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jueves, 9 de abril de 2015

Vamos a contar mentiras

Tal Cual

La Cumbre de las Américas: la más chucuta del mundo. La soberanía de varios gobiernos de América Latina radica en su soberana corrupción. Al retornar la región a la época de las vacas flacas, se hacen más flagrantes los escándalos, especialmente en Brasil, Chile, México y Argentina. ¿Actuará Nicolás Maduro como el convidado de piedra para arruinar la fiesta de acercamiento entre Cuba y EEUU?

MARIO SZICHMAN/ Nueva York

La Séptima Cumbre de las Américas, que tiene como título “Prosperidad con Equidad: El Desafío de la Cooperación en la Américas”, y comienza mañana en Panamá, exhibirá un aspecto histórico: por primera vez en más de medio siglo participarán de manera simultánea los presidentes de Cuba y de Estados Unidos. Pero, como suele ocurrir con esos encuentros internacionales, tras la fachada siempre aparecen los sepulcros encalados del Nuevo Testamento.

The Financial Times consideró irónico que el tema de la reunión sea “El Desafío de la Cooperación en la Américas”, pues si hay algo que no existirá en el foro es cooperación. “Ya se ha señalado de común acuerdo que nadie estará de acuerdo”, dijo la publicación. “Por lo tanto, no habrá comunicado final, una interesante muestra de respaldo mutuo”.

Ahora que el torrente de prosperidad que anegó las costas del subcontinente en la primera década del siglo comienza a retirarse–los bolivianos deben abstenerse de participar en la alusión, pues siguen careciendo de salida al mar– en las playas se acumulan enormes montañas de corrupción.

El “boom” de las materias primas permitió a varios gobiernos disimular los atracos al erario público. Pero ahora, el tufo a basura es tan grande que, en comparación, hasta el vertedero de las filas de Mariches es recordado como si fuera un jardín de rosas.

The Financial Times dijo que esos escándalos “deshonran a las presidencias de Argentina, Brasil y México”. Pero ya The New York Times incorporó a los tres grandes de América otro gobierno, el de Chile.

“Chile Joins Other Latin American Nations Shaken by Scandal,” (Chile se une a otras naciones latinoamericanas estremecidas por escándalos), es uno de los principales titulares en la última edición del periódico neoyorquino.

Tras recordar a sus lectores que las indecencias “conmueven este año un gobierno tras otro en América Latina: la misteriosa muerte de un fiscal en Argentina; la destitución del primer ministro de Perú a raíz de una operación de espionaje interno; y las revelaciones de un vasto esquema de sobornos en el ente petrolero estatal de Brasil”, The New York Times mencionó el zafarrancho que se acaba de armar en Chile.

El hijo de la presidenta Michelle Bachelet “ha sido acusado de usar su influencia” durante la campaña electoral de su madre, en el 2014, “para conseguir un préstamo a fin de adquirir tierras que le brindaron millones de dólares en beneficios en el curso de escasas semanas”.

Como ocurrió en los escándalos que afectaron a otros gobernantes latinoamericanos, especialmente al galán de Televisa Enrique Peña Nieto, la presidenta Bachelet aseguró haber sido la última en enterarse de los negociados de su hijo, y eso, gracias a la prensa, que sino, seguiría en la luna de Valencia. (En el caso de Peña Nieto, se encargó de averiguar recién al final que su esposa había adquirido una lujosa mansión a precios de gallina flaca de un empresario vinculado a pingües licitaciones del gobierno).
De acuerdo a lo que informaron los medios de comunicación, Sebastián Dávalos, el hijo de Bachelet, fue acusado de intentar obtener un préstamo por 10 millones de dólares con ayuda de uno de los hombres más ricos de Chile, Andrónico Luksic.

Apelando a otro recurso muy empleado por otros gobernantes de la región cuando las papas queman, y extraído del libreto de El derecho de nacer, Bachelet apeló al matiz humano de su personalidad. “Estos han sido tiempos dolorosos y difíciles para mí…” no solo como presidenta, sino “¡Como madre!” señaló a la prensa.

El único consuelo que le queda al oficialismo chileno es que diferentes sectores han metido de manera democrática la mano en la lata. La Unión Democrática Independiente, un grupo político derechista, está lidiando con otro chanchullo.

