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miércoles, 11 de abril de 2012

BOCONES


ELIZABETH ARAUJO - Tal Cual

Duele en verdad, como venezolana y amante del beisbol, asistir al drama que atormenta a Oswaldo Guillén por no haber mantenido su boca cerrada, justo cuando lo necesitaba. De un carácter dicharachero que raya en lo indiscreto, las declaraciones vertidas para la revista Time, que tanto han enfurecido a la comunidad cubana de Miami, ponen en aprieto el futuro profesional de este grandeliga, que tras haber brillado como jugador, arriesga ahora su condición de manager de los Marlins.

Lamentablemente en Guillén no son nuevas sus metidas de pata y en Chicago no olvidan sus desdichadas palabras contra un periodista homosexual, en un caso que enfureció a la comunidad gay y a no pocos fanáticos de los Medias Blancas. No es tanto lo expresado sino la arrogancia que exhibe en sus declaraciones la que hoy coloca a este venezolano en el ojo de la tormenta. Es el castigo divino que recibe esa odiosa extirpe de los bocones, seres humanos que se sienten por encima del resto de los mortales y suelen escupir para arriba sin molestarse en advertir si la saliva podría caer sobre sus cabezas.

Es lo que precisamente está ocurriendo con el presidente Chávez, hasta ayer un todopoderoso, burlón y ofensivo, cuyos insultos contra el adversario eran premiados por atronadores aplausos de sus ministros, y ahora, acosado por una enfermedad que nadie desea ni a su peor enemigo, se quiebra en lágrimas ante el inexorable destino.

Pero ¿cuántas veces no escuchamos a Hugo Chávez decir que la Iglesia era un cáncer, o burlarse del cardenal Velasco horas después de fallecido o cañonear con procacidad a Manuel Rosales, y llamar "imbécil" al actual gobernador de Zulia? ¿Le pareció a alguien gracioso cuando tildó de diablo, borracho, asesino y burro a George W. Bush o calificar de genocida y narcotraficante al expresidente Uribe? ¿En qué momento, por ejemplo, oímos del actual jefe de Estado brindar una palabra de consideración a los familiares de Franklin Brito o lamentar la suerte de los comisarios y los siete policías sentenciados a la cárcel por crímenes que no cometieron? ¿Ha expresado Chávez desde el instante en que "descubrió" esta nueva fase de su vida alguna consideración hacia la jueza María Lourdes Afiuni y exigir que sea atendida con urgencia dado su problema de salud? Son preguntas que nadie olvida. De modo que hoy, cuando vemos a Oswaldo Guillén disculparse y pedir perdón a la comunidad cubana por los daños que pudieron haber provocado sus torpes declaraciones, una no hace más que cerrar los ojos y repasar lo que han sido estos 13 años de Hugo Chávez y sus cadenas de radio y televisión aderezadas de anécdotas, mentiras e insultos contra el otro, sin detenerse jamás a pensar que en verdad somos mortales, y que nadie en esta vida está exento de recibir el fruto de lo que alguna vez sembró.

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