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viernes, 20 de julio de 2012

LA EDUCACIÓN Y LOS POLÍTICOS

LEANDRO BUZÓN - Tal Cual
@leandrobuzon


Desde hace algún tiempo, la política ha sido percibida, en nuestro país, como una actividad que carece de un ordenamiento ético que guíe su quehacer. Es en estos tiempos cuando parece tan acertado el comentario del lúcido intelectual Picón Salas, quien señaló que muchos venezolanos ven la política como una cosa mágica e imprevisible; es suerte, azar, fatalidad. En consecuencia, muchos jóvenes nos preguntamos hoy: ¿Qué ha pasado con nuestros políticos? ¿Qué rol ha jugado el sistema educativo en la formación de los políticos que tenemos hoy en Venezuela? La política es, o debe aspirar a ser, una ordenación y descubrimiento de la vida nacional. La política en sí misma, parte del hecho de poner en práctica una determinada concepción del mundo; es decir, un proyecto político supone cómo ha de estar ordenada y estructurada una sociedad. Por lo tanto, no puede existir una auténtica educación sin una base filosófica ni un fin político.

Aproximadamente desde la década de los 80, nuestro sistema educativo se quedó estancado. Incluso hoy es un aparato aislado de las realidades del país, teoría divorciada de los hechos; y esta realidad se impone a las nuevas generaciones que quieren comprender y definir a su país y, como consecuencia, a muchos jóvenes se les dificulta poder entender qué es lo que sucede.

En Venezuela, la educación y sus estructuras han carecido de los lineamientos generales para forjar una sociedad crítica, que exija y demande de sus políticos planteamientos lógicos y coherentes que esbocen un sistema para la mayor felicidad posible de todos los venezolanos.

El Estado educa para algo, quiere utilizar colectivamente la educación suministrada, con el fin de acentuar en ella ciertos valores, necesidades, tradiciones o formas que considera más estables o cónsonas para establecer un mecanismo de convivencia ciudadana.

El destino nacional se pierde entre lo contradictorio y lo difuso, y esto es porque el sistema educativo ha carecido de sistematicidad de contenidos para ofrecerle a las nuevas generaciones y, en especial a los políticos, un panorama más claro en su quehacer. La educación venezolana, como estructura social, debe reinstalar, en el centro de su existencia, el arte de hacer pensar a sus ciudadanos; ya que, de este modo, al establecer una conciencia nacional lo suficientemente sólida, nos alejará del azar y de la fatalidad, porque sus ciudadanos serán críticos a su propio sistema.

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