente no come. Para algunos es excluyente protesta versus cola de comida”, sugiere Ramírez.

¿Desánimo en las filas opositoras?

Es difícil ocultar el desencanto entre los opositores tras un 2016 que vio frustradas todas sus expectativas de cambio. “Sí creo que hay derrotismo y desencanto, una especie de marasmo en torno al qué hacer, cómo hacerlo, quién lo dirige y cuándo hacerlo. Muchos no quieren reconocer el liderazgo mientras que otros simplemente no quieren seguir a nadie”, señala el consultor político.

“La poca efectividad de las manifestaciones es un gran desmotivador. Ciertamente, una marcha por sí sola no genera ningún cambio, pero la gente sí percibe cuando las manifestaciones suman a favor de un objetivo claro. Esa es la diferencia: la gente tiene que saber que su participación en las manifestaciones contribuye a lograr un fin”, sostiene Trak.

El bache anímico, no obstante, es reversible. “Teniendo una comunicación coherente, dejando en los ciudadanos la percepción de una unidad real con objetivos políticos claros, hablando claro, es decir, sin cortapisas ni dobles agendas, y actuando coherentemente en función de esa comunicación, la oposición puede volver a motivar a sus partidarios. Lo que la MUD no puede hacer es seguir esperando que la ciudadanía respalde sus acciones si previamente no está claro hacia dónde conduce el rescate del derecho al voto”, dice Ramírez.

¿Qué debe hacer la MUD? “Organización, organización y más organización. Concretar la reestructuración de la que tanto ha hablado. La dirigencia tiene la responsabilidad de trascender sus rivalidades políticas a fin de luchar por un espacio democrático. La pregunta que queda es, ¿tendremos dirigentes a la altura de ese reto?”, cuestiona Trak.

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