Democracia mediática

Fernando Rodríguez - Tal Cual

Un incidente reciente, a propósito de la televisión española, me parece ejemplar de muchas cosas nuevas que suceden en este mundo acelerado y estrepitoso que vivimos.

Como se recordará el magullado Zapatero tuvo entre sus gestos más noblemente democráticos el de pasar el poder real de la televisión estatal española del ejecutivo al legislativo.

Una junta directiva era elegida por dos tercios de los votos del parlamento, lo cual garantizaba la pluralidad de ésta, la hacía una verdadera televisión de Estado y no de gobierno, una BBC. Pues bien el reaccionario de Rajoy acaba de cambiar ese status haciendo aprobar una nueva reglamentación que concentra todo el poder de la directiva en su Presidente y éste va a ser elegido por mayoría simple, que por supuesto el PP tiene en la actualidad.

Vuelve, pues, a ser controlada por el Ejecutivo y puesta a su servicio. Tanto el PSOE como la Izquierda Unida votaron en contra.

Lo curioso es que la izquierda, ligada históricamente al estatismo controlador y a la supremacía ideológica decretada, levanta en este caso las banderas de la tolerancia y la pluralidad, mientras que la derecha muestra su frecuente hipocresía liberal.

Todo lo cual indica que una izquierda realmente democrática es posible, en la ocasión actúa más como democrática que como izquierda.

Traigo esto a colación por el contraste con esas cloacas propagandísticas y mentirosas que son los medios radioeléctricos oficiales venezolanos, seccionales publicitarias del gobiernete que nos aplasta y su partido.

Lo cual los ubica del lado de Rajoy en la disputa aludida, aunque, seguramente éste hará un uso infinitamente más decente de la tv estatal hispana.

En realidad nosotros somos miembros legítimos de la tradición estalinista, cubana en estas latitudes, y de todos los fascismos y gorilismos que en el mundo han sido.

Es bueno que recordemos estos modelos ahora que parece que vamos a cambiar de horizontes políticos.

Pero, en nuestro caso, también debemos recordar que al lado de una robuusta y democrática televisión pública necesitamos enfrentar esas llagas no menos dañinas, antidemocráticas y anticulturales que son las poderosísimos medios radioeléctricos privados que tanto mal han hecho a la conciencia y a la moral de los venezolanos durante décadas. Que éstos no vuelan a reinar como otrora, sin control alguno y aplastando con sus patas de elefante los fines de la política y los imperativos pedagógicos y culturales con que debe cumplir el lucrativo negocio. Si en algún lugar debe privar el slogan, a veces muy vacío, de negar el pasado y el presente, el reinado absoluto del oligopolio televisivo privado de ayer y la autocracia despótica y policial del chavismo, es este de los medios masivos.

Cuestión espinosa si salimos de este túnel del horror porque ya hay demasiado conciencia en tirios y troyanos del valor incalculable que tienen los media en la disputa y el ejercicio de poder. Aquí debemos ser particularmente izquierdistas y demócratas.