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miércoles, 18 de abril de 2012

Una orgía de odio


FREDDY NÚÑEZ - Tal Cual

"Perdóneme todas las barbaridades que he dicho de usted. Lo llamo para preguntarle si está dispuesto a resguardar mi vida y la de los que están conmigo en Miraflores. En vista de los acontecimientos suscitados hoy, he conversado con mis colaboradores y he decidido abandonar el poder. Unos están de acuerdo y otros no. Pero es mi decisión." Extracto de la conversación que Hugo Chávez sostuvo a las 12:30 de la madrugada del viernes 12 de abril, con Monseñor Baltasar Porras, según puede leerse en el capítulo "Los Primeros Meses de 2002", del libro Memorias de un Obispo, del citado prelado. A esta significativa cita hecha por un hombre que merece credibilidad, se unen otras dos que hay que recordar siempre como parte sustantiva de los hechos ocurridos el 11 de abril. Una, es la expresión de José Vicente Rangel el día 12 al mediodía afirmando ante la sorpresa de una periodista que lo encuentra en plan de salir a almorzar tranquilamente con su familia: "Aquí no ha habido ningún golpe, lo que ha habido es un pronunciamiento militar". La otra no podrán borrarla con discursos idiotas, pertenece al General en Jefe Lucas Rincón, actual embajador de Venezuela en Portugal: "Se le presentó al Señor Presidente la renuncia, la cual aceptó".

Existen libros, escritos de prensa, etc., que dan cuenta de la actuación real de muchos de esos fanáticos que hoy pujan entre sí por descollar como más chavistas, y cantan loas a la valentía imaginaria del teniente coronel. De manera que lo que diferencia esta orgía de odio desatada, del tradicional empeño de borrar la historia y construir una épica popular fantasiosa sobre lo ocurrido, tiene más que ver, no con el decenio que se cumple de esa fecha, sino con las particulares circunstancias en las que este aniversario se da. Me refiero a la enfermedad de Chávez (en su manipulación solo le falta crear la misión lástima) con todas las implicaciones que trae implícitas, y al hecho de estar a 6 meses de unas elecciones que no pueden disimular les hacen sentir la posibilidad cierta de perder el poder.

Estas celebraciones macabras, no pueden borrar el sangriento golpe de Estado de Chávez el 4 de febrero del 92, y tampoco pueden producir el miedo que pretenden sembrar en el país.

Utilizando los dineros y demás recursos públicos exhibieron una mezcla de fanáticos vestidos de rojo, con otros vestidos de verde, para brindar una simbólica unidad de "pueblo" y "fuerzas armadas" que ni confunde ni atemoriza. Entre otras cosas porque esa unidad suele darse contra las dictaduras, no contra un país que lucha políticamente en defensa de la democracia y contra la voluntad de imponer una dictadura comunista, históricamente fosilizada. El discurso de Chávez, cargado de odio, de ataques vulgares contra Capriles, amenazando prácticamente con una guerra civil, demuestra también la farsa, la comedia del teniente coronel, cuando llora y apela a "diosito". Como le dijo en carta pública el Obispo Emérito de Carora, Eduardo Herrera Riera, "para ser un buen cristiano debe comenzar por reparar los daños causados" y eso es una "misión imposible" para quien no entiende la vida sin el odio. Conviene recordar que la envidia y el odio pudren.

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