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jueves, 15 de marzo de 2012

Recordando a Jusepín

OCTAVIO BRICEÑO MONZILLO
optopus65@hotmail.com


Los campos petroleros son asentamientos humanos que no tienen historia, son poblamientos que responde a una sola razón: el petróleo. Una vez agotados los hidrocarburos caen en el abandono y solo quedan recuerdos de la prosperidad y la abundancia en un tiempo ido. Eso ocurrió con Jusepín, fundado en 1938. En los años 60, la Universidad de Oriente ­Núcleo Monagas­ buscaba con urgencia un área para establecer el Núcleo Agropecuario de Agronomía y Zootecnia, el campo de Jusepín llenaba las condiciones para tal fin, existían espacios para los campos de experimentación agrícola y posibilidad de cultivos de pastos para la opción de zootecnia. El antiguo campo petrolero fue entregado en comodato a la UDO Se realizaron algunas modificaciones para el nuevo uso. Las viviendas de los antiguos gerentes sirvieron como residencias a los profesores, eran casas con un acertado diseño americano para el clima tropical, muy cómodas y espaciosas. A los obreros de la UDO les asignaron las casas de los antiguos trabajadores de la petrolera que emigraron a campos cercanos. Se reactivaron los servicios básicos. Jusepín comenzaba así una nueva etapa de su existencia, sus nuevos pobladores eran personas del mundo universitario, investigadores en muchos campos de las ciencias agronómicas y pecuarias, llegando a conclusiones muy positivas al afirmar que algunas de las sabanas orientales no eran terrenos marginales e improductivos, sino potencialmente aptos para cultivos como el sorgo, maní y algunos pastos, siempre que se aportaran algunos nutrientes al suelo.

La UDO permaneció en Jusepín por largo tiempo. Quien suscribe, solicitó permiso a la Universidad de Los Andes (U.L.A.) para trabajar en Oriente y conocer los ecosistemas agrícolas y naturales de aquella región. La vida diaria en el antiguo campo petrolero y luego campus universitario, era cargada de alegría, había gran confraternidad entre aquellos pobladores. Los hijos de profesores y obreros se divertían en pleno campo, no tenían fronteras, vivían y compartían la libertad de los pájaros. Todo iba bien, hasta el momento en que aquellos docentes quisieron adquirir las casas donde habitaban, petición justa de toda persona que piense estabilizarse con su núcleo familiar. No aceptaron la propuesta los antiguos concesionarios, tampoco el Estado; ahí comenzó una migración masiva de los universitarios hacia Maturín. En aquel lugar solo quedaron las estaciones experimentales y en estos tiempos de invasiones, pasaron a un destino incierto. Un nuevo resurgir del antiguo campo petrolero al poner en funcionamiento pozos más profundos, dio a Jusepín una nueva alborada. Me informo del derrame de petróleo ocurrido allí. La desidia, la falta de mantenimiento por parte de Pdvsa, son las consecuencias de uno de los peores desastres ecológicos ocurridos en el país.

Parece que Jusepín sí está sentenciado a morir, es el destino de estos pueblos.

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