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miércoles, 8 de agosto de 2012

El día que Chávez dejó de ser Presidente...

PEDRO LUIS ECHEVERRÍA - Tal Cual

Cuando perdió la credibilidad de la mayoría de los venezolanos, ese día, Chávez dejó de ser el Presidente de todos. Cuando su intolerancia y carencia de principios democráticos dividió a los venezolanos entre chavistas y no chavistas, ese día dejó de ser el Presidente de todos. Por sus estulticias recurrentes, mentiras infantiloides, estólidas reflexiones y subestimación de la inteligencia y capacidad de sus conciudadanos, perdió la "authoritas" y, ese día, dejó de ser el Presidente de todos. Cuando prefirió dilapidar los recursos provenientes del petróleo y no utilizarlos racionalmente para satisfacer las ingentes necesidades del pueblo, dejó de ser el Presidente de todos. Cuando renunció al liderazgo que confieren la veracidad y la transparencia, dejó de ser el Presidente de todos. Cuando decidió que su gobierno fuese una suerte de "caja negra" cuyo contenido real se desconociera y que sólo se abriera para anunciar las mentiras y falacias que le convienen a su régimen, dejó de ser el Presidente de todos. Cuando fraudulentamente modificó las leyes militares para tratar de convertir a la Fuerza Armada en su milicia personal, dejó de ser el Presidente de todos.

Cuando desconoció la voluntad mayoritaria que rechazó la propuesta de reforma a la Constitución, dejó de ser el Presidente de todos. Por su actitud indolente frente a la inseguridad y la monstruosa corrupción que nos asolan, dejó de ser el Presidente de todos. Cuando trató de eternizarse en el poder e imponernos un pensamiento único, dejó de ser el Presidente de todos.

Chávez dejó de ser Presidente de todos cuando impuso el autoritarismo como forma de gobernar; un autoritarismo muy largo con más arbitrariedades y persistencia inflacionaria que ninguno en nuestra historia.

Por sus ineficaces conceptos nublados de arcaísmo y miopía y por no haber sido capaz de construir, durante catorce años en el mando, una alternativa sólida, confiable, racional y patriótica, concentrada en los temas centrales, con vistas a ofrecer a los venezolanos un futuro promisor, dejó de ser el Presidente de todos.

En su gobierno, perdieron vigencia el mérito, la constancia y la decencia. Ahora lo que importa es la viveza. Sí, ha resucitado la viveza nacional. Pero no se trata de una viveza que antes se limitaba a travesuras, el humor picante o beneficios de poca monta. No. Se trata de una viveza que destruye la República y compromete el destino del país. Olvidó que los sufragios designan a quienes deben servir, no para que se sirvan y por eso dejó de ser el Presidente de todos.

En su gobierno el envilecimiento se derrama como una lluvia de pus. Desde arriba se esparce el ejemplo de cómo se puede usar el poder para enriquecimientos ilícitos. Se tejió y dilató una red de corrupción que no podrían sostener ni los cíclopes de la mitología y por ello, dejó de ser el Presidente de todos.

Así las cosas, el próximo siete de octubre, por nuestra voluntad y votos, los venezolanos lo convertiremos en el Presidente de nadie.

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