Dificultades

Tal Cual

Dejando de lado, por hoy, las marramuncias que desde el CNE favorecen sin pudor al candidato oficialista, quisiéramos marcar dos dificultades ­no las únicas­ que la candidatura de oposición tuvo y tendrá que enfrentar con inteligencia en el futuro próximo

CARLOS OTEYZA

Los 6.800.000 de votos de Capriles en las elecciones pasadas, no fueron suficientes para ganar. Tampoco fueron poca monta. Su próxima candidatura ­o la de cualquier otro si fuese el caso­ tiene de donde partir, un piso sólido.

Luego de los resultados de Octubre 2012 se desató una imperiosa necesidad de cuestionar, en público o en privado, su candidatura fallida. Cualquier argumento ayudaba al desahogo y con el paso de los días, aquella campaña que en su momento fue considerada como una estrella destinada inexorablemente al triunfo, recibió un contundente alud de críticas, pellizcos y mordiscos de un electorado cansado de perder.

Dejando de lado, por hoy, las marramuncias que desde el CNE favorecen sin pudor al candidato oficialista, quisiéramos marcar dos dificultades ­no las únicas­ que la candidatura de oposición tuvo y tendrá que enfrentar con inteligencia en el futuro próximo: Tendemos en este patio a desviar la mirada sobre lo que nos sucede y lo que está frente a nosotros. Esquivamos la realidad sin preocuparnos por las consecuencias de nuestro malabarismo.

Cuando Chávez ganó su elección en 1998, el barril de petróleo se cotizaba cerca de los diez dólares. Se dice rápido, sin embargo el contraste es un abismo de posibilidades.

¿Es que acaso 90 dólares de diferencia por barril no pesan en una elección? Súmele el progresivo endeudamiento, el préstamo chino e inyécteselos a la sociedad en bienes de consumo y alimentos importados. Por más ineficiente que sea el gobierno, sale al ruedo electoral con ventaja abrumadora, cargado de trofeos, regalos y efectivo.

El petroEstado autoritario monta disciplinados operativos para llevar a votar a los que quizás no lo hubiesen hecho, pero ahora con las listas nadie se escapa, o muy pocos. Ninguna candidatura democrática está eximida de enfrentar esta dificultad. Otro fardo con el que habrá que contar es con el peso de los partidos tradicionales. No es cualquier obstáculo.

Colóquele a la candidatura más blindada que se le ocurra el apoyo de partidos políticos que tienen el flux desgastado. No estamos exagerando. El gobierno ha logrado, con su prédica sistemática, responsabilizar exclusivamente a los viejos partidos de las carencias e injusticias que hace 14 años trajeron a gobernar a un ex militar.

Y agreguémosle que en estos 14 años no ha habido por parte de los acusados ­los partidos­ una autocrítica bien aireada por los errores y desvaríos cometidos en sus diferentes gobiernos, ni han sabido defender con convicción las obras y realizaciones que vimos crecer con nosotros.

Esta debilidad de cargar con partidos que no han podido rehacerse y que se mantienen a la defensiva frente a la campaña del "no volverán" es un enorme peso para la candidatura democrática, sobre todo, entre los nuevos electores.

Conocer lo empinado de la cuesta no tiene porqué significar resignación, debe más bien obligarnos a tener mucha precaución en eso de tener respuestas fáciles frente a problemas arraigados y complejos y no perecer frente a las dificultades.