Particularmente en las materias contradictorias como la generación masiva de empleo y el mantenimiento de un estatismo asfixiante y omnipresente que la creencia popular asocia a protección. Un caso similar, todas distancias guardadas es el que nos ofrece un país del primer mundo como Francia
JUAN USLAR GATHMANN
Particularmente en las materias contradictorias como la generación masiva de empleo y el mantenimiento de un estatismo asfixiante y omnipresente que la creencia popular asocia a protección. Un caso similar, todas distancias guardadas es el que nos ofrece un país del primer mundo como Francia.
Así pues, durante las últimas elecciones presidenciales de mayo pasado, una mayoría (escasa pero mayoría al fin) compró el discurso antiglobalización y antireforma del sistema laboral y de seguridad social que prometía François Hollande en lugar del plan más realista y crudo del presidente Sarkozy.
En otras palabras, que la gente prefirió darse algunos meses más de respiro y dejarse engañar conscientemente para evitar enfrentar la dura realidad que significa mantener un estatus de primer mundo en este mundo interconectado con tantos países deseosos de asumir esa posición (en su lugar). Digo que la gente sabía que se engañaba porque a finales de agosto, a escasos 4 meses de ser electo, ya el electorado le ha quitado 11 puntos de su confianza y todos los medios de comunicación de izquierda critican al gobierno.
Francia ha pasado a ser el país #21 en materia de competitividad y sus costos laborales han crecido 38% durante los últimos 10 años, comparados con Alemania donde los mismos han aumentado solo 8%. Francia cada vez exporta menos fuera de la UE y sin embargo la solución de Hollande es de aumentar los impuestos a los ricos al 75%, lo cual es una evidente medida populista que poco aporta al fisco.
La gota que rebasó el vaso fue la decisión de Peugeot de cerrar fábricas en el país, y que Hollande que había prometido impedirlo, acaba de autorizar la medida ante la evidencia de tener que reducir el déficit fiscal a 3% si quiere salvar al Euro, lo cual impide seguir subsidiando empleos costosos. Y el desempleo aumenta pues pocos desean invertir. Qué decir de Venezuela.


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