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sábado, 23 de junio de 2012

Especial de Tal Cual: La despedida de María Teresa

Tal Cual


La última vez que vi a María Teresa Castillo fue en un almuerzo en la casa-galería de ese ser maravilloso que fue Cecilia Ayala. Éramos una decena de invitados y nos sentamos en el jardín. María Teresa estaba ausente, silenciosa, muy afectada su memoria. Su rostro mantenía una especie de beatitud, una sonrisa esbozada, emanaba ternura. De repente, para mi sorpresa, alguien le pidió que cantara. Y cantó, cantó mucho, con una voz bella y frágil, viejas canciones españolas y fragmentos de zarzuelas que había aprendido en su juventud y que, quién sabe por qué milagro, probablemente por muy amadas, habían permanecido invulnerables a las devastaciones del tiempo. Ese domingo quedó entre mis recuerdos más vivaces, diáfano y doloroso, teñido de un barniz del almuerzo sobre la hierba de Manet y azarístico pórtico a la muerte de seres demasiado importantes para mí.

La recuerdo también regañándonos a Moises Moleiro y al que escribe, como si fuésemos unos mocosos, por una pelea que teníamos con alguna gente de El Nacional, la cual ya había recibido una jalada de orejas similar. Por supuesto que asentimos a todo lo que decía e hicimos propósito de enmienda. Creo que en el fondo agradecimos ese extraño paréntesis que nos devolvía a la infancia, la bondad de sus intenciones y, seguramente, lo razonable de sus argumentos.

No fui un amigo especial de María Teresa pero ella era amiga de todo el mundo, literalmente. Y, de suyo, uno estaba rodeado de gente que la quería entrañablemente.

Pero siempre la tuve como ejemplo egregio de valores como generosidad, tenacidad ­estaba literalmente en todos los espacios culturales-, vocación de ser útil, gentileza que repartía a manos llenas.

Mucho tendremos que escribir sobre lo que María Teresa Castillo aportó a la cultura venezolana, a la modernidad de la mujer criolla, a las buenas causas políticas. Estoy seguro que se hará, lo haremos. Por ahora he preferido escribir esta nota volandera, de cierre, más con el lado claro del corazón y las fijaciones de la memoria que con los rigores del análisis.

En realidad la intención es hacer público cuánto sentimos en este diario este adiós y hacerle saber a su familia y a toda la familia cultural venezolana nuestro pesar. Esas cosas mejor si parcas y sentidas.

FERNANDO RODRÍGUEZ

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Vital y pionera

María Teresa Castillo acaba de decirnos adiós sin alejarse. Siempre presente ha de estar quien a fuerza de sueños, trabajo y constancia había derrotado desde hacía muchos añosy para siempre el olvido. No habrá manera que los venezolanos, vueltos a los valores de la convivencia democrática, no encuentren en las páginas de su vida un ejemplo de cómo se lucha para construir un país con grandeza. Vino a estos predios terrenales con el signum de los pioneros, un impulso vital que prodigaba para recibir de vuelta multiplicado, fructificado, en voluntades y compromisos para con su país.

Hasta en las facetas más remotas y quizá fugaces de su brillante hoja de servicios, fue una hacedora de caminos. Hoy el periodismo es una profesión cada vez más feminizada, pero hace setenta años era ella una de las poquísimas reporteras del país y apenas una de las tres mujeres, junto con Ida Gramcko y Carmen Clemente Travieso, del grupo de más de cincuenta periodistas que fundaron el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa en 1946. Medio siglo después, cuando su nombre ya estaba inscrito como una de las mujeres más influyentes en los avances de la cultura de la Venezuela contemporánea, volvía, simplemente para decir: "No me he ido, no los he olvidado", gesto de extrema sencillez que viniendo de ella se convertía en legado institucional y lección de reafirmación de fe en nuestro país y su gente.

No te has ido, María Teresa, y tampoco nosotros te vamos a olvidar.

GREGORIO SALAZAR

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TESTIMONIOS DE VIDA

CARMEN RAMIA, PRESIDENTA DEL ATENEO DE CARACAS "Se convirtió en la primera mujer presa en Venezuela, cuando la encontraron repartiendo propaganda comunista, en ese entonces no había cárceles de mujeres, y la detuvieron en la jefatura durante un año. María Teresa vivirá por siempre, mientras el ateneo exista, ella va a estar viva porque Es el personaje más emblemático de la cultura venezolana, su legado es indiscutible"

OSCAR YANES "Cuando llegaron a reportear, las mujeres estaban muy lejos de salir a buscar las noticias. Los hombres pensaban que ellas no podían hacerlo porque exageraban las cosas. María Teresa fue una de las que tumbó ese mito y se convirtió en una excelente reportera. Ella hizo de la cultura su fuente y la cultivó de una manera extraordinaria, con mucho brillo. Me siento muy orgulloso de haber trabajado junto a María Teresa. Era infatigable, no había horarios cuando de buscar noticias se trataba"

MARGOT BENACERRAF "Fue de una generosidad, una tolerancia y una apertura grandiosas. Tenía las puertas abiertas para todo el mundo. No hubo nadie que le solicitara ayuda que no la recibiera. Hay algo que su desaparición no va a borrar nunca, porque ella siempre estará presente entre nosotros gracias al legado que nos ha dejado, que es muy grande", retoma Carmen Ramia. "Su nombre siempre va a ser sinónimo de presencia, porque su vigencia permanecerá en todas las cosas que hacemos, culturalmente hablando

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