ATENCIÓN USUARIOS DE ARAGUA SIN MIEDO

La computadora desde donde actualizamos la página web de la organización y publicamos los anuncios de los eventos está dañada desde la mañana del domingo 12 de marzo de 2017, por lo que les informamos que haremos una pausa técnica en la actualización mientras resolvemos los inconvenientes. Gracias por su atención!!!

jueves, 9 de abril de 2015

Sin papel no hay paraíso

Tal Cual

La épica lucha del venezolano por obtener papel tualé tiene al mundo absorto. Psiquiátras consideran la escasez de papel indispensable una muestra de que el gobierno de Maduro está afectado por el “síndrome de Diógenes”, una necesidad patológica de controlar a otros seres humanos a través de los esfínteres

MARIO SZICHMAN/ Nueva York

Si el lector pone en Internet este título: “Venezuela Reaches the Final Stage of Socialism: No Toilet Paper,” Venezuela alcanza su etapa final de socialismo: la ausencia de papel tuale, encontrará decenas de blogs donde se alude al tema.

El título original pertenece a una nota de David Boaz, columnista del Instituto Cato de Washington, un “think tank” que analiza problemas nacionales y mundiales.

Hace algunos días, Boaz recordó que en 1990 el Instituto Cato organizó una conferencia en Moscú, durante la época de la Unión Soviética. “Nos informaron que trajéramos nuestro propio papel higiénico, y por cierto fue un consejo muy útil”, recordó el columnista.

“Ahora, luego de 16 años de gobierno chavista”, añadió, “Venezuela ha demostrado que el ´Socialismo del siglo veintiuno´ es bastante similar al socialismo del siglo veinte”.

Según Boaz, la escasez de productos esenciales en Venezuela es “tan aguda”, que en algunos hoteles del país “se les pide a los visitantes traer su propio papel tualé y jabón”.

Xinia Camacho, propietaria de un pequeño hotel en la ladera del parque nacional Sierra Nevada dijo que “durante más de un año no hemos conseguido papel tualé, jabón, ningún tipo de leche, café o azúcar. Por lo tanto, hemos pedido a nuestros huéspedes que vengan preparados”.

Boaz citó al presidente de la Cámara de Turismo del estado Mérida, Gerardo Montilla, quien dijo que los grandes hoteles logran eludir la carestía de productos adquiriéndolos de contrabandistas, pero deben pagar hasta seis veces más que el precio estipulado por las autoridades.

De todas maneras, obligar a los visitantes de un hotel a transportar consigo productos de la higiene personal conlleva sus riesgos. Las autoridades venezolanas no son muy eficaces a la hora de suministrar productos de la canasta familiar, pero cuentan con enormes recursos para perseguir a infractores. El columnista del Instituto Cato dijo que los huéspedes de la señora Camacho corren peligro de “que les confisquen el papel tualé antes de llegar al hotel”.

Para Boaz es incomprensible que no se consiga papel tualé en Venezuela y se pregunta “¿Es tan difícil fabricar papel tualé? Puedo entender que una economía socialista tenga dificultades para manufacturar automóviles o computadoras decentes. Pero ¿papel tualé? ¿Jabón? ¿Fósforos?”

CARÁCTER ANAL RETENTIVO
Si se analiza el gobierno de la Revolución Bolivariana desde un punto de vista objetivo y científico, se verificará que solo la psiquiatría moderna puede evaluar algunos de sus atributos.

Es evidente que el gobierno de Nicolás Maduro trata de controlar los esfínteres de los venezolanos, así como sus funciones reproductivas. No solo hay carestía de papel tualé, sino también de pañales, para la primera y la tercera edad, de toallas higiénicas, y de toda clase de anticonceptivos.

El régimen chavista ha decidido que tras adueñarse del alma de su pueblo, como lo ha demostrado ganando todas las elecciones desde hace dieciséis años, necesita además apropiarse de su cuerpo.

Pero Maduro no ha inventado nada. Basta analizar la historia de la humanidad, desde el descubrimiento de América hasta nuestros días, para verificar que la función primordial de muchos estados modernos cuyo propósito es crear el paraíso en la tierra es obturar los orificios corporales, y supervisar o prohibir todo aquello vinculado a la fecundación, el embarazo, los nacimientos, y obviamente, la evacuación de los intestinos y de la vejiga.

