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miércoles, 13 de febrero de 2013

Falsas maniobras

Tal Cual

Es natural que Maduro vuelva a la carga, esta vez acompañado de testigos de calibre: Cilia y Jaua. Para poner la nota sentimental, pieza tan importante en la canonización del caudillo, le han llevado imágenes de la Madre de Dios

AMÉRICO MARTÍN

Hace algún tiempo solía dividirme en innumerables personas. Fui sucesivamente y sin que una cosa estorbara a la otra, santo, viajero, equilibrista

Rafael Cadenas

Lo primero es lo primero. ¿Qué sorda motivación he tenido para encabezar con las nobles palabras de Cadenas el brioso espectáculo de las personas dobles encendiendo el proscenio del Parlamento? Yo veo un espinazo roto y cuerpos desintegrados, bailando desesperadamente en el escenario: un santo, un viajero y un equilibrista.

Si yo creyera en la inevitabilidad del Juicio Final, descansaría en la cómoda certeza de que los malos, los necios, terminarán condenados, no importa lo que hagan en el brevísimo lapso de la vida.

Por desgracia creo que los buenos no están destinados a la eterna felicidad y los malos a crepitar en alguna paila. La Historia parece decirnos lo mejor que uno puede decir es que los malos no tienen por qué ganar siempre.

2.- Algunos enterados descartan el retorno del santo cuando menos para que se desempeñe como lo ha hecho durante tres lustros. No queda pues sino meditar sobre el sordo debate entre el viajero y el equilibrista, no vaya a ser que entre los perjudicados terminemos estando los espectadores.

¿Por qué el señor Maduro viaja tanto a la isla de Raúl? ¿Por qué el diputado Diosdado baila en la cuerda floja cuando le dicen que el enfermo habló o movió una ceja? El fuerte de Maduro es su nombramiento como sucesor oficial.

Para evitar que el tiempo y el silencio desdoren semejante título, viaja a Cuba a cada momento o hace como que viaja. A su regreso trae encargos del líder, señal de que está alerta y no olvida.

Manda más que un dinamo, dice el poderoso yerno ­Da órdenes todo el tiempo, repite el hermano. Si eso es así, sería de esperar una próxima recuperación. El legado sucesoral quedaría firme aunque no se otorgue en lo inmediato.

¿Por qué entonces no le ponen fin a la incertidumbre y aceptan que el dispositivo constitucional determine sin traumas lo que deba hacerse? Un paso como ese quitaría fuerza a los que se aferran a la posibilidad menguante del retorno vengador y a los que no se benefician con la Vuelta a la Patria.

Puesto que el tiempo pasa y no hay muestras tangibles de vida, el fantasma de la falta absoluta está colocando la controversia de la sucesión en la arena del circo.

Es lo que explica el último viaje del diputado-presidente a la isla caribeña. Sería de infinita torpeza que en función de su mezquino interés pusiera en duda las noticias de Maduro y demás.

Si ellos dicen que lo vieron y reciben órdenes, el jura que también lo ha visto y trae órdenes aparentemente trascendentales, porque de otro modo no se hubiera puesto tan amenazante contra los potenciales renuentes a cumplirlas. El que se aparte –­asegura– de las líneas de Chávez será aplastado.

¿En quiénes está pensando? En la oposición no será. La MUD y otros disidentes nunca han seguido las líneas de Chávez y por lo tanto mal pueden ser los destinatarios. Obviamente el enemigo está en las entrañas del poder. Y no es algún militante silvestre porque el diputado-presidente no es dado a cazar moscas.

3.- Es natural que Maduro vuelva a la carga, esta vez acompañado de testigos de calibre: Cilia y Jaua. Para poner la nota sentimental, pieza tan importante en la canonización del caudillo, le han llevado imágenes de la Madre de Dios.

Es un delicado rasgo de ternura que habla de una relación profunda entre el jefe y el sucesor oficial, de la cual no puede ufanarse el otro.

Acostumbrado por la apolillada política tradicional a los debates y argumentos sustantivos como base de las aspiraciones de poder, me llevó su tiempo descubrir en este boxeo de sombra, en estos reflejos chinescos, la sustancia de una controversia sucesoral. Aquí no hay debate sino misteriosos ataques y respuestas dirigidas a la mollera de los chavistas de la calle.

Ha acarreado cierto malestar que Jaua, Cilia y Maduro viajen cargados de símbolos religiosos en lo que se ha convertido en primera de sus formas de lucha.

De Cilia no sé mucho, pero sí algo de los otros dos. Vienen de la izquierda revolucionaria, marxista y contimás leninista y maoísta. Se hacían lenguas del carácter "científico" de su socialismo.

El caso es que si bien religión y ciencia pueden convivir perfectamente dado que uno se basa en la fe y otra en la realidad demostrada, lo incomprensible es que los líderes de la revolución coloquen la fe en el lugar de la ciencia.

Chávez está allí mandato divino y no porque disponga de un programa científico o racionalmente fundado, del cual ahora ni hablan. Es lógico entonces que en lugar de la última edición de El Capital, el poderoso trío le lleve símbolos divinales a su retiro.

Una digna y hermosa militante me llama algo alterada para aclararme sin que le pregunte, que ella sigue siendo revolucionaria no creyente. La misma queja refleja un reciente artículo de mi amigo Rigoberto Lanz. Pero nada de eso tiene importancia.

Importante y peligrosa es la competencia a ver quién está mejor aviado para borrar del mapa legal la alternativa opositora, antes de la tormentosa hora de la verdad. ¡Y el chapulín no está para ayudarlos sino para que lo ayuden! Es la pugna en la que, ausente el santo, se han engolfado el viajero y el equilibrista.

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