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domingo, 4 de marzo de 2012

De multas y otros apliques

GREGORIO SALAZAR - Tal Cual

Es curiosísimo el sortilegio por el cual el país lleva varios días mediáticamente atrapado en un anagrama en el que se ensamblan la U y la T, indistintamente del orden en que las pongamos. Si vemos el ritmo de las invasiones promovidas en Miranda, usted teme (UT). Si ve los estragos causados por los derrames petroleros en Monagas, usted tiembla (UT). Si ve los proyectos de leyes que precipitadamente cocinan en las retortas de la revolución (que más que torta, ya es retorta), usted trepida (UT).

Si usted, además, se adentra en las últimas decisiones del TSJ sobre las elecciones primarias, se topa con las doscientas (200) unidades tributarias (UT) que le aplicó (¿es un aplique, no?) un tribunal (UT) a la MUD por no entregar los cuadernos electorales. De esta forma la oposición alcanzó la cualidad de Unidad Tributante (UT).

No hay que confundir, por ningún respecto, la Unidad Tributaria con la Unidad Tributante aunque la justicia revolucionaria (?) se ha encargado de establecer una estrecha ligazón entre ellas. La primera está tasada en 76 bolívares fuertes (?). A la segunda, si pudieran, la destazarían a punta de UT acusada supuestamente de vulnerar "mandatos cautelares".

Volvamos al aplique. En verdad no fue a toda la oposición, sino exclusivamente a la señora Albanes, presidenta de la Comisión Electoral de la Unidad, a quien después de verla defender con tanta firmeza y verticalidad el secreto de la identidad de los electores del F-12, provoca gritarle ¡Urpia, Teresa! (¡UT!).

Se le acusa de haber quemado los cuadernos de votación que la justicia revolucionaria (?) requería. Y uno se pregunta: ¿por qué a ella solita si la MUD es una vasta organización con una estructura extendida por toda Venezuela, con jefes grandes y chiquitos de mucha notoriedad pública? ¿Será que fue ella quien compró el kerosén? ¿Será acaso por haber dicho como en la famosa canción "muchacho, pásame lo fósforo"? ¿O será que fue quien armó la pira y venteó las brasas de los cuadernos hasta en los centros electorales de por allá lejote, digamos la escuela básica "Cosme López Hurtado", parroquia Apurito, municipio Achaguas, estado Apure? Nada, evidentemente porque todo lo que ha hecho, ha salido tremendamente y espectacularmente bien. Y eso se hincha.

Todo estaba muy claro, todo el mundo sabía lo que iba a pasar y por qué iba a pasar. El CNE incluido. Que no se iban a entregar los cuadernos a nadie para conjurar el temor de la ciudadanía a que la incluyeran en nuevas e infamantes listas discriminatorias. Y ese acuerdo lo habían respetado todos hasta que el jefe se molestó, entrepiteando en un asunto que no le viene a cuentas. Luego un telefonazo (UT) para decirle a Tibisay que, a su juicio, se había cometido una gran falta ética, política y legal, violando la sentencia número 66 (¿no le faltó otro 6?) de una sala del "máximo tribunal de la República".

Ocurre que lo que representa para el Supremo Deshacedor un "máximo tribunal", suena a los oídos de muchísimos venezolanos como si les estuvieran hablando de la nunca bien ponderada "guerrilla comunicacional", de una entelequia institucional que no calza los puntos ni siquiera del Colectivo Montaraz, ese que tiene su base de operaciones en Caño Amarillo, pero que afortunadamente nunca se ha visto envuelto en las bellaquerías de otros colectivos, piedreros y demás, lo cual ya es hacer bastante labor de patria.

Doscientas unidades tributarias (quizá porque todo aquí gira alrededor de los bicentenarios) fue la multa a la presidenta de la comisión electoral de la MUD, que equivale a 15.200 bolívares, más de quince millones de los de antes. Nunca una multa debe haber honrado tanto a un ciudadano nacido en este país porque, a todas luces, en este caso constituye una especie de impuesto a la defensa de las libertades y a una amplia gama de los derechos civiles de toda la población. Vaya tributo.

No es tampoco para que parafraseemos el viejo bolero diciendo, "múltame más, que me hace tu maldad feliz", pues son muy capaces, pero evidentemente que la hojita con la fulana sentencia 66 es para tenerla debidamente enmarcada como timbre de orgullo. Y como Teresa somos todos, pues a tres y millones y tantos de electores nos toca un pedacito, del honor y de la multa. Si se le cobra a ella, nos cobran a todos, gesto que de alguna manera se emparenta con aquellos jóvenes estudiantes veintiocheros de la sacalapatalajá. "Si nuestros compañeros van presos, nosotros vamos junto con ellos". En cuarenta y ocho horas se recogieron los reales y parece que sobra para una obra de beneficiencia, pero no tan grande como las propias primarias.

No invirtamos el anagrama porque eso nos conduciría al causante del otro gran tema mediático de la semana. Pero eso, ya de tanto manosearlo y manipularlo, entró al género del culebrón. Una telenovela (UT). Tú comprendes.

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