En el Internado Judicial de Nueva Esparta, cárcel de San Antonio, hay 1.700 presos en un espacio construido para 450. Son dos jefes de la cárcel los que controlan las celdas de castigo, y ahí "le dan un break" a los reclusos que se comportan mal con las visitas o no pagan las tarifas de Bs 50 a la semana por pernoctar, y Bs 30 por tener un teléfono celular, entre otras.
El penal es uno de los menos violentos del país y lo controlan dos líderes, que respetan sus territorios CORTESÍA EL SOL DE MARGARITA
ANA CAROLINA ARIAS | ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
sábado 2 de junio de 2012 12:00 AM
Porlamar.- Tienen piscina, galleras, parrillas, aire acondicionado y televisión satelital, como se vio en un video de una agencia internacional de noticias. Que "en el mar la vida es más sabrosa", lo pueden decir los internos del penal de San Antonio, en Margarita; aún cuando garantizar la vida es lucha de cada día, sus horas transcurren en una de las cárceles más calmadas del país.
Lo más grave que le puede pasar a un interno en este penal es "comerse la luz": quien teniendo un trato lo incumple, quien comete un error como "mirar feo" a una visita, decirle alguna palabrota a un niño, o como "el Gato", preso que robó el teléfono a la abogada durante una cita en tribunales, es enviado al "break" un cuarto de castigo donde los golpes es lo más sencillo que recibe.
A diferencia de los penales en cualquier otra parte del mundo, las celdas de castigo, en San Antonio, no las manejan las autoridades, sino los dos "pranes" (líderes) del penal.
Hay dos bandos uno lo maneja "El Conejo" y el otro "Ridel" un joven que pisa los 30. Conviven pero no se juntan. Ayudan con material, con recursos, "las oportunidades abundan para los reclusos que quieren", afirma la fuente.
Aire acondicionado, televisior, computador, teléfono propio, todo es tan posible como para quien está en libertad, si paga. Ser protegido por uno de los pranes cuesta 50 bolívares semanales, y Bs. 30 tener celular. Si no se puede pagar con dinero, se asume el oficio de custodio, "monta guardia", u otro que designen los jefes.
Hasta por fuera, la cárcel de San Antonio, a la mira de todos los que transitan la autopista Juan Bautista Arismendi que conecta Porlamar con el aeropuerto, da sensación de tranquilidad. Pocos guardias, poca gente, poco movimiento, aunque adentro es el mismo submundo difícil de entender.
Tras pasar la requisa, la imagen de las películas de gente guindada de los barrotes, de candados de seguridad o de cabinas con un teléfono para hablar con el pres, se desmoronan.
La realidad es como entrar a un gran centro comercial a cielo abierto, donde hombres y mujeres se relacionan en absoluta libertad. Ni decir si es una fecha especial como pronto será el Día del Padre, o el Día del Niño, y tradicionalmente el Día de la Virgen de Las Mercedes. Chivos, patos, gallos, pollos, hacen vida con los humanos hasta que tienen buen tamaño.
"En San Antonio como en todas las cárceles del país se vive lo que los presos quieran, ellos son los que mandan", dice un relacionado con el recinto. Por ejemplo, el Día de las Madres se entregaron alrededor de 5 mil tickets para el disfrute de la fiesta donde hubo rifas, comidas, juegos, "todo un bello compartir" aliñado con "guarapita", que acostumbran preparar desde el día anterior para que esté fría y concentrada.
La única restricción para los reos es salir, aunque se dice que hay algunos que salen y regresan. Los pabellones fueron pensados para 450 personas pero actualmente conviven 1.700 presos. Algunos han construido cuartos y otros viven en carpas.
Una madre que debe visitar a su hijo en el penal de San Antonio, comenta que el lugar no es feo, "está pintadito, mi hijo los domingos aporta 30 bolívares pero es para que se hagan las fiestas. El vive tranquilo, se la pasa con sus gallos".


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