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miércoles, 6 de marzo de 2013

Allport y los saqueos

Tal Cual

Luego se sabría que el sujeto murió baleado en pleno centro capitalino, al mediodía, y que la confusión del suceso desató una estampida que otro agravó bajo el grito de "¡Saqueo!"

ELIZABETH ARAUJO

La semana pasada el supuesto enfrentamiento de un hampón con la policía, en la plaza El Venezolano, destapó el frasco del nerviosismo que se ha venido acumulando en el país desde que el presidente Chávez regresó de madrugada e ingresó al Hospital Militar, donde chavistas y opositores ignoran cuál es su condición de salud, o inclusive si permanece ahí o en las decenas de lugares que mencionan por las redes sociales.

Luego se sabría que el sujeto murió baleado en pleno centro capitalino, al mediodía, y que la confusión del suceso desató una estampida que otro agravó bajo el grito de "¡Saqueo!", generando que comercios, bancos y estaciones de Metro bajaran las santamarías, y replicaran, como en las secuelas de un sismo, noticias que llegaron a otras ciudades.

Entonces recordé las primeras clases de periodismo en la UCV, cuando el profesor Héctor Mujica nos habló de los señores Allport y Postman y de su psicología del rumor, que no se pela, en momentos como los actuales cuando la información oficial llega disfrazada al público.

Desde Valencia, un familiar llamó para saber más de los saqueos en El Silencio y un amigo en Punto Fijo me pidió le hablara acerca de la corrida de clientes del banco donde tiene a resguardo su plata.

Es ahí cuando el ciudadano de a pie, que viene de oír al ministro Villegas o al vicepresidente Maduro, se pregunta si no serán esos funcionarios, con su lenguaje ambiguo y sus torpes acusaciones, los verdaderos autores del clima de inestabilidad que luego hábilmente asignan a unos estudiantes pacíficos, sentados en la acera de enfrente de la Dirección de la Magistratura.

Quienes invocan el derecho a saber qué ocurre con el Presidente no están invadiendo la intimidad familiar de los Chávez ni están destilando una campaña de odio, a la cual se suman, según Villegas y Maduro, agentes de la CIA, el diario ABC y la cadena Caracol.

Sencillamente, la gente no entiende por qué, si el jefe del Estado está enfermo, el parte médico no lo ofrece el director del hospital donde se halla internado, o la ministra de Salud, o el médico afiliado al PSUV con mayor rango y méritos científicos para explicar detalles de la enfermedad.

Pero si, a cambio de ello, el ciudadano recibe un parte médico de un periodista o de un dirigente político que enjuga sus lágrimas cuando pronuncia el nombre del jefe, o escucha las imbecilidades de José Vicente Rangel, quien sustituyó desde hace varios domingos a Manuel Rosales por Henrique Capriles como autores de una "conspiración de la ultraderecha", hay razones para creer que no se está diciendo la verdad.

Básicamente Allport y Postman explicaban que la génesis y la circulación de los rumores nacen de la desconfianza de la información real. Basta que se sienta que alguien no está diciendo la verdad para que se propague el rumor y sustituya a la noticia que hace falta. Información para Pedro Carreño y Tareck El Aissami: Gordon W. Allport murió en 1967. De Leo Pollman ignoro si sigue vivo.

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