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domingo, 30 de octubre de 2016

De la crisis de valores a la reconstrucción social

Cecodap plantea la educación, el establecimiento de normas claras e instituciones sólidas para hacer frente a la pérdida de principios básicos

Un joven de 28 años trasladado a una cárcel del centro de Venezuela por robo agravado y homicidio, justifica sus acciones diciendo que era la forma más viable que encontró para “vivir decentemente” en su país. Cuando una periodista le preguntó qué lo llevó a cometer un crimen, respondió que tenía rabia.

Asesinatos, torturas, violaciones y la ruptura de normas básicas para la convivencia ciudadana, incluso entre integrantes de una misma familia, son el reflejo del deterioro social que va más allá de la acción política y pone en evidencia la pérdida de valores en la sociedad.

El especialista en desarrollo humano Vidal Shmill define los valores como las “creencias estables de que algo es bueno o malo, que permiten jerarquizar, decidir, evaluar y reforzar o corregir”.

Fernando Pereira, educador y coordinador del Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap), expresó que hablar de los valores es adentrarse en un tema complejo. Más que hablar de su pérdida en el país, consideró que más bien se han sustituido normas positivas por prácticas negativas, conocidas también como antivalores.

Las consecuencias de esta sustitución se ven diariamente en las secciones de sucesos que manejan los diferentes medios masivos de comunicación y en la hostilidad diaria del entorno cotidiano. Las respuestas ante la realidad, sin embargo, para muchos siguen siendo escasas.

De acuerdo con Pereira, la educación de los niños es clave para lograr superar la situación que se vive, no solo en Venezuela, sino a escala mundial, aunque advirtió que el ejemplo en su entorno, tanto en la escuela como en el hogar, es determinante en la conducta de quienes se están formando.

“De nada sirve enseñar cátedra de valores en todos los colegios si el ejemplo que ven en la calle, en sus casas y en sus mismas escuelas contraría todos los principios que se les muestran en clases, de modo que cuando hablamos de educar a los niños, tiene que ser con el ejemplo porque ellos necesitan un referente”, expresó.

El especialista añadió que generar acuerdos de convivencia dentro de cada uno de los entornos donde se desenvuelven los niños es determinante para corregir los antivalores y fomentar el buen comportamiento ciudadano desde la infancia.

INSTITUCIONALIDAD

Fernando Pereira cuestionó que las instituciones públicas que deberían garantizar el cumplimiento de las normas de convivencia social en el país se han corrompido, lo que a su criterio destruye la confianza en las autoridades, fundamental para el mantenimiento de la justicia y la seguridad.

“Los valores se defienden también desde las instituciones, porque su promoción hay que realizarla tanto legal como éticamente. La educación y la formación es importante, pero también son necesarias las leyes que se cumplan”, dijo.

Explicó que, si bien la educación en valores debe ser una labor constante, en el caso de los adultos estos ya tienen un código moral estructurado del cual resulta más complejo desprenderse para incorporar principios positivos y desechar los negativos, por lo que es necesaria la existencia de un mínimo de coacción para garantizar el cumplimiento de las normas.

“Debe premiarse el buen comportamiento ciudadano y el sistema judicial debe ser transparente y confiable, que las personas sepan que, si actúan mal, va a haber consecuencias por contravenir esas normas establecidas. Los adultos por lo general no cambiamos a voluntad propia, por eso se deba plantear la coerción y hacer frente a la impunidad”, dijo.

Para el especialista, la clave es “reconstruirnos como sociedad”, una meta que solo se puede lograr si se actúa en todos los ámbitos: educación con el ejemplo, normas claras e instituciones sólidas en cada uno de los espacios que constituyen el entorno de la ciudadanía.

Vanessa Novoa
El Periodiquito
vnovoa@elperiodiquito.com

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