PEDRO LUIS ECHEVERRÍA - Tal Cual
El problema político fundamental que enfrenta el saliente es que su tiempo histórico llegó a su fin. Con base en una equivocada visión ideológica, el régimen intentó, durante catorce años, establecer variadas e infructuosas reformas políticas que produjeron perversos resultados colaterales a toda la población. El tiempo transcurrido con el saliente en el poder frustró las expectativas de aquellos que ingenuamente creyeron que el régimen los reivindicaría socialmente de la exclusión y la inequidad y que vivirían mejor. Al hacer un análisis retrospectivo de los recursos que dispuso, de los logros y realizaciones alcanzadas, debemos concluir que tuvo la mejor oportunidad para gobernar, pero la desperdició. Fue incapaz de conducir los cambios que proponía, demostró gran ineficacia para instrumentarlos y no pudo convencer a la población que acompañara su utopía. No entendió su momento histórico: el país no quiere el tiempo pasado, rechaza el modelo de sociedad que nos han querido imponer en el presente y sólo le interesan viables alternativas hacia el futuro. El saliente no quiso adecuar su gestión a las necesidades del desarrollo del país, a lo que éste necesita y demanda: un gobierno que trabaje para alcanzar metas de crecimiento, bienestar, seguridad y progreso, cónsonos con el nivel de ingreso que percibe. El país necesita modernizar las estructuras del Estado, hacer eficiente y mejorar la productividad de las instituciones públicas y garantizar a la ciudadanía tranquilidad y un sistema de justicia probo y autónomo. El régimen responde con más centralización administrativa y más inherencia en las actividades económicas; menos autonomía de acción para los entes públicos y mayor control gubernamental para las actividades privadas. El régimen ha retrotraído al país a situaciones que habíamos superado; se constata que las instituciones fundamentales de la nación están afectadas al máximo, en su operatividad y credibilidad por la fuerte influencia presidencial en sus actividades, la flagrante corrupción y las erróneas políticas públicas.
He allí el monumental fracaso de la gestión pública y política de un gobierno al que aún no se le termina el tiempo constitucional de su mandato, pero si la oportunidad de hacer y crear que le dio, en su momento, la historia.
La incertidumbre inmoviliza a los servidores del régimen. Las ambiciones de sucesión dividen a sus acólitos. En la Fuerza Armada hay fuertes vientos de fronda. El desencanto y las frustraciones de los seguidores del régimen cunden a granel. El liderazgo único e indiscutible se va y se difumina.
Emerge y crece con fuerza una férrea voluntad unitaria en los predios opositores. El régimen sabe que el momento histórico le exige dejar el paso libre a quienes pueden conducir mejor los destinos de la Nación.
La mayoría del país quiere que en el 7-10 termine, de una vez por todas, la larga y tenebrosa noche chavista y para eso se prepara con firmeza, sin dubitaciones, sin miedos
ATENCIÓN USUARIOS DE ARAGUA SIN MIEDO
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