27-11-2016
EQUIPO EL PITAZO
Comprar línea blanca, viajar o realizar inversiones son sólo recuerdos de lo que podían hacer los venezolanos. Utilidades pueden ser calculadas en base a salario base, que ahora es menor a lo recibido por cestaticket
Luis Ortega se sabe afortunado. Como empleado público recibió 120 días de pago por concepto de la bonificación de fin de año. Sus aguinaldos fueron cancelados los primeros días del mes de noviembre, y aunque se calcularon con el último aumento presidencial, ya en su cuenta bancaria, donde recibe el pago de nómina, no quedan vestigios. "Los utilicé para pagar todas las deudas que había contraído a lo largo del año para poder sobrevivir. Poner al día los créditos solicitados a terceros y las tarjetas de crédito, además de comprar comida, alguna en bultos, que me permitan cierta holgura durante el mes de diciembre", cuenta el joven de 30 años, quien se desempeña como periodista en el estado Vargas.
La realidad de Ortega se replica, en mayor o menor modo, en cada venezolano que recibió o recibirá el pago por concepto de aguinaldos o utilidades. Así lo comprobó El Pitazo al entrevistar a residentes de Caracas, La Guaira, Maracaibo, Barquisimeto, San Cristóbal, Guanare, Los Teques y Maturín, de donde obtuvo una realidad demoledora: la devaluación transformó el uso de los aguinaldos, que dejaron de ser utilizados en inversiones extraordinarias, como compra de electrodomésticos, viajes o mejoras de la vivienda, para cubrir el pago de deudas y comprar comida.
"Hace diez años con las utilidades yo compré los estrenos (ropa y zapatos para el grupo familiar), hicimos las hallacas en la casa y siempre cambiábamos de celular o algún equipo de línea blanca, pero este año no me alcanzarán para nada, sólo para pagar préstamos que me dieron, para comprar comida que faltaba en la casa", reflexiona Ricardo Barreto, obrero que vive en Maturín, estado Monagas.
En estados como Lara, Portuguesa o Táchira, los pensionados son de los sectores que aprecian en su magnitud la depreciación de sus ingresos por bonificación navideña.
"Cuando era un empleado activo, con los aguinaldos compraba la ropa de la familia, los ingredientes y bebidas para la cena de navidad y fin de año, los regalos, incluidos en estos las bicicletas y los patines para los ahijados. Y hasta guardaba dinero para cubrirme de la escasez monetaria propia de inicios del año nuevo.
¿Ahora? Ni para la botella de vino me alcanzó el bono", dice Alirio Aranguren, docente jubilado de la Universidad de los Llanos Ezequiel Zamora (Unellez).
"Yo, hace muchos años, cuando me pagaban los aguinaldos, los usaba para comprar pinturas y pintar mi casa, salir de viaje en familia; con los aguinaldos de mi esposa comprábamos los estrenos y juguetes de los niños. Ahora todo es diferente: aquí todo lo gastamos en alimentos, porque solo nos venden comida colombiana y es muy cara. Los aguinaldos solo alcanzan para poco, no más", advierte con malestar Jesús Ramírez, un pensionado tachirense.
"Con los aguinaldos ya no se puede hacer nada; no alcanzan siquiera para comprar un pantalón. Antes podíamos comprar neveras, televisores.
Ahora una camisa cuesta 25 mil bolívares, así que prefiero invertir ese dinero en comida", agregó el también pensionado Julio Gutiérrez desde el estado Lara.
Otros aprovechan el bono navideño para comprar sus medicinas y completar para intervenciones quirúrgicas, que llevan meses de espera.
"Los aguinaldos los espero para completar el dinero que necesito para una operación de la vista. Antes utilizaba las utilidades para comprar ropa y regalos de navidad o irme de viaje; ahora este monto no llega a costear un buen par de zapatos", expone desde Barquisimeto el docente Pedro Castillo.
"Ni que lo decrete el TSJ, ni que prendan la Cruz del Ávila desde agosto, ni que paguen un mes más. Simplemente no alcanza. Este año no hay aguinaldo que valga", analiza con dolor Marina Rojas, quien asumió un trabajo de fin de semana para costear los regalos de navidad de su hijo.