Ya Sigmund Freud aludió al Síndrome de Diógenes (carácter anal retentivo) que puede dar lugar a una serie de patologías. El famoso psicoanalista dijo que la orientación del niño se decide entre los 18 y los 36 meses de vida, y está concentrada en torno a la vejiga urinaria y el recto.

Es en esa etapa cuando algunos bebés aprenden a controlar la función de la defecación “para molestar y para controlar a sus padres”. Ese control de las heces y de sus funciones asociadas se va desarrollando a medida que el ser humano crece. Al principio, se trata de berrinches para tener angustiados a los pobladores del hogar familiar.

Y luego, cuando esos seres alcanzan la adultez, se convierten en jefes tiránicos, en amantes insoportables, en seres obsesivos, que siempre echan la culpa a los demás de sus defectos. Un anal retentivo exhibe escasa preocupación por las necesidades fisiológicas de sus congéneres.

Obviamente, no todos los lectores aceptarán este diagnóstico (a fin de cuentas, quien esto escribe es apenas un lego), pero podría explicar en parte por qué escasean el papel higiénico y otros productos relacionados.

Otra hipótesis, menos apocalíptica, fue enunciada por Tim Worstall en la revista de economía Forbes.

Worstall discrepa con David Boaz en cuanto a la causa principal de la escasez de papel tualé en Venezuela. (“Algo risible fuera de ese país, pero no dentro de él”, según indica). El columnista no atribuye la falla al socialismo que anhelan implementar los chavistas, sino al rechazo a todo aquello relacionado con las fuerzas del mercado, propias de una estructura capitalista. “El capitalismo no es igual a una economía basada en el mercado”, dijo Worstall. “Y tampoco el socialismo es lo opuesto. Se trata de descripciones de elementos que operan en ejes diferentes”.

En primer lugar, “tanto el socialismo como el capitalismo son dos descripciones competitivas a la hora de resolver quien es propietario de los bienes de producción. En el capitalismo son los capitalistas, en el socialismo, algún grupo social.

Puede ser el estado, como ocurrió en la Unión Soviética”, pero también practican el socialismo los trabajadores reunidos en cooperativas, “como Mondragón en España, “o los clientes, al estilo de las Asociaciones de Solidaridad para la Construcción, tal como sucede en el Reino Unido”. En definitiva, “la diferencia consiste en quien posee el capital”.

Para Worstall, no hay socialismo o capitalismo intrínsecamente bueno o malo. Pero la obsesión por regular los precios ha metido al gobierno chavista en un berenjenal.

“El propósito original” del chavismo “de hacer más prósperos a los pobres, y disminuir la desigualdad”, dijo Worstall, “no es malo o innoble”. El problema es cómo implementarlo. “Si se experimenta la solución soviética, de matar a todos los ricos y a cualquiera que se queja, esa no es una buena idea. Pero si se intenta la social democracia nórdica, tal vez funcione. De todas maneras, hay que entender cómo funciona”.

En cambio, en la Venezuela chavista, cuando el gobierno “decidió que los pobres no podían comprar papel tualé”, dijo el columnista, “decidió alterar el precio del papel tualé”. Como ese precio era inferior al impuesto por las fuerzas de mercado, “empezó la escasez. No es un error que comete el socialismo simplemente porque es socialismo”, sino porque ignoró las fuerzas del mercado.

Worstall recordó que el gobierno norteamericano ha subsidiado a los pobres sin tocar las fuerzas del mercado, a través de las llamadas “food stamps,” o cupones de alimentos, y de programas de ayuda a comunidades pobres, o de asistencia a los ancianos o a los enfermos. (Medicare o Medicaid).

¿Eso es acaso socialismo? Tal vez sea simplemente limosna. O una manera de comprar votos, o de proteger a las fuerzas del mercado para que sigan haciendo pingües negocios. Pero al menos, los beneficiarios de esos programas no son sometidos a la humillación de hacer colas.

De todas maneras, el socialismo chavista tiene atributos excepcionales, gracias a la prodigiosa capacidad de sus funcionarios para cometer desaciertos. Tal vez ninguno de ellos responda al síndrome de Diógenes. Quizás las hipótesis de los columnistas Boaz y Worstall sean desechables.

Pero hay algo axiomático, y fácilmente verificable: Basta que le den a un administrador chavista un jardín para que al mes siguiente lo convierta en un desierto, y a los dos meses, empiece a escasear la arena o los bachaqueros se la lleven para Colombia.

@mszichman
http://marioszichman.blogspot.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario