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lunes, 21 de mayo de 2012

Zona de confort


JAIME BELLO-LÉON - Tal Cual

Si hay algo que yo no me calo ­sí, uso el venezolanísimo y vulgar verbo calar­ son las penosas y patéticas excusas de los oficialistas de estos últimos catorce años sobre el asunto de las cárceles en Venezuela.

¿A quién se le ocurre poner al frente de este gravísimo problema a una aventurera voluntarista como lo es la señora Iris Varela? ¿Qué sabe ella de eso? ¿Dónde aprendió de asuntos penitenciarios? La feroz crisis que en este lado del tablero existe, el de las cárceles venezolanas, es evidencia del desprecio que se tiene por la vida humana. Si no entendemos y asumimos que las cárceles no pueden ser concebidas como los más viles ámbitos para la perversión, para que allí reine el más atroz horror entre los que se supone han delinquido, entonces no hemos entendido de qué se trata la vida republicana.

Sí, tan simple como eso. Las cárceles son parte del entramado social, no pueden estar al margen de la sociedad y, por tanto, allí tiene que prevalecer el Estado de Derecho y se tiene que honrar la dignidad de la persona.

Parte fundamental de este problema es que consideramos que quien ha sido hecho preso se merece y debe pasar por infinitos castigos por haber actuado mal. En esta premisa está nuestra perdición.

Lo primero que debemos tener claro es que en un país que quiera ser llamado moderno, donde la justicia pase de la letra muerta a la realidad, el Estado debe, tiene que, no se puede librar de, honrar los derechos humanos de todos, inclusive los presos, aun de aquellos que han cometido innombrables crímenes, quienes tienen, por tanto, derecho a los derechos humanos. De lo contrario, ocurre lo que ha venido sucediendo: en Venezuela las cárceles son la zona de confort del diablo, donde aflora lo peor del género humano amparado por el Estado, con la venia de la "ciudadanía", que sencillamente voltea la cara para no ver lo que allí acontece. Aunque no lo queramos reconocer, todos somos corresponsables de este espantoso horror, pero en particular es el Poder Ejecutivo el primer responsable de esta atrocidad que funciona como la médula del crimen organizado.

Una de las primeras tareas que ha de acometer el próximo gobierno de Venezuela, si queremos afirmar que vivimos en una república, insisto, es resolver este espinoso y difícil asunto.

No existen sociedades justas si en las cárceles es normal, es habitual, que se le dé rienda suelta a la lógica del más fuerte, del más delincuente, del más asesino, del más violador.

No es con aventurero voluntarismo que se resuelven los problemas. Si hay algo de lo que podemos presumir es que en estos últimos catorce años hemos asistido a clases magistrales de piratería, improvisación, corrupción y, sobre todo, de manipulación, donde en nombre de los más pobres y de los más débiles, se ha montado un eficiente aparato para delinquir, por tanto, para matar a Venezuela.

@jbelloleon

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