DIFERENCIAL DEMOLEDOR
Si pudiese escribir una carta a San Nicolás o al Niño Jesús, o pedir un regalo a los Reyes Magos, Eumelys Díaz, una auxiliar de preescolar en Caracas, el obsequio de sus sueños sería una nevera. "Se dañó con los apagones. Esperaba que los aguinaldos me alcanzaran para comprar una nevera pequeña, pero no llego ni a una nevera ejecutiva. El año pasado compré dos televisores y ganaba menos".
Una de las prioridades de los venezolanos para invertir los aguinaldos era la compra de televisores o equipos de video, cámaras fotográficas o teléfonos celulares, así como línea blanca: lavadoras, neveras y secadoras. Hoy el tema luce lejano.
"Hace cinco años con los aguinaldos podía vestir a mis hijos bien, el 24, 25, 31 de diciembre y el 1º de enero; ahora no. Le he dado 90 mil bolívares a mi esposa y me dice que no le ha alcanzado para nada y solo mantengo a una hija de 20 años. Con los aguinaldos yo compré aires acondicionados, la nevera, un juego de cuarto, ahora ni para comprar un celular alcanza", comenta Freddy Durán, empleado de una empresa privada en el estado Zulia.
La devaluación llega a puntos de sorpresa cuando se analiza lo que adquirían con la bonificación y lo poco que se puede comprar hoy día.
"Con mis aguinaldos en el año 2006, recuerdo que compré mi primer carrito. También me fui a la Zona Franca de Punto Fijo y me traje dos neveras, un colchón y un aire acondicionado como regalo para mi hermano.
Además, pude empotrar la cocina y acondicionar un baño en la casa de mi mamá. Este año, la plata no me alcanzará ni para un par de zapatos.
Todo se me esfuma en menudencias y comprar comida para la sobrevivencia", lamenta la administradora María Infante, vecina de la ciudad de Guanare.
Para el economista Daniel Sánchez, lo que ocurre con los aguinaldos no es diferente a lo que los venezolanos viven con su ingreso mensual.
"La devaluación del bolívar, una inflación de tres dígitos y el aumento de precios en un nivel mucho más trepidante para los productos y servicios que para los sueldos o salarios. Eso convirtió a las utilidades en un ingreso menor y no hay fórmula para ayudar al trabajador en mejores inversiones. Lo más recomendable es pagar las deudas y librarse del pago de intereses, de ser posible".
En situaciones de crisis económicas como la que atraviesa Venezuela, el pago de los aguinaldos no representan un alivio para los ciudadanos. En la actualidad no hay forma de rendir ese dinero a plazo fijo en un banco, porque la tasa anual de interés no excede de 15% y la inflación, según pronósticos del Fondo Monetario Internacional (FMI), cerrará en casi 500%, la más alta y distante de las demás en toda la región.
A LOS COMERCIANTES TAMPOCO LES LLEGA EL NIÑO JESÚS
Si los aguinaldos representaban un ingreso importante para los trabajadores, para los comerciantes la época decembrina implicaba un aumento significativo en sus ventas. La crisis también ha afectado el desempeño comercial. José Moreno, quien tiene 20 años con un negocio de venta de ropa en el centro de Maracaibo, asegura que las ventas navideñas reportan una baja desde hace cuatro años. "Para la feria de La Chinita y para Año Nuevo, la gente se ponía su ropita nueva para ir a rumbear; ahora no se hace, porque un jean cuesta 35 mil bolívares, una franela 18 mil y una chemise 21 mil. Uno lo que aspira es a no tener que cerrar. Terminar el año sin cerrar el negocio es ganancia".
El escenario es poco alentador, tanto en Caracas como en el interior del país.
Aunque en sus tiendas exhiben letreros con ofertas y rebajas, nada de lo que hacen despierta el interés de los clientes, que sólo se asuman unos segundos en las vitrinas y luego se marchan sin comprar. "Las ventas no están igual que años atrás: antes, para estas fechas ya el centro de la ciudad estaba colapsado con la cantidad de personas que hacían las compras; ahora no. No dan dinero ni para el cochinito", manifestó desde Los Teques Gabriel Pérez.
"Yo toda mi vida fui buhonero o vendedor informal, como le dicen ahora, pero ya no se puede. Uno antes compraba en Cúcuta ropa y la revendía aquí y ya eso no se puede, porque el bolívar no vale nada; entonces le toca a uno bregar y bregar para tener ingresos por navidad. Yo tengo mi puestico de ropa en el centro, por la Quinta Avenida, pero me traje el carro de mi hija para vender chucherías que es lo que da plata. Ahorita no se pueden hacer ofertas o combos para incentivar las ventas, sino vender comida, que es lo que la gente busca. Tratar de vender económico es lo que medio se puede hacer", así lo comparte Claudio Jaramillo, un vendedor de San Cristóbal.
