A la rutina de vida de los maracayeros se ha agregado desde noviembre de 2014, una nueva actividad poco placentera. Este ya no tan nuevo aditivo son las colas. Aunque llegaron hace varios meses con la promesa de no quedarse, moradores de la ciudad jardín precisan que pasan hasta cinco horas diarias en las adyacencias de un expendio para comprar alimentos y productos de higiene personal. A pesar del sistema implementado por Mercal y muchos supermercados y perfumerías de la entidad de implementar la venta de los llamados productos escasos o regulados por el último número de la cédula, consumidores precisan que las colas y la anarquía permanecen.
Olga Morales dijo que “estoy muy cansada, desde antes de diciembre hago cola para comprar lo más mínimo y muchas veces luego de esperar horas me devuelvo con las manos vacías. En estos días estuve desde las 6:30 de la mañana hasta las 2:00 de la tarde y me fui con las manos vacías, se acabó el detergente. Además de la incomodidad que se pasa, esto es una gastadera todos los días, la escasez ha triplicado el costo de la vida, uno sale de su casa con 400 bolívares y si escucha que en un sitio hay algo, se gasta de una vez, es una angustia el pensar que me pueda quedar sin comida. Ahora han colocado el sistema por los últimos números de la cédula y todos los días hay que visitar un supermercado, para ver que llega, nos convertimos en cazadores de productos y hay que ver el trabajo que se pasa en una cola, uno se debilita, al terminar me duelen las piernas”.
“El Gobierno debería de colaborar con el pueblo, ya que la escasez no se acaba. Sería bueno que regalaran agua en las colas, esto es insoportable jamás en Venezuela se había visto algo así, antes uno iba al supermercado y conseguía lo que necesitaba y quería. Hace meses prometieron que se iba acabar la escasez y cada día es peor”, expresó Morales.
Aunque Morales lleva consigo un paragua, resaltó que “la ola de calor ha empeorado esta situación tan difícil que estamos viviendo”.
Cabe resaltar que el director de encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León, explicó que “los hábitos del consumidor venezolano han cambiado drásticamente durante el año 2015 debido a la escasez, la cual este año se encuentra alrededor de 57,4 %”. Agregó que “la crisis y recesión económica, el consumidor cambia su ruta de compra de alimentos básicos, acumulando 4,1 visitas por semana a diferentes establecimientos”.
Y es que las penurias para comprar productos básicos no han tenido compasión con nadie, ejemplo de esto es Joel Hidalgo, un joven que tiene un hijo de tres meses. Admitió que “siempre cargo la partida de nacimiento original y la cédula tal y como me lo exigen para venderme un paquete de pañales, al ver un sitio entro en una cola, también tengo que cargar dinero, ya no hago presupuesto. En ocasiones me he quedado sin pañales, me da mucha angustia, antes te regalaban pañales pero ahora con la limitación de la presentación de la partida de nacimiento original, no se puede”.
Con la mano marcada Carmen Pérez aguardaba en las afueras de un expendio para que le vendieran, aunque no estaba segura que le pudieran vender lo que necesitaba decidió esperar. “Ahora gasto más que antes en la compra de lo que consiga, se me pueden ir hasta 800 bolívares y si hago cola tres veces a la semana saque cuenta. A veces pienso que me voy a quedar sin comida y me preocupo, pero trato de no preocuparme. Cada 15 días me toca buscar para ver que encuentro”.
“Es bastante incomodo hacer una cola, se pasa hambre, sed, calor. En cada cola uno se debilita y se gasta mucho”. Agregó que “antes iba a Mercal pero ahora casi siempre está vacío”, indicó Pérez.
Por su parte, con una barriga de siete meses y confesando “para evitar que me insulten prefiero hacer cola”, Yoliber Gómez indicó que “se gasta más comprando en los lugares que lleguen los productos escasos y se pasa mucho tiempo en cola, yo lo tengo que hacer tengo dos hijos, se puede pasar las horas de la jornada laboral en una cola.Cada vez que compro son más de 800 bolívares”.
“Tengo pensado comprar y buscar lo que necesito en mi casa hasta tener ocho meses luego voy a descansar y volveré a salir al tener el bebé dos meses. Estas colas me cansan las piernas y de verdad nunca pensé que esto iba a pasar”.
Culminó señalando que “a las mujeres embarazadas nos venden pañales hasta la talla M y si luego no consigo más talla, es una zozobra”.
ILIANA BEATRIZ HERNÁNDEZ | elsiglo
foto | FÉLIX BARRETO
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