No sabemos muy bien cómo atender algunos de los problemas globales que parecen tener mayor urgencia. En el caso de Assange nos encontramos con que la forma es el fondo, no existen garantías para un juicio justo
MIGUEL ÁNGEL LATOUCHE
El Reino Unido quiere dejar sin vigencia la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas EFE
I. Vivimos tiempos complicados. Allí donde existían certezas se impone la incertidumbre. Los paradigmas que nos servían para entender el mundo han perdido su poder explicativo e incluso los parámetros que enmarcan la construcción de la Moralidad se han hecho borrosos. Vivimos en una época en la cual "todo vale" y la ética tiene un carácter circunstancial. Como si los comportamientos se validaran "caso por caso" y los criterios acerca del Bien y del Mal, acerca de lo Bueno y de lo Malo, acerca de la Verdad y de la Mentira pudieran irse construyendo según el viento sople. "Como vaya viniendo vamos viendo".
El problema es que el Estado Nacional se construye no sólo sobre la capacidad real de monopolizar la coacción física legítima (como diría Max Weber) sino, además, sobre la construcción de un orden valorativo que valida positivamente el cuerpo normativo y que acepta el alcance de las reglas que regulan los comportamientos sociales. De manera que los mecanismos de control social (policía, Fiscalía y tribunales) no tiene que vigilar de manera permanente el comportamiento de los sujetos en su interacción con los demás, el compromiso colectivo hace que la gente se comporte de la manera que debe hacerlo cuando deba hacerlo, de manera tal que los mecanismos de regulación se hagan presentes solo cuando existan transgresiones, y lo hagan para aplicar de la manera más imparcial que sea posible, y con la celeridad del caso, todo el peso de la Ley.
En nuestro tiempo es fácil percibir el colapso de esos mecanismos de control. De aquellos cuyo locus de control funciona externamente, tanto como de aquellos que tienen que ver con la validación interna de la norma y con los límites autoimpuestos. Todo esto tiene en mi opinión tiene que ver con el cuestionamiento del Estado Nacional como mecanismo de organización social y con la necesidad de revisar su capacidad para dar respuesta a los retos que en tanto que sociedad global (o al menos globalizada) enfrentamos de cara al futuro.
No solo no entendemos la dimensión de los tiempos en los cuales vivimos (vivimos en medio de una profunda incertidumbre acerca del presente y acerca del futuro) sino que además no sabemos muy bien cómo atender algunos de los problemas globales que parecen tener mayor urgencia: terrorismo, calentamiento global, pobreza y exclusión, destrucción de bosques y de mares, etc.
II. Todo esto viene a cuento por lo postura de que ha asumido el Reino Unido con relación a la situación de Assange. El Asilo es una institución de Derecho Internacional Público que tuvo origen en América Latina, que ha sido aceptado por la Comunidad Internacional, y que tiene, en tanto que construcción normativa, un carácter vinculante. La postura inglesa no solo desconoce la institución, con lo cual afecta el funcionamiento de mecanismos que tratan de salvaguardar la seguridad física y la dignidad de las personas en aquellos casos en los cuales existe la posibilidad de que sean sometidas a juicios de carácter político, en los cuales la política prevalezca por encima de la Justicia, sino que además le pone un tono inconveniente al asunto. ¿Cómo es eso de que un Estado pretende entrar en una legación diplomática con las fuerzas policiales para agarrar preso a un tipo? ¿Es que acaso la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas ha perdido vigencia? El gobierno del Reino Unido sabe muy bien que las embajadas son inviolables por el Estado Receptor y que la Ley Británica de Premisas Consulares y Diplomáticas de 1987 mediante la cual intentan justificar el ingreso no está, ni puede estarlo, por encima del Derecho Internacional. Las fuerzas policiales del Reino Unido no pueden entrar a la Embajada del Ecuador una vez que este país ha otorgado Asilo Diplomático. La postura inglesa desconoce la manera como se ha venido redistribuyendo el poder mundial en los últimos años.
En el caso de Assange nos encontramos con que la forma es el fondo, no existen garantías para un juicio justo, pero además, se trata de que una situación complicada: ¿tenía la gente de Wikileaks el derecho de hacer públicos documentos que afectaban la seguridad de un número importante de Estados Nacionales? Pues, uno diría, vale otra pregunta: ¿Tenía o no la gente derecho a conocerlos? Se trata, yo creo, de un asunto de libertad de opinión, asociado al derecho que tiene la sociedad de estar informada acerca de asuntos que le conciernen directamente y puestos en la chiquitita, uno tendría que preguntarse qué pasa con los sistemas de seguridad de los Estados afectados, cómo es que uno deja que los asuntos asociados con la seguridad del Estado anden rodando por allí para que la gente los encuentre y los haga públicos.
A veces la culpa no es del loco sino de quien le da el garrote.
Claro que es contradictorio que sea precisamente Ecuador, un país cuestionado por la Comunidad Internacional, por la presión que ha ejercido en contra del periodismo libre, el que haya otorgado el Asilo, pero vivimos tiempos llenos de contradicciones.
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