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sábado, 26 de mayo de 2012
Solución de la delincuencia
RUBÉN MONASTERIOS - Tal Cual
Otto Kleist-Pinga es una de las figuras estelares de la Criminología mundial, ciencia que ha enriquecido mediante controversiales aportes; mantenemos una cálida amistad desde mis días de estudiante de posgrado en la Unicersidad de Torr, bajo la tutoría de su ilustre padre, Otto KleistHobba, fundador de la Criptopornología, ciencia que se ocupa de descubrir significados obscenos en obras respetables. Conocedor de mi nacionalidad, en un encuentro en San Francisco me habla con satisfacción de su reciente visita a Venezuela. Anticipo que la razón de su inexplicable entusiasmo por nuestro país es que en él encontró llevada a la práctica una de sus ideas.
Caracas le pareció un asco; no salía de su repugnancia y asombro al ver las toneladas de basura acumuladas en torno a los barrios periféricos y otras inconcebibles manifestaciones de deterioro urbano; en este fenómeno, y a partir del supuesto científico de la "ventana rota", identifica una de las causas del auge delincuencial en nuestro país.
El principio maestro de la teoría en cuestión es que el admitir y ser benévolo ante las transgresiones menores: la ventana rota, un primer grafito en una pared, un montón de basura en una esquina... estimula el incremento de esas transgresiones y el tránsito de estas a otras mayores; el crimen es mayor en las áreas donde prevalecen el descuido, la suciedad y el maltrato del ambiente; la "ventana rota" y otros deterioros del entorno en apariencia irrelevantes en una comunidad, trasmiten un mensaje de dejadez, desinterés por el ambiente e irrespeto de los códigos de convivencia; progresivamente un vecindario se va depauperando, atrae a vagos y maleantes y los vecinos decentes se mudan, si pueden hacerlo, o se someten al nuevo estado de las cosas: contra su voluntad establecen una suerte de modus vivendi implícito con los marginales sociales, con el consecuente malestar psicológico y conflicto interno que se origina de la existencia en esas condiciones. De modo que para encarar el deterioro de la calidad de vida de las comunidades y reducir la inseguridad, es imprescindible no pasar por alto esas transgresiones menores: deben ser castigadas con severidad. En otras palabras, el control oportuno de los pequeños problemas, impide su generalización y los crímenes mayores.
Comento, al desgaire, que la teoría "de la ventana rota" tiene su fundamento en un ingenioso experimento dirigido por el psicólogo social Phillip Zimbardo (Universidad de Stanford, EEUU, 1969). Los investigadores dejaron sendos automóviles, idénticos, estacionados en dos sitios diferentes: uno en una calle del Bronx, barrio bajo y problemático de Nueva York; el otro en una calle de Palo Alto, una urbanización de clase alta de California. Al cabo de poco tiempo, el primero había sido íntegramente desmantelado; el segundo permanecía intacto, incluso, se registraron (mediante grabaciones en video) algunos intentos de proteger dicho vehículo de parte de vecinos. Entonces los investigadores introdujeron una nueva variable: rompieron uno de los vidrios del carro estacionado en Palo Alto; al cabo de poco tiempo a partir de ese acontecimiento este vehículo también resultó desmantelado.
Kleist-Pinga criticó severamente la desidia de las autoridades en cuanto a conservación del ambiente urbano; destacó que el entorno físico depauperado se relaciona con los sentimientos de baja autoestima, fracaso y exclusión social de las personas, siendo ese estado sociopsicológico generalizado en una colectividad, un caldo de cultivo de la criminalidad. Combinado con el desempleo, la miseria generalizada, el modelaje de violencia, la incitación a delinquir, entre otros factores, dijo el científico, el gobierno es un auténtico generador de delincuencia.
Pero tanto como me pareció razonable esta argumentación, me dejó estupefacto su no menos vigorosa alabanza de las medidas que se están tomando para controlar el dominio del hampa.
Kleist-Pinga no está de acuerdo con la clausura de La Planta; según su autorizada opinión, tal como fue, era un penal ideal. La Planta ha debido conservarse con algunas modificaciones, por ejemplo, elevando el muro circundante para evitar que salieran al exterior las balas perdidas, e implantando un programa de bonos pagaderos a los guardias que facilitaran el tráfico de armas. No obstante, aprueba otras disposiciones, en particular el convenio que permitió a los pranes mudarse con sus reales y su droga, y el traslado masivo de los reclusos a otras penitenciarías donde los "privados de libertad" vivían en forma más o menos holgada, con lo que se han creado en ellas hacinamiento, una de las condiciones idóneas para eliminar la delincuencia.
Kleist-Pinga cree que el gobierno venezolano no aplica su teoría científicamente; su impresión es que las autoridades son en exceso primitivas como para saber de estas cosas; procede, en consecuencia, en forma netamente intuitiva; en cualquier caso, el estado del sistema carcelario nacional parece estar regido por los principios de una proposición suya, según la cual el método más expedito para erradicar la criminalidad consiste en encerrar a los hampones en cárceles aisladas del resto de la comunidad, sometidos al peor hacinamiento concebible y la mayor promiscuidad, suministrándoles toda la droga que apetezcan, así como armas de alto calibre, de modo que enloquecidos por la droga, se maten los unos a los otros.
"¡Ustedes se van aproximando a pasos agigantados a la solución!"... dice mi amigo con alegría.
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