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sábado, 4 de agosto de 2012

"Las clínicas privadas como gran negocio es un mito"

ELIZABETH ARAUJO - Tal Cual

Para el médico y docente de Pediatría en la Escuela Vargas de UCV, y presidente del HCC, Amadeo Leyba Ferrer, el éxito obtenido por el Gobierno con Barrio Adentro y los CDI se traduce en deterioro de los hospitales. Niega que el sector privado se enriquezca a costa de la crisis de salud, y dice que, al contrario, muchas clínicas como la Santiago de León, Sthory Ruiz, San Pablo, Caurimare y David Lobo no están prestando servicios.

Agrega que "Venezuela habrá cambiado de verdad cuando un sindicato exija como reivindicación que su familia sea atendida en hospitales públicos que funcionen y no en clínicas privadas".

­Usted ha pasado muchos años como pediatra en hospitales públicos.

¿Cuál es su visión actual de la salud pública en Venezuela? ­En sus inicios, el modelo de salud del gobierno tuvo gran éxito a través de la misión Barrio Adentro, logrando la inclusión popular en un sistema humanizado de atención primaria. Pero hizo que la red hospitalaria, con contadas excepciones, sufriera un deterioro importante.

­¿Entonces el Gobierno sí ha dado muestra de interés por la salud pública al crear Barrio Adentro, los Centros de Diagnóstico Integral (CDI) y desarrollar programas asistencialistas, como la Misión Milagro, entre otras? ­Sí. No podemos negar o desconocer que a nivel de atención primaria, intermedia (CDI), Misión Milagro o la labor del Cardiológico Infantil, se ha logrado satisfacción ciudadana pero no es comprensible que se haya permitido que avance el estado de deterioro hospitalario y que no haya un proyecto para enfrentar la falta de aspirantes o deserción de las que pueden ser especialidades vitales en los programas de salvar vidas: Terapia Intensiva, Neonatología, Nefrología, Oncología, Infecciones. Por cierto, esta escasez de profesionales también la estamos notando en las clínicas privadas.

­El deterioro de los hospitales no es de data nueva. En la llamada cuarta república hubo denuncias contra gobiernos de entonces que desatendían un derecho fundamental consagrado en la Constitución.

­Cierto. La Venezuela de la llamada cuarta república y la actual no han podido sustentar un servicio público que garantice atención de salud oportuna y eficiente desde "la cuna a la vejez". Un ejemplo es la discriminación de los niños que no pueden costear vacunas como las del neumococo, varicela, hepatitis A, cuya aplicación previene enfermedades con significativas tasas de mortalidad y morbilidad y que el sector público no las aplica.

­El principal argumento del lado oficial es que las clínicas privadas se aprovechan justo de la crisis hospitalaria e imponen su ley, con tarifas extremadamente altas, incluso difíciles de pagar por la clase media.

­Hay el sentimiento de que las clínicas privadas son de alta rentabilidad por lo exagerado de sus costos y la especulación en los servicios que ofrece. En el caso del HCC, que mantiene una ocupación de lunes a viernes del 100%, su beneficio durante el año 2011 fue de 5 millones de bolívares. En ese mismo año adquirimos un nuevo equipo de Sistema (Ris Pacs) a un costo de Bs. 5/2 millones. El servicio de terapia intensiva de adulto e infantil da cuantiosas pérdidas, a pesar de su alta ocupación. Las mismas las compensamos con los ingresos de otros servicios. Poca gente entiende que para atender 7 cunas de Terapia Intensiva Infantil se amerita por los turnos de trabajo, 42 enfermeras profesionales universitarias.

­¿El auge de las clínicas privadas está realmente asociado con el deterioro del servicio de salud pública? ­No existe tal auge de las clínicas privadas. Eso es un mito. Lo que hay es colapso en la prestación de servicios. Esa afluencia se debe a 3 factores: a) Inclusión de empleados públicos en seguros o fondos autoadministrados; b) Disminución del número de camas de las clínicas privadas. Muchas clínicas de clase media o media baja han venido cerrando, como la Santiago de León, Sthory Ruiz, San Pablo, en Chuao; Caurimare, en Bello Monte; David Lobo, etc. Esos centros aportaban 300 camas y c) El deterioro de la red hospitalaria, ya mencionado.

­Para quienes cuestionan la medicina privada, señalan que son expresión misma del capitalismo salvaje, cuyo lema es: mientras más enfermos, más negocios de la enfermedad.

