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sábado, 24 de marzo de 2012

Joyas de la cocina monaguense

GREGORIO SALAZAR - Tal Cual

La excelencia de la gastronomía criolla se luce en cada época del año. Hay un platillo para cada ocasión y cada región se ufana de su creatividad en la búsqueda de la originalidad y la variedad de los sabores. En una semana estaremos en la temporada de los días marcados por la tradición religiosa, en atención a lo cual nos adelantamos a dejarles estas dos curiosidades culinarias del oriente del país.

El Gato al Pimentón y El Pimentón al Gato son dos exquisitas especialidades de la cocina monaguense que, como hasta el más bobo es capaz de imaginar, en los dos casos lleva como principales ingredientes el conocido felino doméstico (Felis Catus) y el pimentón (Capsicum annuum). No alcanzan en la Semana Santa a la popularidad del pisillo de chigüire o el pastel del morrocoy (platos criollos con los que definitivamente está en contra este escribidor) pero se estima que para la semana mayor que se avecina estarán muy en boga.

Debe tenerse mucho tino a la hora de escoger las piezas principales de estos platillos. El gato debe ser preferiblemente grande, bien provisto de carne, buen maullador pero, ojo, que si contara con buen impulso en sus patas traseras esas facultades saltarinas lo convertirán en un ejemplar de difícil caza y mucha más difícil cocción. Sería entonces un gato muy duro de roer. Es decir, querida ama de casa, mientras más apendejeado esté el gato, más pronto llegará al horno y de allí a la mesa listo para ser servido y engullido.

En lo que respecta al Pimentón debe ser fresco, muy fresco, fresco hasta el caradurismo, retaquito, bien forrado y mientras más rojito mejor. Si usted misma hará la adquisición, escójalo bien rojo-rojito. Y ya que hablamos de adquisiciones, si desea hacer alguna otra, aproveche y pídale asesoría al propio Pimentón, pues es fama que sabe de eso, así como aquella vieja marca de tintes afirmaba en su eslogan que "sí sabe de cabello porque es su especialidad". Ese ahora, sépalo, es un slogan obsoleto y que no surte efecto publicitario, pues en este país ya todo el mundo sabe mucho de cabello.

Vayamos primero con el Gato al Pimentón. La noche anterior, y mejor si son muchas noches y días anteriores, se macera con hojas de expedientes, tiritos (no tiritas) de Pimentón y ramas de hinojos. Si no se pone de hinojos ni se ablanda hay que apelar a otros métodos non sanctos que nosotros no recomendamos. En la población monaguense de El Furrial usan como fórmula de ablandamiento azotarlo con las mismas hojas de viejos expedientes y una penca de tuna mientras lo adoban gritándole ajos como: ¡Gato traidor! ¡Gato volador! Póngale mucha sal y sobre todo pimienta y visibilidad mediática durante cuarenta y ocho horas seguidas. Si el gato resiste es porque lo amamantaron cuando cachorro con biberones de mezcla de concreto. Se han dado casos.

Una interesante variedad es la introducida por los cocineros barineses, que gustan de reducir el gato a su mínima expresión. El Gato al Polvo Cósmico es un platillo muy apreciado en esa región llanera, lo mismo que el Gato en Vara. Eso sí, se trata de dos platos fuertes al paladar y de difícil digestión, por lo que hay que estar en inmejorables condiciones de salud para degustarlo. Personas de estómago delicadiiito, mejor abstenerse.

Dejemos al Gato macerándose y ocupémonos ahora de ir adelantando la preparación del Pimentón. Colóquelo en una olla mediana con cinco tazas de agua del Río Guarapiche. Dicen los entendidos que si no es con agua de este río monaguense ni queda igual ni ablanda lo necesario. Dele un buen hervor para que pueda retirarle fácilmente la cutícula o piel, porque la idea es dejar al descubierto de dónde proviene el nombre y las cualidades de este fruto que en Venezuela desde tiempos inmemoriales es considerado infaltable en todo guiso. La piel de Pimentón, por cierto, es muy rica en celulosa y otras cosas, mientras que la pulpa tiene grandes propiedades para la hemoglobina y muchas más que no se guardan precisamente en el banco de sangre. De esto saben chefs más versados y exquisitos.

A pepa de ojo se sabrá cuando el Pimentón esté blandito. No habrá necesidad de que usted lo escurra, pues ya ha demostrado extraordinaria capacidad para escurrirse en otros momentos calientes. Tenga a mano lechugas o cualquier ramillete verde en buenas cantidades, con las que combina muy bien, y proceda a rellenarlo si encuentra espacio. Se sirve con maduros y se pasa con jaua mineral. Como se ve, contrariamente a lo que pueda pensarse el Pimentón al Gato no va relleno de este. La receta debe el nombre a su creador, un famoso cocinero maturinés de minino apodo.

Seguidamente colocamos al gato en una bandeja más refractaria que PDVSA a una contraloría y al Pimentón en rústica cazuela de barro rojo. Unos estilan colocarlos juntos al horno y otros por separado. Hay quien sostiene que es lo mismo porque siempre terminarán cocinados en su propia salsa, pero uno y otro se comerán fríos. Me abstendré, pues coincido totalmente con el Gato (Galarraga, porsia) que en Semana Santa lo mejor es un pescadito de mar, pero si es de río que no sea de uno ni revuelto ni contaminado. Buen provecho y hasta la próxima reyerta, ¡perdón!, receta.

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