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miércoles, 5 de diciembre de 2012

Chávez: “recibo un país hipotecado”

José Guerra
TalCual / ND
5 Diciembre, 2012


El 10 de enero de 2012, Hugo Chávez se debe juramentar como presidente de Venezuela para el período 2013-2019. Recibirá la banda presidencial de si mismo. Con la banda recibirá también un país hipotecado. El país que él ha hipotecado, especialmente desde 2007. Al despuntar el año 2013 Venezuela tendrá una deuda pública total de aproximadamente US$ 214.052 millones, equivalente a 57% del PIB si este se valora a la paridad de Bs/US$ 4,30. De ese monto, US$ 100.965 millones corresponden a deuda del gobierno central, la deuda financiera de PDVSA alcanza a US$ 66.634 millones y con el Fondo Chino la deuda se registra en US$ 21.000 millones. A todo ello se le denomina deuda titularizada porque está representada en títulos valores o compromisos firmes de pago. Existe una deuda por US$ 25.453 millones por concepto de expropiaciones no canceladas, por pasivos de PDVSA con sus socios en las empresas mixtas, entre otros. A este endeudamiento se catalogó como deuda no titularizada.

Si las cuentas se elaboran a la tasa de cambio promedio de la economía, cifrada en Bs/US$ 5,20, al tomar en cuenta las transacciones realizada en el SITME y el mercado paralelo, se produce un cambio dramático: en 2012 la deuda como fracción del PIB treparía hasta 65,7% del PIB. Este es el número más realista. La propaganda oficial habla de una deuda respecto al PIB en el entorno del 30%. Ello es falso y al mismo tiempo una manipulación, por cuanto toman en consideración únicamente la deuda del gobierno central, dejando de lado los pasivos acumulados por PDVSA, el Fondo Chino y la deuda no titularizada. En el cuadro adjunto se evidencia una estimación de la deuda pública de Venezuela al cierre de diciembre de 2012, comparada con la encontró Chávez cuando asumió el poder.

En 1998, Chávez era candidato y andaba recorriendo a Venezuela. Nunca dejó de criticar el endeudamiento al cual fue sometido el país durante la década de los setenta y ochenta y que posteriormente se tradujeron en un enorme sacrificio para los venezolanos. El peso de la deuda se comenzó a tragar el presupuesto nacional y gastos esenciales como el de educación, salud e infraestructura se fueron posponiendo hasta deteriorar y en algunos casos colapsar la educación y la salud públicas. La infraestructura vial, portuaria y aeroportuaria de Venezuela se fue rezagando sostenidamente y de líder en América Latina, pasó a ser Venezuela una nación con importantes déficits fundamentales en esos bienes públicos.

Ese proceso de endeudamiento de Venezuela en la era Chávez es hija de la estatización de la economía y de su modelo socio político. Chávez concibe el socialismo como la apropiación por parte del Estado de los medios de producción previamente creados. Ello ha implicado un movimiento agresivo de nacionalizaciones, estatizaciones y confiscaciones de establecimientos productivos que de un día para otro pasaron a ser propiedad del Estado. Con ello, la dimensión del sector público no ha dejado de crecer y con su expansión las necesidades de financiar un nivel de gasto que crece vertiginosamente. Empresas privadas que eran superavitarias se trocaron en deficitarias lo cual trajo como consecuencia, por una parte, que hay que inyectarles fondos para prolongar su agonía financiera y por la otra, que el fisco dejó de percibir los impuestos que anteriormente estas empresas enteraban al tesoro nacional. Toda esta situación ha amplificado de manera significativa el gasto en tanto que los ingresos fiscales no crecen en igual proporción. El resultado esperable ha sido que el déficit fiscal se ha magnificado y con él los requerimientos para emitir deuda y así cubrir el desbalance entre ingresos y gastos. De esta manera, el déficit fiscal es el anverso y la deuda el reverso de la misma moneda: una gestión fiscal indisciplinada e irresponsable.

Pero como el delirio parece no tener fin, los apetitos de los burócratas por acrecentar el poder del Estado no cesan y así el déficit fiscal y la urgencia de nuevas deudas. Tal vez uno de elementos novedosos del endeudamiento al cual Chávez ha sometido a Venezuela lo constituye la carga de pasivos que pesa sobre PDVSA. La compañía estatal de petróleos de Venezuela es una empresa maula, que no paga. Se ha venido financiando mediante el atraso en sus pagos y exigiendo descuentos a los contratistas y proveedores. Atrapada en una gigantesca red de corrupción y nepotismo, hoy PDVSA, de existir en Venezuela leyes contra la bancarrota, tendría que haber asistido hace ya varios años al contencioso para llegar a un acuerdo con sus acreedores, reordenar sus pagos y enjuiciar a su directiva. Recibirá Chávez un país hipotecado. El país que él hipotecó.

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