Los retos de Capriles serán controlar el revanchismo, reunificar el país y hacer un gobierno eficiente, por lo que un fraude electoral evidenciaría la minoría de Chávez, agudizaría conflictos internos y aceleraría el final del régimen
JOAQUÍN VILLALOBOS / ESPECIAL PARA TAL CUAL
Fueron los militares quienes obligaron a Chávez a que aceptara el resultado del referéndum constitucional que perdió en 2007. Una guerra civil supondría la división de las Fuerzas Armadas para matarse entre militares. No hay un ejército revolucionario en Venezuela por mucho esfuerzo de ideologización que hayan hecho los cubanos, la decisión de matar o morir por una causa requiere una condición extrema que empuje a miles de ciudadanos a optar por la violencia y esa condición no se ha presentado en el país; Venezuela está muy lejos de parecerse a Libia o Siria.
El peligro apocalíptico de ríos de sangre del que ha hablado Castro es absurdo. Sí es previsible que grupos de la extrema izquierda que se han armado generen alguna violencia, pero difícilmente ésta se puede generalizar. Si bien existe riesgo de fraude electoral, Chávez ha gobernado hasta ahora desde posición de mayoría, un fraude lo evidenciaría en minoría, se agudizarían los conflictos en sus filas y se aceleraría la decadencia política y el final del régimen.
CRISIS TERMINAL
El modelo religioso voluntarista adoptado por el régimen venezolano está en crisis terminal, puede continuar repartiendo recursos y privilegios, pero no tiene ninguna posibilidad de ser eficiente. El papel de inclusión, generación de identidad política y fundación de nuevas elites que llevó adelante, está agotado.
Con el tiempo se han acumulado graves problemas de escasez, inflación, energía, salud e inseguridad en medio de abundancia de dinero, fuga de inteligencia y cambios constantes de planes y ministros. La misma gente a la que el chavismo dio identidad política y oportunidades está comenzando a demandar más eficiencia; la retórica y la repartidera como política pública ha dejado de ser útil. Por ejemplo, han fracasado 19 planes gubernamentales para intentar controlar la violencia y la inseguridad.
La propuesta más reciente llamada "A Toda Vida" es de una enorme ingenuidad ya que pone el énfasis en planes preventivos. Prevenir implica actuar antes, pero Venezuela está ya en la plenitud de un desastre de seguridad con 157,000 homicidios en los últimos doce años, y ocupando el quinto lugar como país más violento del mundo. El último plan de Chávez equivale a repartir manuales contra incendios en medio de las llamas.
CUESTIÓN DE RELIGIÓN
La doctrina política de la extrema izquierda es asumir la representación de los problemas, plantear las demandas y señalar a los culpables, pero no sabe cómo construir soluciones; la voluntad, la fe en el líder y el fervor ideológico valen más que la inteligencia; sus activistas rechazan a quienes tienen conocimiento provocando una constante sangría de cerebros que los termina dejando sin capacidad de gobernar y generar riqueza. Los méritos más importantes son los que da la lucha revolucionaria; la lucha de clases se convierte así en una confrontación entre educados e iletrados que termina igualando en la mediocridad.
Suponen que la palabra del líder, la voluntad de los activistas y la movilización popular constante contra las fuerzas del mal pueden exorcizar los problemas. Normalmente sus dirigentes son canonizados en vida y sólo se retiran cuando mueren.
Tal como lo señala John Gray, las religiones políticas necesitan retroalimentarse de los ataques, las conspiraciones y también de las crisis para sobrevivir. El régimen cubano ha sobrevivido en medio de los desastres generados por sus propias políticas, gracias a la agresividad de los Estados Unidos. Pero Venezuela no ha sido ni agredida, ni aislada por nadie y la oposición a Chávez abandonó el golpismo y aprendió que la tolerancia democrática es más eficaz para enfrentar al fanatismo político religioso.
EL DÍA DESPUÉS
El chavismo, sino se fragmenta, se mantendrá como la fuerza política más grande de Venezuela y quizás, a futuro, se convierta en algo similar al peronismo. A la actual oposición, aún siendo gobierno, le tomará tiempo reconstruir el sistema de partidos políticos. Mientras éste se mantenga formado por decenas de partidos enanos en manos de pequeños caudillos, Venezuela seguirá en riesgo.
Los principales retos de Henrique Capriles, si ganara la elección, serán controlar el revanchismo contra los chavistas; reunificar a los venezolanos en medio de las diferencias, hacer un gobierno más eficiente que ideológico y tener la tolerancia como identidad política de su proyecto. Si perdiera legalmente, el reto será preservar la unidad, continuar acumulando fuerzas, no desmoralizarse y aprovechar todo espacio de poder ganado.
Venezuela ha entrado en cuenta regresiva, viene entonces una transición que no será ni ordenada, ni automática, ni sin dificultades, pero no hay posibilidad de otro rumbo, la Venezuela posChávez regresará gradualmente al mercado; y la democracia, poco a poco, como ya está ocurriendo en Cuba con el mercado.
El fin de los regímenes de Cuba y Venezuela será un golpe apocalíptico al espíritu y al cuerpo de la iglesia de la extrema izquierda. Esta transición será por ello de relevancia continental; es difícil prever los acomodos que se producirán en el izquierdismo latinoamericano con la pérdida del imaginario sagrado cubano y de los cheques venezolanos.
Sin embargo, las mayores beneficiarias de estos cambios podrían ser las fuerzas de centroizquierda, ya que las derechas perderían a los demonios de la extrema izquierda, que tan útiles les han sido a lo largo de medio siglo.
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