KEILYN ITRIAGO MARRUFO - Tal Cual
Fue parte de la comisión que aprobó el Ministerio Público para constatar la veracidad de la acusación de la matanza de los yanomamis, pero no avala la conclusión ni la forma en la que se llegó a ella. José Arianna Mirabal, médico forense miembro del Departamento de Ciencias Forenses de Amazonas, adscrito al Cicpc, dice que no puede certificar que llegaron a Irotatheri, supuesto sitio del suceso, y confirma las denuncias que han venido circulando sobre un posible saboteo en la investigación.
Cuenta que durante los cuatro días en los que estuvieron caminando en la selva, los siete efectivos de la Guardia Nacional que los acompañaban a él y otros seis civiles, estaban jugando al desgaste. "Nos preguntaban con mucha frecuencia durante la caminata si queríamos ser evacuados. Nos daban poca alimentación, comíamos la bolsita de 120 gramos de ración de combate, fue en las comunidades donde comimos un poco más. Cuando pasábamos por los riachuelos apenas podíamos agarrar agua para tomar porque bajo la excusa del tiempo no nos dejaron bañarnos en la expedición".
Los militares, según apunta Mirabal, al ver que estaban dispuestos a seguir caminando los evacuaron de Oroshiteri hacia un helipuerto cercano a otra comunidad en donde lograron identificar a unas personas que manifestaron conocer a otros yanomamis que sí habían estado alguna vez en Irotatheri. Cerca de la 1 de la tarde los guardias fueron a buscarlos, pero dos horas y media después regresó el helicóptero y les dijeron que milagrosamente la ministra para Pueblos Indígenas, Nilcia Maldonado, había conseguido el sitio.
"Permitieron que se bajaran sólo dos miembros de la comisión, uno por parte del Cicpc y otro de la Fiscalía. Consiguieron a cinco miembros que dijeron que esa era la comunidad. No fuimos testigos y no podemos certificarlo".
A Mirabal toda la situación le pareció muy extraña, "llevábamos un patrón de búsqueda que era el adecuado, íbamos de comunidad en comunidad preguntando ya teníamos identificados testigos que podían llevarnos al sitio y de pronto la ministra desde el aire identificó el sitio". Además, en el helipuerto al que habían llegado, tal como relata el médico forense, ya estaban unos sacos de pasta, sardinas, rollos de tela, algunos machetes, chinchorros y hachas que luego fueron entregados a los indígenas, lo que da cuenta de que otros funcionarios estaban desde horas antes.
EVIDENCIAS DE GARIMPEIROS
Durante el recorrido por la selva, Mirabal y sus compañeros se consiguieron con tres minas, una que no estaba siendo trabajada y dos activas. Dice que los propios militares, quienes siempre iban adelante por distancia de unos varios metros amparados en la excusa de que la zona garimpeira era peligrosa, comentaban que los mineros ilegales debían haber estado allí hasta hace muy poco. En casi todas las comunidades, Mirabal vio indígenas que portaban camisas de origen brasileño, se topó con bombonas, cartuchos y con yanomamis que tenían una especie de números de unos dos centímetros en el brazo y antebrazo, "y se pudo entender que era los garimpeiros quienes los tatuaban".
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