Sin embargo, compradores y comerciantes coinciden en que la celebración decembrina está tan arraigada en el ADN del venezolano que este se las ingeniará para cubrir pequeñas necesidades, así los aguinaldos se le conviertan en sal y agua, y poder pasar, en medio de la crisis, una navidad con poco.
La realidad de Ortega se replica, en mayor o menor modo, en cada venezolano que recibió o recibirá el pago por concepto de aguinaldos o utilidades. Así lo comprobó El Pitazo al entrevistar a residentes de Caracas, La Guaira, Maracaibo, Barquisimeto, San Cristóbal, Guanare, Los Teques y Maturín, de donde obtuvo una realidad demoledora: la devaluación transformó el uso de los aguinaldos, que dejaron de ser utilizados en inversiones extraordinarias, como compra de electrodomésticos, viajes o mejoras de la vivienda, para cubrir el pago de deudas y comprar comida.
"Hace diez años con las utilidades yo compré los estrenos (ropa y zapatos para el grupo familiar), hicimos las hallacas en la casa y siempre cambiábamos de celular o algún equipo de línea blanca, pero este año no me alcanzarán para nada, sólo para pagar préstamos que me dieron, para comprar comida que faltaba en la casa", reflexiona Ricardo Barreto, obrero que vive en Maturín, estado Monagas.
En estados como Lara, Portuguesa o Táchira, los pensionados son de los sectores que aprecian en su magnitud la depreciación de sus ingresos por bonificación navideña.
"Cuando era un empleado activo, con los aguinaldos compraba la ropa de la familia, los ingredientes y bebidas para la cena de navidad y fin de año, los regalos, incluidos en estos las bicicletas y los patines para los ahijados. Y hasta guardaba dinero para cubrirme de la escasez monetaria propia de inicios del año nuevo.
¿Ahora? Ni para la botella de vino me alcanzó el bono", dice Alirio Aranguren, docente jubilado de la Universidad de los Llanos Ezequiel Zamora (Unellez).
"Yo, hace muchos años, cuando me pagaban los aguinaldos, los usaba para comprar pinturas y pintar mi casa, salir de viaje en familia; con los aguinaldos de mi esposa comprábamos los estrenos y juguetes de los niños. Ahora todo es diferente: aquí todo lo gastamos en alimentos, porque solo nos venden comida colombiana y es muy cara. Los aguinaldos solo alcanzan para poco, no más", advierte con malestar Jesús Ramírez, un pensionado tachirense.
"Con los aguinaldos ya no se puede hacer nada; no alcanzan siquiera para comprar un pantalón. Antes podíamos comprar neveras, televisores.
Ahora una camisa cuesta 25 mil bolívares, así que prefiero invertir ese dinero en comida", agregó el también pensionado Julio Gutiérrez desde el estado Lara.
Otros aprovechan el bono navideño para comprar sus medicinas y completar para intervenciones quirúrgicas, que llevan meses de espera.
"Los aguinaldos los espero para completar el dinero que necesito para una operación de la vista. Antes utilizaba las utilidades para comprar ropa y regalos de navidad o irme de viaje; ahora este monto no llega a costear un buen par de zapatos", expone desde Barquisimeto el docente Pedro Castillo.
"Ni que lo decrete el TSJ, ni que prendan la Cruz del Ávila desde agosto, ni que paguen un mes más. Simplemente no alcanza. Este año no hay aguinaldo que valga", analiza con dolor Marina Rojas, quien asumió un trabajo de fin de semana para costear los regalos de navidad de su hijo.
DIFERENCIAL DEMOLEDOR
Si pudiese escribir una carta a San Nicolás o al Niño Jesús, o pedir un regalo a los Reyes Magos, Eumelys Díaz, una auxiliar de preescolar en Caracas, el obsequio de sus sueños sería una nevera. "Se dañó con los apagones. Esperaba que los aguinaldos me alcanzaran para comprar una nevera pequeña, pero no llego ni a una nevera ejecutiva. El año pasado compré dos televisores y ganaba menos".
Una de las prioridades de los venezolanos para invertir los aguinaldos era la compra de televisores o equipos de video, cámaras fotográficas o teléfonos celulares, así como línea blanca: lavadoras, neveras y secadoras. Hoy el tema luce lejano.
