Frente a un país caótico y a la deriva por el fracaso del mamotreto chavista, Capriles, junto a las organizaciones que hacen vida en la Mesa de la Unidad, comprendieron que era preciso y necesario soñar un futuro
ALIDHA ÁVILA
La descomunal soberbia con la que, durante 14 años, pretendió encanallar la vida pública y minar el amor propio de los ciudadanos para convencernos de que él era irremplazable, sólo le sirve ya para proferir disparates delirantes o echar mano de sus más bajos instintos para desatar una guerra sucia, como sólo él y su corte de aduladores saben hacerlo, con el fin de detener la arrolladora esperanza e ilusión que Capriles viene despertando a lo largo y ancho del país.
Será inútil. Cuando los pueblos deciden mirar alto, nada ni nadie puede detenerlos. El apasionado llamado de Capriles, durante su largo y ejemplar recorrido por Venezuela, para que la política, que no es otra cosa que la gestión de la convivencia ciudadana, vuelva a tomar el mando, vuelva situarse en el timón de la sociedad, ha rendido sus frutos.
Frente a un país caótico y a la deriva por el estrepitoso fracaso del mamotreto chavista, Capriles, junto a las organizaciones que hacen vida en la Mesa de la Unidad, comprendieron que era preciso y necesario soñar un futuro, para cuyo diseño se dieron a la tarea de diagnosticar, de cara y con los ciudadanos, los ingentes problemas que acucian la vida económica, social y política del país. El programa de la Unidad es por ello la propuesta más ambiciosa de progreso que candidato alguno haya presentado al país desde que accedimos a la vida democrática y republicana.
El 7 de octubre los venezolanos tendremos la oportunidad de empuñar nuestra vida con audacia y decidir por nosotros mismos el futuro que queremos construir, sin sumisión a ningún Mesías, al margen de ideologías arcaicas, con la conciencia de que sin el esfuerzo de todos y cada uno de nosotros no será posible superar las taras colectivas que nos condujeron a este desastre.
A los empleados públicos y beneficiarios de las misiones sólo les pido que actúen de acuerdo a su conciencia. El voto es secreto. No permitan que les pisoteen su dignidad con amenazas de despido. Recuerden: los principios tienen sentido sólo cuando arriesgamos algo al ponerlos en práctica. El mamotreto se hunde, hagamos peso. Todos a votar el 7-O.


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