Esta acción vandálica no puede considerarse como un hecho aislado realizado por un grupo de militantes anarquizados, sino como parte de una política de terrorismo de Estado que se promueve desde las altas esferas del gobierno nacional. Así lo han demostrado los jerarcas del PSUV, quienes se han solidarizado con la conducta asumida por estos delincuentes con camisas rojas. Son los esbirros de nuevo cuño encargados de la represión no oficial en contra de todo aquel que no comulgue con el miserable proyecto del vocinglero de Miraflores. Su accionar nos retrotrae a las camisas negras de Mussolini, también conocidos como los Fasciitaliani di combattimento o squadristi, quienes fueron usados para sembrar la violencia y la intimidación en la Italia fascista.
Sin sorpresa hemos visto cómo los voceros del régimen han hecho suyo el perverso libreto goebbeliano de "Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad".
Así, el ministro Tareck El Aissami manifestó que "lo sucedido en Cotiza es otra payasada de la derecha", por su parte Diosdado Cabello afirmó que "los señores de la oposición quieren generar violencia ante la poca convocatoria que tienen en los actos de calle", culpó a la oposición y libró de responsabilidades a su militancia. Basta ya de que estos facinerosos sigan mintiendo. Para los oficialistas rojos no existe el debate razonado y democrático de ideas sino la violencia como instrumento para resolver los conflictos.
Aprovechan el miedo colectivo generado por el uso de la fuerza a fin de controlar a la sociedad y así perpetuarse en el poder.
Que el fachochavismo recurra a una violencia protagonizada por el lumpen-proletario no nos debe de sorprender. Lo han hecho en el pasado y lo seguirán haciendo en el futuro. La estrechez intelectual, la elementalidad ideológica y la carencia de un auténtico programa emancipatorio hacen que la violencia, la cultura del odio, la eliminación del oponente ideológico y la sumisión constituyan sus referencias paradigmáticas.
Vivimos tiempos de fascismo, de totalitarismo, tiempos en que militares cobardes y malandros con franelas rojas siembran el miedo y el terror en las filas de quienes nos oponemos a este nefasto gobierno. Nada de marxismo, de protagonismo histórico de la clase obrera, pero sí mucho de Giovanni Gentile y Alfredo Rocco, líderes del fascismo italiano. Esto es un proyecto fascista inspirado en la cruda violencia, el dogmatismo y el simplismo primitivo en el cual se explota a los trabajadores, se manipula a los desposeídos, los adversarios son reprimidos y excluidos y la verdad es expulsada de la sociedad en nombre de un bastardo "Socialismo del siglo XXI" o "Revolución Bolivariana".
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