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martes, 22 de mayo de 2012
¿Cuál Parlamento?
VÍCTOR HUGO D’PAOLA - Tal Cual
En la dirección del Estado se forman los estadistas. El personalismo desbordado del Presidente actual ha impedido que otros pudieran destacar; apenas son sus empleados. No solo eso, también tienen la culpa ellos mismos por la adulancia extrema que sumisamente practican.
Tampoco estudian. Jamás se les ocurrirá leer, por ejemplo, las Memorias de Adriano. Algo aprenderían.
En el gobierno de Chávez y su círculo más selecto no hay nadie que se parezca a un intelectual.
En 1945 un golpe de Estado derribó a Medina.
Betancourt y AD subieron al poder. En la llamada "Revolución de Octubre" acompañaban a Betancourt: Pietro Figueroa, Pérez Alfonso, Gonzalo Barrios, Pérez Guerrero, Luís Lander, Rómulo Gallegos, Ruiz Pineda, Andrés Eloy Blanco, entre otros. En el gabinete de Chávez no hay uno que se parezca a éstos. Solo nulidades. Ni Giordani, errático y sombrío, destruyendo la economía del país.
Dentro del Estado, el Parlamento es fundamental. En Venezuela solo hay un remedo de tal institución. Los últimos "debates" lo mostraron. Un joven con la cabeza llena de grasa (tal vez, lo único que tiene en la cabeza) insultando a la oposición; una señora que fue esposa de algunos verdaderos comunistas, intentando dar lecciones de lo que ya olvidó: dignidad; Amoroso, no haciendo honor a su apellido, diputado desde la cuarta República, antes adulaba a los parlamentarios para que lo ayudaran en lo que no sabía hacer; Carreño, sin la menor vergüenza por haber hecho una lista al Tribunal Supremo con gente como Aponte Aponte; Braulio Álvarez, convencido de estar en una fiesta de disfraces y tal vez tenga razón. Los demás son peores, basta con seguir sus intervenciones a través del canal expropiado de la Asamblea Nacional.
Un Parlamento es absolutamente necesario para la existencia del Estado, con una verdadera división de poderes. En Venezuela eso no existe, no hay Estado ha sido adulterada su misión y la mediocridad reina en él y la llamada Asamblea Nacional no cumple sus funciones de verdadero Parlamento.
Éste existe en las democracias para ser el centro del debate político, generador de iniciativas, para el diálogo necesario entre Gobierno y Oposición, correa de transmisión entre el pueblo que reclama derechos y el gobierno que debe responder. Bajo el gobierno del despotismo la República se viene abajo, sin gobernabilidad alguna, basta con observar cualquier debate de la pretendida Asamblea Nacional.
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