"Hace cinco años con los aguinaldos podía vestir a mis hijos bien, el 24, 25, 31 de diciembre y el 1º de enero; ahora no. Le he dado 90 mil bolívares a mi esposa y me dice que no le ha alcanzado para nada y solo mantengo a una hija de 20 años. Con los aguinaldos yo compré aires acondicionados, la nevera, un juego de cuarto, ahora ni para comprar un celular alcanza", comenta Freddy Durán, empleado de una empresa privada en el estado Zulia.
La devaluación llega a puntos de sorpresa cuando se analiza lo que adquirían con la bonificación y lo poco que se puede comprar hoy día.
"Con mis aguinaldos en el año 2006, recuerdo que compré mi primer carrito. También me fui a la Zona Franca de Punto Fijo y me traje dos neveras, un colchón y un aire acondicionado como regalo para mi hermano.
Además, pude empotrar la cocina y acondicionar un baño en la casa de mi mamá. Este año, la plata no me alcanzará ni para un par de zapatos.
Todo se me esfuma en menudencias y comprar comida para la sobrevivencia", lamenta la administradora María Infante, vecina de la ciudad de Guanare.
Para el economista Daniel Sánchez, lo que ocurre con los aguinaldos no es diferente a lo que los venezolanos viven con su ingreso mensual.
"La devaluación del bolívar, una inflación de tres dígitos y el aumento de precios en un nivel mucho más trepidante para los productos y servicios que para los sueldos o salarios. Eso convirtió a las utilidades en un ingreso menor y no hay fórmula para ayudar al trabajador en mejores inversiones. Lo más recomendable es pagar las deudas y librarse del pago de intereses, de ser posible".
En situaciones de crisis económicas como la que atraviesa Venezuela, el pago de los aguinaldos no representan un alivio para los ciudadanos. En la actualidad no hay forma de rendir ese dinero a plazo fijo en un banco, porque la tasa anual de interés no excede de 15% y la inflación, según pronósticos del Fondo Monetario Internacional (FMI), cerrará en casi 500%, la más alta y distante de las demás en toda la región.
A LOS COMERCIANTES TAMPOCO LES LLEGA EL NIÑO JESÚS
Si los aguinaldos representaban un ingreso importante para los trabajadores, para los comerciantes la época decembrina implicaba un aumento significativo en sus ventas. La crisis también ha afectado el desempeño comercial. José Moreno, quien tiene 20 años con un negocio de venta de ropa en el centro de Maracaibo, asegura que las ventas navideñas reportan una baja desde hace cuatro años. "Para la feria de La Chinita y para Año Nuevo, la gente se ponía su ropita nueva para ir a rumbear; ahora no se hace, porque un jean cuesta 35 mil bolívares, una franela 18 mil y una chemise 21 mil. Uno lo que aspira es a no tener que cerrar. Terminar el año sin cerrar el negocio es ganancia".
El escenario es poco alentador, tanto en Caracas como en el interior del país.
Aunque en sus tiendas exhiben letreros con ofertas y rebajas, nada de lo que hacen despierta el interés de los clientes, que sólo se asuman unos segundos en las vitrinas y luego se marchan sin comprar. "Las ventas no están igual que años atrás: antes, para estas fechas ya el centro de la ciudad estaba colapsado con la cantidad de personas que hacían las compras; ahora no. No dan dinero ni para el cochinito", manifestó desde Los Teques Gabriel Pérez.
"Yo toda mi vida fui buhonero o vendedor informal, como le dicen ahora, pero ya no se puede. Uno antes compraba en Cúcuta ropa y la revendía aquí y ya eso no se puede, porque el bolívar no vale nada; entonces le toca a uno bregar y bregar para tener ingresos por navidad. Yo tengo mi puestico de ropa en el centro, por la Quinta Avenida, pero me traje el carro de mi hija para vender chucherías que es lo que da plata. Ahorita no se pueden hacer ofertas o combos para incentivar las ventas, sino vender comida, que es lo que la gente busca. Tratar de vender económico es lo que medio se puede hacer", así lo comparte Claudio Jaramillo, un vendedor de San Cristóbal.
Sin embargo, compradores y comerciantes coinciden en que la celebración decembrina está tan arraigada en el ADN del venezolano que este se las ingeniará para cubrir pequeñas necesidades, así los aguinaldos se le conviertan en sal y agua, y poder pasar, en medio de la crisis, una navidad con poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario