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martes, 31 de julio de 2012

Globovisión y democracia

ADELSO GONZÁLEZ URDANETA - Tal Cual

RENIER OTTO/ARCHIVO

Es tarea imposible referirse a Globovisión, como medio de comunicación social de información diaria durante todas las 24 horas, sin hacer lo mismo al debido ejercicio de la Democracia como forma esencial de gobierno.

Naturalmente todo esto es expresión, en todo momento y circunstancia, del modelo político existente. Porque la política comunicacional de cualquier gobierno es expresión de su modo de ser, de su específico modelo, de su manera de tratar la información y el juego de opiniones, de cómo piensa y actúa frente a signos claros de una democracia en movimiento.

En el presente gobierno, de claro e inequívoco signo personalista, junto con lo autocrático, autoritario y militarista, cada vez con mayor afán totalitario, el juego político de la comunicación social se siente cargado de limitaciones a su desarrollo y a veces pareciera asfixiarse. Globovisión está obviamente en ese juego y ocupa en él un lugar destacado, por la naturaleza del modelo político existente y por su propia línea editorial, sustancialmente ajena y hasta contraria, en pensamiento y en acción, al dictamen gubernamental, cuyo anunciado norte es la "hegemonía comunicacional". En el camino hacia este logro por alcanzar ha habido un sinnúmero de hechos concretos relacionados con los medios de comunicación social, en cuya mira está siempre Globovisión, como han estado antes Radio Caracas Televisión y determinadas emisoras.

Globovisión informa todos los días en sus 24 horas, y lo hace a su manera, con los límites establecidos en la impuesta legislación gubernamental. Para Globovisión ha sido su derecho a informar libremente, democráticamente, un delito sometido a sanción.

La Nación tiene derecho a ser informada de todas sus realidades y ello en Venezuela no existe a cabalidad. Correlacionado con todo están en la práctica venezolana los derechos de pensamiento y de expresión, hoy sometidos a limitaciones expresas y conocidos acosamientos, como es el caso de Globovisión. Al respecto, nos preguntamos: ¿Y los mandatos constitucionales, en plena vigencia? El Presidente se ha malacostumbrado a no hacerles caso, mucho menos cuando se trata de Globovisión.

Nuestros generosos lectores conocen bien todo el proceso de acosos y amenazas contra Globovisión. Son 36 procedimientos judiciales y 7 administrativos, con la reciente y amenazante medida de embargo, trampa en la cual supo no caer, para mantenerse prestando su servicio a los tantos beneficiarios de Venezuela y del exterior, que se mantienen pendientes de sus informaciones diarias sobre nuestra viva realidad.

Globovisión, como la mayoría de los venezolanos, padece los hechos de abuso, arbitrariedad e irrespeto (a la persona individual y colectiva, e incluso a la Constitución y otras leyes) del raro, singular e inédito modelo político-ideológico imperante: especie de mezcolanza o híbrido, que no es en realidad ni dictadura ni democracia, ni tampoco socialismo en su cabal y democrática expresión.

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