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martes, 5 de junio de 2012
Esa maldición china
ANA JULIA NIÑO GAMBOA - Tal Cual
Nunca había entendido tan bien como ahora aquel adagio chino, más bien maldición, de "ojalá te toque vivir tiempos interesantes" porque eso es lo que ven quienes observan desde afuera.
Que Venezuela vive tiempos interesantes, porque hay hechos que certifican que muchas de las cosas que hemos vivido acaban con un gobierno pero que aquí eso no ocurre. Es interesante e inexplicable que no suceda nada ante la infracción diaria de las normas constitucionales. Más interesante aún que un gobierno que habla del poder participativo y protagónico del pueblo se burle del pueblo que antes se negó a que su Constitución nacional fuera reformada, pero que ha recibido dosis contundentes de reformas constitucionales por vía de ley, de decretos ejecutivos o de sentencias judiciales. Es interesantísimo que el tribunal de más alta jerarquía en el país se anote en la eterna convalidación de los actos evidentemente inconstitucionales. No deja de tener importancia el ejercicio de un Presidente enfermo, que ha informado selectivamente y sólo ante las presiones de la ley del rumor, mientras que ejerce el gobierno desde territorio cubano. No digan que no les resulta atractivo eso de que en las cárceles venezolanas se instalen episodios de guerra y que luego haya traslados de pranes, Biblia en mano, que no aparezcan armas, que nadie sea responsable y que todo vuelva a la calma sin mayores aspavientos. Alcanzamos niveles de interés mundial cuando funcionarios del alto gobierno delatan las fechorías y otras menudencias oficiales y que los órganos de control político y administrativos se queden pasmados hasta nuevo aviso.
Claro que la lista de asuntos interesantes sobrepasa el espacio de este artículo. Y obvio que la ironía es el talante de lo escrito. Vale decir, sin embargo, que nada de lo descrito justifica el respaldo ni el rechazo al "me quiero ir demasiado" tan de moda en estos días. La vigencia de la expresión alcanzó al Presidente de la República, que se inclinó y admitió que también se iría, aunque muchos consideraron que ya se fue demasiado, lo cual no deja de ser interesante también. Seguro que somos muchos los que, aunque no queremos irnos demasiado, al menos tenemos el legítimo sueño de ir perdiendo cada día la experiencia de vivir tiempos interesantes, al menos en los términos de la maldición china. A todos nos vendría bien un poco de aburrimiento ciudadano, no de apatía, ni de anomia.
Sólo una pequeña dosis de calma, de vacaciones del ajetreo político.
Abrigando el deseo de que otros países nos releven en eso de "vivir tiempos interesantes", China, por ejemplo.
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