En marzo fueron arrestados varios ejecutivos de un importante grupo financiero, tras ser acusados de fraude impositivo, pago de sobornos, y lavado de dinero. La fiscalía de Chile dijo que las maniobras de ese grupo estaban destinadas a financiar a La Unión Democrática Independiente.

Y finalmente, una importante empresa minera controlada por Julio Ponce Lerou, ex yerno del dictador chileno Augusto Pinochet, es investigada por hacer pagos “discutibles” a una serie de dirigentes políticos, “en su mayor parte derechistas, aunque también hay figuras del gobierno y legisladores pertenecientes a la coalición” liderada por Bachelet, dijo el diario.

EL PAPEL DE VENEZUELA

Antes de viajar a Panamá, el presidente de Estados Unidos enfiló a Kingston, Jamaica, donde debía intervenir en una reunión de países del Caribe. The New York Times indicó que el propósito de Barack Obama era “intentar restablecer la influencia norteamericana en la región y presionar a sus líderes para que busquen alternativas energéticas a fin de reducir su dependencia del petróleo proveniente de Venezuela”.

En realidad, el gobierno del presidente Nicolás Maduro le ha facilitado las cosas a Obama, pues ya redujo el suministro de crudo a los países de PetroCaribe. Según la Banca Barclay, en la actualidad se despachan unos 200.000 barriles a Petrocaribe y unos 55.000 a Cuba, “la mitad de lo enviado en 2012”.

The New York Times dijo que la decisión de Obama de acrecentar los vínculos con naciones de la cuenca del Caribe sería resultado del “incremento de la crisis económica en Venezuela”.

Ya el secretario de Estado John Kerry había advertido que si “Petrocaribe llegara a caer debido a los acontecimientos en Venezuela, podríamos acabar con una grave crisis humanitaria en nuestra región”.

Se ignora si en la Cumbre de las Américas el presidente Maduro actuará como el convidado de piedra, arruinándole la participación estelar a Obama y a su colega cubano Raúl Castro.

Al menos, es seguro que el jefe de estado venezolano intentará entregar a la representación estadounidense algunos ejemplares de cuadernos repletos de firmas, donde se repudian las sanciones a siete funcionarios por presuntas violaciones a los derechos humanos y por la supuesta transgresión de normas jurídicas.

Con esa increíble capacidad para la exageración y el absurdo que tienen las autoridades norteamericanas cuando se trata de enfrentar desafíos, sin importar el tamaño del adversario, el pasado 9 de marzo el gobierno de Washington dijo que Venezuela era “una extraordinaria amenaza para la seguridad nacional”.

¿Una extraordinaria amenaza encarnada en siete funcionarios venezolanos? “Si Washington solo puede sancionar a funcionarios extranjeros declarando que todo un país constituye una amenaza”, dijo el matutino londinense, “entonces esos requisitos legales deben ser modificados”.

Las sanciones a los siete funcionarios fueron una oportunidad de oro para el gobierno de Caracas. Y no la desaprovechó, pues todavía la mayoría del público elige a David, no a Goliat, aunque David, en lugar de protegerse con una honda, usa funcionarios del Sebin, varios cuerpos policiales, colectivos motorizados y patriotas cooperantes.

De todas maneras, la histórica cumbre no tendrá muchos ecos históricos en la región. Excepto una reconsideración de los lazos políticos y económicos con Washington.

“Hasta hace poco”, dijo The Financial Times, “la diplomacia latinoamericana se concentraba en Beijing. Tal vez sea un signo de los nuevos tiempos que Dilma Rousseff, la acosada presidenta de Brasil, haya dicho que desea” volver a planear “su visita oficial a Estados Unidos que canceló hace dos años a raíz del espionaje norteamericano a sus correos electrónicos”.

El gobierno de Venezuela ha dejado de ser una influencia de peso en América Latina, como en la época de Chávez, cuando había manteca para arrojar al techo. Ahora, se está convirtiendo en una patética anomalía. Una de las razones del acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, aunque esté repleto de obstáculos, es el derrumbe de la estantería chavista. Y eso no se resuelve ni con 100 millones de firmas.

@mszichman
http://marioszichman.blogspot.com/

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