­El buen ejercicio de la medicina es incompatible con el capitalismo salvaje. No niego que en la Campana de Gauss de la medicina venezolana haya algunos que lamentablemente tengan esa visión. Pero la amplia mayoría no.

­¿En qué quedó el baremo o lista regulada de precios para los servicios prestados por las clínicas, aprobado por el sector de Clínicas Privadas y la Asamblea Nacional? ­En nada, pasó a "Archivo". El trabajo del diputado Tirso Silva fue dedicado y responsable, pero era a largo plazo y nuestra mentalidad es de inmediatez efectista.

­Se dice que el monto de la deuda el Gobierno con las clínicas privadas es incalculable ¿A cuánto asciende en el caso del HCC?
­La deuda es grande. Actualmente es de Bs 48 millones. Puedo decir con crudeza que si el Gobierno no honra sus compromisos hará inviable nuestra calidad de servicio. Nuestros proveedores de insumos no entienden que Cantv tengan deudas vencidas. El proveedor, si no cobra no despacha.

­¿Por qué no pagan? ­Los cuatro puntos que aprobó la Asociación de Clínicas Privadas con el Gobierno, el HCC los ha cumplido en un 100%. En ese mismo acuerdo se estableció que los honorarios médicos serían discutidos entre las partes. La Cantv de manera unilateral dice que tenemos que acogernos a un baremo, establecido por ellos, lo cual escapa a la clínica, porque son las Sociedades Médicas las responsables de firmarlo. Como presión nos dicen que no nos pagarán las deudas vencidas hasta que aceptemos su baremo.

­¿No existe una forma de presionar para que esa deuda sea cancelada? ­Es difícil enfrentarse a este modelo de Gobierno, donde se tiene mucho poder.

Mediáticamente defender las clínicas privadas resulta antipático para una gran parte de la población. Dentro de los profesionales existe miedo o preocupación ante cualquier enfrentamiento por la posibilidad de expropiación o intervención de su fuente de trabajo. Si hubiera equidad, nosotros podríamos dejar de pagar los servicios públicos, como la electricidad, para honrar los compromisos adeudados pero estoy seguro que nos suspenderían los servicios, sin medir las consecuencias.

­Usted denunció irregularidades en el HCC. ¿Cómo va ese caso? ­Llevamos a Fiscalía una denuncia de irregularidades, sustentadas en auditorías (incluso auditoría forense). Los asesores legales nos advirtieron que, de constatarse la magnitud del daño patrimonial, nos convertiríamos en cómplices por no denunciarlo. Ese expediente fue entregado a un fiscal por sorteo quien tras iniciar la investigación, un buen día la Dirección de Fiscalía le quitó el expediente y lo entregó a otro fiscal quien, sin haber concluido la investigación y sin llamar a la otra parte, declaró el sobreseimiento en la figura de alguien que nunca señalamos. El expediente, por ley, tuvo que ser enviado a un juez penal de Control, pero el juez que lo recibió lo devolvió a la Fiscalía porque la investigación era "incompleta" y había hechos punibles perseguibles de oficio, como estafa, defraudación, apropiación indebida calificada. Indicó que, al no practicar todas las investigaciones, el Ministerio Público violentó nuestros derechos procesales. Es por ello que venimos apelando la decisión de la Fiscalía según nos indica la ley.

­¿Pueden convivir los hospitales públicos y las clínicas privadas sin que exista un clima de pugnacidad? ­Cada vez más hay sindicatos del Estado que firman sus contrataciones colectivas e incluyen pólizas HCM en clínicas privadas, del modo en que no llevan a sus hijos a escuelas públicas. ¿No hay una contradicción en quienes luchan por un modelo de sociedad socialista y terminan usando el servicio privado? Toda persona tiene derecho a buscar lo mejor para sí y su familia, y en eso comparto tales exigencias sindicales. Pero este país habrá verdaderamente cambiado cuando un sindicato exija como reivindicación que él y su familia sean atendidos en hospitales públicos que funcionen y no en clínicas privadas.

­¿Pero existe algún ejemplo en donde ya hayan convivido sin pugnacidad los hospitales públicos y las clínicas privadas? ­Sí. Un buen ejemplo: nuestro convenio de la Unidad de Trasplante de Médula Ósea con MinSalud y de la Unidad de Diálisis con el IVSS. Han honrado de forma cabal sus compromisos y hemos dado el servicio necesario.

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