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viernes, 18 de enero de 2013

Países no tocan fondo

Tal Cual

Los venezolanos nos hemos tenido que acostumbrar a vivir con la incertidumbre como un manto que todo lo cubre. No sabemos si habrá azúcar mañana en el mercado, ni si la infame lotería de un secuestro o una bala pérdida nos tocará

CARLOS DÍAZ

Lo normal, cuando un año comienza, es glosar las tendencias que podrían marcar sus doce meses. Sin embargo, en Venezuela no vivimos tiempos "normales". La enfermedad de Hugo Chávez y su no asumida pero indefinida presidencia nos colocan delante de escenarios ante los cuales cualquier predicción económica termina teniendo la misma validez que el horóscopo de las revistas.

Los venezolanos nos hemos tenido que acostumbrar a vivir con la incertidumbre como un manto que todo lo cubre. No sabemos si habrá azúcar mañana en el mercado, ni si la infame lotería de un secuestro o una bala pérdida nos tocará; mucho menos podemos decir si la persona que hoy gobierna será la misma dentro de una semana. A mí, por lo menos, estos primeros días del 2013 me recuerdan el torbellino que borró a Macondo del mapa. La única certeza, al final, parece ser que todo seguirá más o menos igual.

Pujas políticas aparte, el chavismo sigue recibiendo el favor de las mayorías. Por eso su apuesta, como en 2011 y 2012, apuntará a evitar cualquier decisión que afecte sus posibilidades de triunfo en unas próximas y probablemente cercanas elecciones.

La economía, sin embargo, acumula ya demasiadas presiones en puntos neurálgicos: mercado cambiario, abastecimiento e inflación. Conseguir dólares y hacer mercado es cada vez más cuesta arriba, no sólo porque los precios no cesan de aumentar, sino porque además hay menor oferta.

Los ajustes necesarios son harto conocidos y tanto el Banco Central como el ministerio de Finanzas los han analizado. Devaluar la moneda, flexibilizar los controles de cambio y precios, y mejorar el clima para atraer inversiones es lo mínimo que se debe hacer. Por más que los jerarcas rojos se desgañiten en contra de un paquete en público, en la intimidad saben de sobra que postergar las decisiones sólo hará que las correcciones sean más dolorosas y costosas en el futuro.

La pregunta ya no es si habrá paquete, sino cuándo y quién lo anunciará. En el intermedio, el gobierno elude sus responsabilidades y busca chivos expiatorios. Así, el vicepresidente Nicolás Maduro promete "puño de hierro" contra los sospechosos habituales: acaparadores y especuladores.

Inspecciones, multas y cierres por cuenta del Indepabis, la Sundecop y la Guardia Nacional son la orden del día, pero el tiro les va a salir por la culata. Perseguir a los pocos emprendedores formales que quedan en el país sólo los empujará a recoger sus bates, y la oferta de productos nacionales terminará dependiendo del mercado negro, generando a su vez más inflación, desabastecimiento y presiones sobre el tipo de cambio.

Hay quienes ven en el descalabro del país una pequeña luz de esperanza y razonan que cuando toquemos fondo no quedará otra salida que enmendar el rumbo. Para mí, los que piensan así se engañan. Los países no "tocan fondo". Cuba y Zimbabue son prueba de ello. Encaminar al país por el sendero del progreso pasa necesariamente por un acuerdo nacional. Esa es la lección que necesitamos aprender. Citando a Bolívar: "¡Unión¡ ¡unión! o la anarquía os devorará!"

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