ATENCIÓN USUARIOS DE ARAGUA SIN MIEDO
La computadora desde donde actualizamos la página web de la organización y publicamos los anuncios de los eventos está dañada desde la mañana del domingo 12 de marzo de 2017, por lo que les informamos que haremos una pausa técnica en la actualización mientras resolvemos los inconvenientes. Gracias por su atención!!!
martes, 8 de mayo de 2012
Para qué humanistas
Fernando Rodríguez - Tal Cual
El papa Urbano VIII, admirador de Galileo y apasionado por el saber, trató de defender al gran iniciador de la ciencia moderna frente a uno de sus perseguidores más implacables, el cardenal Bellarmino, preguntándole: ¿en qué puede dañar a la Iglesia el conocimiento de los cielos y el movimiento? El astuto inquisidor le contestó, con gran penetración: ¿qué pasará cuando se aplique ese espíritu científico a los asuntos, menos celestes y más terrenales, de la Iglesia y la sociedad? Pasaría lo que pasó, la destrucción del mundo medieval y la sustitución de la ideología teocrática por el humanismo racionalista burgués, la caída de un mundo.
Lo que intuía Bellarmino era la relación indisoluble entre saber y poder y, más precisamente en lo citado, entre el saber sobre lo humano y las relaciones con el poder político. Después ha llovido mucho y Benedicto XVI le pidió disculpas al padre de la ciencia nueva. Pero el principio permanece intacto para todo régimen cerrado y dogmático. Es cierto que las ciencias naturales, y la avidez tecnológica que las impulsa y a las cuales potencia, se han hecho más o menos universales, aunque siempre habrá un tea party que niegue el evolucionismo darwiniano. Pero las llamadas ciencias humanas tienden siempre a tener un pobre destino en los regímenes totalitarios, así sean tan primitivos como el nuestro.
No deja de ser curioso que el arte tenga un poco más de ventura, de oxígeno, en las sociedades cerradas.
Quizás se deba a que la belleza es un valor más ambiguo y trascendente. La pobreza del marxismo teórico en la URSS, reducido al manual de Stalin sobre el materialismo, es proverbial. Y su influencia en el movimiento intelectual a través de la internacional comunista acabó con cerebros muy lúcidos en todo el planeta.
Althusser hablaba de la vergüenza que sentía un universitario francés, obligado por su compromiso político a repetir las necedades esclerosadas de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética. Algo similar pasó en Cuba, donde si bien las artes tuvieron, adentro y afuera, no pocos destellos, un filósofo o un sociólogo que ejercía en la isla era casi analfabeto hasta en las modalidades contemporáneas del marxismo mismo.
Digo esto a propósito de la reciente medida de Cadivi de negar, arbitrariamente, la posibilidad de que los venezolanos puedan acceder a los dólares preferenciales, utilizando su propio dinero, para estudiar en el exterior carreras humanísticas. Ante lo cual no vale el hecho cierto de que muchos de los sistemas de becas establecen una jerarquía de preferencias orientada por las necesidades prioritarias del país. Aquí de lo que se trata es de limitar las posibilidades de ejercer su intransferible vocación en uso de sus bienes y el derecho a disponer de ellos. Como si nos obligasen a viajar a Holanda y no a Noruega, para exagerar.
Es el viejo resabio totalitario que la verdad de lo humano no hay que buscarla demasiado porque ya está en los libros rojos o verdes o en las loqueteras historiográficas y morales del árbol de las tres raíces, las antiguallas de nuestros indios y próceres y en los himnos militares.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario