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miércoles, 2 de mayo de 2012

"La escuela no es un púlpito ni una tarima"


Tal Cual

Asegura que el peor desacierto del sistema educativo es convertirlo en reproductor de una ideología. La deuda más grande del Gobierno está en no haber atacado la deserción escolar entre los 15 y 18 años 

KEILYN ITRIAGO MARRUFO 

Estuvo de segundo al mando durante el primer año de gestión del ministro de Educación, Héctor Navarro, en el primer gobierno del presidente Chávez. Licenciado en Educación, egresado de la Universidad Central de Venezuela, doctor en Ciencias Sociales y conocedor del sistema educativo venezolano.

Ve con preocupación la realidad política y social del país porque hay una degradación de valores, lo que ha afectado significativamente la convivencia ciudadana. Asegura que el ventilador encendido no puede ser un dispositivo de chantaje cuando esto no sirve para administrar justicia.

¿Qué opina sobre la resolución de Cadivi que limita las carreras para las divisas estudiantiles? ­El Estado puede definir cuáles son sus áreas prioritarias porque para eso tiene competencia. El espectro de disciplinas mencionadas es bastante amplio y esa fue mi apreciación. No es alarmista.

La reducción de los presupuestos es una realidad de la que se viven quejando las universidades... 

Me parece un reclamo legítimo que hay que atender con la debida celeridad.

Aspiro y espero que las autoridades del Ministerio de Educación Superior y los vicerrectores puedan llegar a un feliz término donde efectivamente no se corra la arruga y se puedan cubrir las justificadas y legítimas necesidades de la universidad.

Porque esto claramente les afecta... 

Lo que preocupa es que la cuota asignada tiende a ser mucho menor de lo solicitado y con las presiones salariales legítimas de los sectores que laboran cada vez se reduce la cuota de disponibilidades para poder cumplir.

¿El déficit de la UCV es el más fuerte, no? ­Hay algunos casos, como en la UCV, donde el impacto de las jubilaciones es tan elevado que la capacidad de reposición de personal y la posibilidad de darle un salario atractivo y digno para que pueda desenvolverse y dedicarse a tiempo completo en la universidad es cada vez menor. Los sueldos universitarios han venido menguando de forma significativa, y mucho más aún cuando los incrementos de sueldo mínimo deberían tener un impacto en la cadena sucesiva.

¿Y no lo hay? ­Hay un profundo cuello de botella que hace poco atractiva a los profesionales que egresan de las casas de estudio para incorporarse a la universidad y esto merma la calidad de la institución porque no tienes generación de relevo. Era previsible pensarlo porque podía ocurrir en la medida en la que había una mayor ampliación de instituciones oficiales. La cuota dentro del presupuesto nacional asignado a educación debe crecer de forma armónica para poder atender tanto a las universidades históricamente constituidas como a las nuevas que han venido creándose.

Es innegable que ha habido una expansión cuantitativa de la matrícula universitaria, ¿pero qué pasa con la calidad? ­No me gusta opinar sobre lo que no he investigado, pero uno puede reclamar como principio que la expansión de oportunidades es una fase del proceso y que esta expansión debe estar acompañada de apoyo y consolidación de la calidad del servicio. No puede haber una educación pobre para pobres.

¿La deuda en la construcción de liceos es mucho más grande que con otros niveles de educación? ­Dentro de la estructura del sistema escolar venezolano el nivel más desguarnecido es el medio diversificado. Se ha hecho un esfuerzo en primaria y en el sistema universitario, pero hay una carencia en bachillerato. La pregunta es: ¿de dónde salen los recursos, le quito a uno para ponerle a otro? Hay que incrementar a todo el sistema en su conjunto para que todos los actores tengan un nivel de vida digno que les confiera la República.

¿A qué estuvo vinculada la renuncia de su cargo de viceministro durante el primer gobierno de Chávez? ­Muchas razones que no son noticia de interés público.

¿Diferencias en el manejo del sistema educativo entre lo que usted quería y lo que se estaba planeando? ­No comment (sin comentarios).

¿Qué deudas hay en materia educativa? ­Una de las demandas crónicas que tiene la sociedad es cómo atender a la sociedad desertora, fundamentalmente a los adolescentes con una edad muy crítica de 15 y 18 años que salen del sistema sin la preparación debida. Mi recomendación en políticas públicas es que la magnitud del problema supone incrementar la concurrencia de distintos actores. Por eso es mi llamado a los consensos en educación.

¿Cómo se logra este consenso? ­Sin bien es cierto que el Estado tiene una obligación, hay que invocar la concurrencia de distintos actores que coadyuven a la formación de nuestra generación de relevo. No hay nada más costoso que la ignorancia. Es una mancomunidad de esfuerzos, independiente de las diferencias políticas.

¿Qué es lo mejor y lo peor que percibe del sistema educativo venezolano? ­Lo mejor es la expansión de oportunidades. Lo peor es que lo convirtamos en un sistema reproductor de una ideología.

Luis Beltrán Pietro Figueroa decía que la escuela no es un púlpito ni es una tarima. Para el púlpito está la iglesia y para la tarima está la plaza.

¿Se está convirtiendo la escuela en una plaza? ­No podría decir que en todas, pero hay que combatir ese riesgo.

La polarización, ¿cómo ha influido en la educación? ­La realidad es compleja, no es sólo blanco y negro sino llena de matices.

Esa polarización en las aulas pervierte la relación pedagógica, porque la educación es un acto ético. Un elemento fundamental de la educación es el tema de la convivencia, por eso es que tenemos un contrato social, porque de lo contrario sería la ley de la selva. Los filósofos de la política siempre advirtieron los riesgos del horror que significa entender al otro como un enemigo y no simplemente como alguien diferente.

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