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miércoles, 13 de febrero de 2013

Mascarita ¿a dónde vas?

Tal Cual

¡A que no me conoces! ¿Cómo que no? Un mandatario enfermo disfrazado de hombre sano. Un vicepresidente no designado de presidente. Un jefe de tropa de parlamentario. Un dictador de medio siglo de primer demócrata latinoamericano. La "revolución bonita", por más que se disfrace, es un curioso desfile de todo lo que mucho ofende a la legalidad, la verdad y la justicia

GREGORIO SALAZAR

Si un día las adustas cariátides del hemiciclo parlamentario se despojaran de sus túnicas, sus sandalias y sus hachas de líctor y se nos presentaran trajeadas de "negritas", el disfraz más popular de los carnavales de otrora, enormes serían de seguro el desconcierto y el esfuerzo para reconocerlas, amén del susto de ver cemento blanco convertido en gente y además emparrandada.

Otra cosa es que la bancada oficialista nos salga al paso gritando: ¡A que no me conoces! Más o menos ese es el reto que hace, provocadora y desbocada en su apoteosis carnavalera, la alegre hueste roja en ese escenario que en otros tiempos llamaron, tal vez exageradamente, "templo de la soberanía nacional", aunque al menos como aspiración es lo que corresponde.

¡A que no me conoces! El grito retumba en el hemiciclo, rebota de las columnas a la mesa del presídium y de allí al barandal del palco. Está eufórica, ebria de poder la bancada oficialista, se tambalea tomando puntería para dar saltitos de curul en curul. Mírenla nomás como se escarrancha abusadorcita y reparte codazos a todo el que no pertenezca a su comparsa.

¡A que no me conoces! Ese es el leco que pega de repente un diputado disfrazado del Hombre Araña, y enseguida lanza una proyección de su red hacia el testículo del presidente, lo envuelve, se guinda, se impulsa, se balancea y da un espectacular salto de talanquera que sería la envidia de los trapecistas del Cirque Du Soleil.

Cae del otro lado con el traje y la reputación vuelta harapos en medio de las felicitaciones de sus congéneres gritando: ¡Viva Momo!

¡A que no me conoces! Insiste invicta y omnipotente la bancada oficialista. El grito lo da otro de la cofradía que agarra un legajo de papeles y sale presuroso a denunciar, en la imparcial seccional partidista de la fiscalía general, a alguien de otra tolda porque ha descubierto ¡horrorizado! que ha recibido dinero de particulares y que lo ha distribuido entre necesitados y/o menesterosos.

Pero, alto ahí, porque por mucho que sea el estruendo de pitos y cornetas y la profusión de caretas, pelucas y antifaces, aquí no nos va a confundir.

Quien tan diligentemente sale en representación de la vindicta pública, ¿no es el mismo que presidía la comisión que "investigó" los efluvios revolucionarios de las 170 mil toneladas de Pudreval y aún nos debe el informe?

A lo mejor se ha olvidado de cuando desde la presidencia, después de guiñarle un ojo, le preguntaban: "¿Verdad que no hiede, Pedro". Y el diputado: "Noooo, para nada", para luego exclamar por lo bajo: "¡Fó, fó, coño...!"

En particular la lista es larga. Tráfago de dólares dentro y fuera del país, centrales azucareros que han sido trapiche de los fondos públicos, revelaciones de cómo la justicia es moldeada cual plastilina, empresas que se quedaron en la primera piedra pero que consumieron hasta el último centavo, denuncias en desfile frente a la cual la bancada oficialista se ha quedado cual cariátide de cemento blanco.

Lo cierto es que a quienes se están rasgando las vestiduras de reinas de carnaval ofendidas se les han ido todos esos más otra infinidad de rollings entre los jarretes. Lo grave, increíble y, si usted quiere, lo cómico es que la esférica que no atajaron no era de beisbol ni de softbol, sino una muy colorida y grandotota pelota de playa.

Vaya usted a Google. Ponga el nombre de cualquiera de quienes fueron candidatos rojillos a gobernaciones de estado acompañado del sustantivo "donativos" y verá aparecer un monto multimillonario.

En el caso de quien resultó ganador en Nueva Esparta, por ejemplo, ¿qué debemos suponer? ¿Que obtuvo los fondos de un tarantín donde vendía botuto, cangrejas y pata é cabra sancochadas?

Puestas así las cosas, se ve que los partidos de oposición además de no recibir financiamiento público tampoco lo pueden recibir de los privados, mientras la zángana revolución hace como dice la letra de una pícara canción colombiana: "mete la mano y allí está".

Usted hace que la competencia sea a realazo limpio. Y así funciona. Dice que PDVSA es suya, y la usa. Dice que mandará al otro preso sin recibe ayuda de particulares. Y lo manda, para lo cual además se disfraza de justiciero. Más allá de las payasadas, hay una orgía de imposturas que pretende colocar a la disidencia en un cepo.

¡A que no me conoces! ¿Cómo que no? Un mandatario enfermo está disfrazado de hombre sano. Un vicepresidente no designado de presidente.

Un jefe de tropa de parlamentario. Un dictador de medio siglo de primer demócrata latinoamericano. La "revolución bonita", por más que se disfrace, es un curioso desfile de todo lo que mucho ofende a la legalidad, la verdad y la justicia.

Por fortuna, toda carnestolenda tiene su octavita y su día después. Y esta, querido amigo, no será la excepción.

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