Revolución inexistente

Tal Cual

No acometió una transformación estructural para reducir la pobreza, sino que jugó a la pirámide con los problemas de la gente, dando algo a pocos y dejando a la intemperie a la inmensa mayoría

SIMÓN GARCÍA

Padecemos la peor versión de la izquierda que se derrumbó con el Muro de Berlín. Perdió los ideales en la botija de un grupillo que se aferra a sus propios intereses.

Huérfana de épica y nuevas ideas se doblegó a Fidel y aceptó ser una copia de la fase involutiva de lo que intentó ser Cuba. Ahora la parodia está desmembrándose en desastres. Ya no se puede ignorar que el experimento venezolano es una estafa ética e intelectual.

La alta dirección del proceso se corrompió al primer toque y con una voracidad de agujero negro. No acometió una transformación estructural para reducir la pobreza, sino que jugó a la pirámide con los problemas de la gente, dando algo a pocos y dejando a la intemperie a la inmensa mayoría.

Aparte del decorado de unas expropiaciones "vitrina" y la retórica contra el capitalismo, los norteamericanos y la burguesía (todos ya con sucedáneos) practicó una economía de puertos y un populismo autocrático que amarra lealtades al caudillo y subordinaciones al Estado.

Ese entramado de poder, amalgamado eludiendo o vulnerando la Constitución, entró en crisis terminal. Hay cuatro razones de reojo. Primera, fue derrotado por su nivel de ineficacia. Segunda, es un tapón para el desarrollo. Tercera, se convirtió en un día de ayer, repitiendo las mismas alucinaciones.

Cuarta y fundamental, la gente de colas y camioneticas está brava y no quiere seguir con esta función. Votar por Capriles es parar este proceso de deterioro del país. Evitar el riesgo de colocarnos en una nación en peligro de extinción. Es también optar por una visión avanzada de progreso que una el buen sentido de justicia con la promoción de una sociedad abierta que asegure oportunidades para todos, competencia y solidaridad, pluralismo y convivencia.

Votar para quedarnos en el "esto es lo que tenemos" es seguir en el pozo improductivo del estatismo centralista, cambiar de manos la cesión de soberanía, soportar las arbitrariedades de una democracia mínima y defender una revolución que nunca existió.

Dar ese voto es avalar vivir mal seis años más porque estuvimos cuarenta años peor. Hay nerviosismos, incertidumbres y dudas que son señales de que algo bueno está por venir. Los sectores populares, que siempre tienen ojos para mirar lo esencial, se están moviendo hacia Capriles y quitar del poder a este régimen, mediante el único poder que el régimen no les puede quitar.

Está irrumpiendo una generación junto con una profunda y tranquila rebeldía cívica. Sin riesgos de restauración o caos. Ella tiene los conocimientos, las disposiciones democráticas, la voluntad de servicio al interés general, el compromiso vital con los más necesitados y las herramientas gerenciales necesarias para inaugurar un nuevo modo de gobernar. Probablemente le falte experiencia, un sexto sentido que puede tomar en préstamo mientras encuentra su propia barra para adquirirla.