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CRISTIAN HERNÁNDEZ/ARCHIVO |
Como quiera que los que van punteando no tocan el tema, estos tres personajes han conseguido espacio suficiente para insistir en sus tesis ultra radicales.
Cual última novedad ha aparecido de nuevo la idea de la constituyente, la propuesta de juzgar a Chávez y la trampa que tiene montada el CNE para robarnos los votos. La cosa llega a extremo total cuando se dice que hay candidatos que copian a Chávez, que no confrontan, que son débiles y hasta medio comunistosos por poner lo social como el punto esencial en sus discursos.
Se entiende que Diego Arria ande en eso. El hombre ha vivido afuera mucho tiempo. Pero, que Pablo Medina y María Corina anden montados en semejante estrategia habla muy mal de su capacidad de reflexión y aprendizaje sobre lo que ha ocurrido en Venezuela en estos últimos años.
Estos candidatos olvidan a propósito las derrotas que vivió la oposición en el pasado reciente y que consolidaron a Chávez en el gobierno. No tocan que fue, precisamente por andar de radicales, come candela, que la dirección de la oposición llevo al país a situaciones extremas como el 11 de abril, el paro petrolero y salidas puntuales como la Plaza Altamira. Bajo el mismo discurso que hoy esgrimen estos señores se fue a la abstención, se abandonó la lucha democrática y se inventaron todo tipo de atajos para sacar a Chávez rapidito del poder.
¿Qué ocurre que estos candidatos insisten en hablar de fraude y demás situaciones como si esos temas jamás se hubieran tocado? Ahora resulta que la constituyente, la tesis fundamental del chavismo para expandir su revolución por toda América Latina es la solución a la perdida de autonomía de nuestras instituciones. No puede ser que semejante pretensión pase por debajo de la mesa sin que alguien recuerde que bajo esos lineamientos la oposición fue perdiendo conexión con las grandes mayorías y convirtiéndose en una especie de ghetto de la clase media.
Bajo esas tesis se perdieron espacios en PDVSA, la FAN, etc. Teníamos dos representantes en el CNE y terminamos en uno. Gracias a tanto error la propaganda oficial etiquetó a la oposición como golpista. Ellos que nacieron de la intentona del 4 de febrero pasaron a representar a los auténticos demócratas. Costó pero, en un proceso de discusión intenso, se llegó a entender que en la confrontación ganaba Chávez. Que ese terreno era su mejor escenario y que por eso vivía provocándonos para generar respuestas violentas o exageradas que terminaban siempre favoreciéndolo.
No se habla como debe ser del CNE precisamente por los errores que se cometieron al llamar a la abstención. Hay una duda en el electorado que sembró la propia oposición que el gobierno estimula hasta convertirla en miedo. El tema se convirtió en cuchillo para nuestra propia garganta.
Gracias el cuento del fraude retrocedimos al mínimo en el Parlamento, alcaldías y gobernaciones. Esos espacios se han recuperado porque dejamos de auto flagelarnos y volvimos a confiar en el voto como instrumento de cambio.
Entonces no nos vengan a meter en el mismo hueco del cual tanto nos costó salirnos. Capriles y Pablo Pérez están donde están porque entendieron que no éramos mayoría, que había que dejarnos de hablarnos a nosotros mismos y comunicarse con el país. No es asunto de miedo la estrategia de no polemizar con Chávez. Es evitar entrar en el terreno de las fortalezas del adversario para presentar un perfil de unidad nacional necesario y atractivo, lo suficiente para atraer el voto independiente, de los decepcionados.
Hemos avanzado y podemos ganar porque tenemos en la calle la política correcta. La paz, el progreso, la unidad, la tesis de un gobierno eficaz capaz de resolver tanta botadera de plata. Alguien puede decir que el discurso radical no afecta, que eso es sólo para un grupito, máximo el 12%. Pero, no es tan así. Los candidatos de la oposición han tenido un enorme espacio de medios para exponer sus programas. Esas tesis de débiles y duros han sido escuchadas hasta el cansancio. Pueden sembrar la idea de que todo aquel que venga del chavismo a la oposición tiene que pagar su pecado y arrepentirse. No estamos dejando claro que son bienvenidos. Al contrario aquí los espera un látigo y montón de facturas.
Así es que radicales, duros y demás discursos. Hagan un esfuercito y avancen.
Digan como el Concurso Millonario: " Prueba superada" y ayuden a construir una nueva mayoría.
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