Exitosa experiencia

Tal Cual

Raúl Castro muestra su cinismo cuando interviene en asuntos que atañen a los venezolanos. A mediados del siglo pasado vivimos, lo que se calificó luego, como la última dictadura militar de Pérez Jiménez

POMPEYO MÁRQUEZ

Si revisamos someramente la historia venezolana nos encontraremos con una sucesiva violación de la Constitución, de alzamientos e intentos separatistas. O asonadas de toda naturaleza hasta que Gómez pone fin a las guerras civiles en Venezuela.

Chávez ha interpretado la historia a su manera. Al igual que aquellos caudillos que se alzaron en nombre de reivindicar el legado de Bolívar, él se constituye en el heredero de su pensamiento. A partir de estos razonamientos ha hecho con Venezuela lo que le ha venido en gana.

Incluso, irrespetando su salud, se empeñó en una tercera reelección que tiene al país sumido en esta incertidumbre. La camarilla militarcivil que lo acompaña en esta posibilidad de perpetuarse en el poder, "no calza las botas". Pocas veces hemos visto un gabinete más mediocre que el actual, que no está en capacidad de enmendar los entuertos creados por Chávez desde el punto de vista político, social y económico.

Esto último anuncia un tsunami (Teodoro dixit), fruto de ese empeño en destruir el aparato productivo y de no crear garantías para la inversión. ¿Cómo superar esta situación? No es fácil la respuesta.
Nadie en particular, ni un partido, ni un grupo social, ni una personalidad por sí solos serán capaces de derrotar tanta ignominia agravada con la injerencia cubana.

Raúl Castro muestra su cinismo cuando interviene en asuntos que atañen a los venezolanos. A mediados del siglo pasado vivimos, lo que se calificó luego, como la última dictadura militar. Pérez Jiménez, rodeado de un equipo que tenía una visión desarrollista del país, utilizó también los dineros del petróleo y del endeudamiento para su intenso gasto público que colocaba a la economía en periodos cíclicos, cada año cuando se iniciaban obras que debían ser inauguradas el 2 de diciembre.

El dictador había dado un nuevo golpe de Estado: en su record tenía octubre del 45, noviembre del 48, diciembre del 52. Lucía un régimen sólido, mostraba su aparataje militar, obligaba a los empleados públicos a marchar, creó la Seguridad Nacional, que sembró el terror y generó el miedo.

En 1957 se perdió el miedo: es el año de la Pastoral de Monseñor Arias, de movimientos estudiantiles y de creación de la Junta Patriótica que reunía a los cuatro partidos de la época, diezmados por la represión. Comenzó el proceso unitario: primera medida, no agredirse mutuamente, el adversario era la dictadura; segundo, una política de unidad nacional lo más amplia posible.

Mensaje a las FAN. Cuando la dictadura nos vio unidos llamó a un plebiscito para prolongar el período presidencial. Llamamos a la abstención. El 1º enero de 1958 se alzan Martín Parada y Hugo Trejo. Se quebró la unidad de las FAN. Se inicia la movilización en Caracas todos los días; ocurre el cambio de gabinete el 10 de enero, y el llamamiento a la huelga de prensa y general el 21, que tienen un éxito rotundo.

El 23 la intervención militar, con Larrazabal al frente. Huye el dictador. Venezuela entera toma la calle, la alegría es inmensa. El secreto de todo estuvo en la unidad nacional. ¿Por qué desperdiciar esta experiencia? Nada de exclusiones, nada de agresiones entre nosotros mismos, evitar querer construir un liderazgo destruyendo otros.

Incidir en la crisis social (inseguridad, las cárceles, y otros temas), participar unitariamente cuando se presenten elecciones. Coraje y más coraje, unidad y más unidad.