Tal Cual
En algunas de las casas que perdieron techos, ventanas y puertas los ingenieros nada han hecho todavía. Negocios esperan indemnización o saber el destino de los establecimientos afectados
KEILYN ITRIAGO MARRUFO
Punto Fijo
Minimizar a toda costa los efectos de la explosión en Amuay debió haber sido la orden de la cabeza de la "revolución bolivariana", por eso de estar en campaña electoral. "Todo se está normalizando, a los que pueden arreglarle ya le han dado los techos y los que perdieron totalmente la vivienda le adjudicaron casas. Están reubicados en 60 casas que fueron entregadas en Ciudad Federación. Ya no hay damnificados", aseguró el director de Protección Civil del estado Falcón, José Luis Morles. Sin embargo, minutos antes, los guardias nacionales en la entrada de la Base Naval, apuntado por varios pobladores como un refugio, confirmaron la presencia de habitantes de zonas afectadas, pero aseguraron que no podían recibir visitas. "Si usted quiere me da el nombre, yo llamo a su prima y ella sale a recibir la comida", le dijo a un familiar que fue a llevar algunos alimentos no perecederos.
"¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué no puedo pasar a ver a los damnificados?", le preguntó la misma persona a otros civiles identificados como funcionarios de la gobernación de Falcón que estaban próximos a entrar al lugar. "Ya le averiguamos, pero seguro son las órdenes del capitán".
La mujer esperó y esperó y nadie volvió. También en el Edificio Sede Centro de Refinación de Paraguaná, donde se supone tienen la data de los 8.700 empleados, aseguraron que los agraviados por pérdida total de casas están en el Hospital Cardón, Hotel Cardón y Hotel Península.
HACINADOS POR NECESIDAD
También hay personas que por estar completamente en la calle están viviendo arrimados en casa de familiares. Marilú de Lugo espera por ser reubicada en la vivienda de su mamá en la calle Miranda de Bella Vista, lejos de Alí Primera, donde sufrió minutos de desesperación mientras veía caer planchas de asbesto, paredes y vidrios. Al tiempo que hacen arreglos en su casa se las ingenia por convivir junto a 12 personas en un espacio reducido, sin que las diferencias hagan estallar conflictos serios.
A Marisela Fernández, habitante de Creolandia, la visitaron la semana pasada empleados de Pdvsa, quienes inspeccionaron y le dijeron que iban a hacer las reparaciones. Sin embargo, hasta la fecha no han hecho otra visita para arrancar trabajos.
En los comercios la cosa está más lenta. Acacio Pestana, dueño de unos negocios de la cuadra que está a 700 metros de la refinería, en San Rafael, tuvo que asumir los gastos de arreglos de la santamaría principal y de las ventanas. En el sitio la onda explosiva también arrancó cuatro puertas y cuatro marcos. Él corrió con suerte de no sufrir saqueos en aquella madrugada trágica aprovechada por vándalos que tomaron licores y alimentos de establecimientos vecinos. "No fue como en el Caracazo pero sí extrajeron algunas cosas".
Mientras tanto, quienes levantaron con años de esfuerzo panaderías, polleras y centros médicos que fueron totalmente devastados por el fuego siguen sin recibir indemnización.
En la calle principal de Alí Primera, Mercedes López contó que espera aún porque le digan qué va a pasar con el taller de su esposo que está unas tres cuadras más allá. "Si nos van a adjudicar una casa entonces dejaremos ésta para taller, es lo que se me ocurre", apuntó. Las marcas y morados en sus piernas y brazos le recuerdan la noche en la que estaba con amigos sentada en el frente de su vivienda tomando unos tragos, cuando de golpe cayó en el suelo del interior del porche y en segundos tenía encima a sus compañeros de silla.
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