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lunes, 13 de febrero de 2012

Por amor al pueblo

Tal Cual Digital

Por amor desbordado al pueblo se dan golpes de Estado y se acaba con la democracia representativa. Viendo la campaña electoral francesa, para la izquierda, la derecha no ha podido desmarcarse de una tradición política que en las élites grupos privilegiados y egoístas. Para la izquierda, la derecha no quiere al pueblo

PAULA VÁSQUEZ

En el capítulo titulado "El ideario bolivariano y la democracia en la Venezuela del siglo XXI", contenido en el libro La Revolución bolivariana. El pasado de una ilusión, compilado por Alfredo Ramos, Juan Carlos Reyllama define como "demofilia al amor al pueblo, muchas veces meramente proclamado, que no va acompañado por los procedimientos e instituciones de la democracia" (p. 373).

Y argumenta Rey que cualquier forma de despotismo que declare su amor al pueblo pretende ser una democracia con sólo proclamar que sus políticas se dirigen al bienestar de las masas.

¿Cómo hacer para separar el amor al pueblo del amor al poder? En el aparte que Philippe Braud le dedica al amor al pueblo en su libro sobre las pasiones políticas, el autor subraya que en los intelectuales socialistas, el pueblo aparece como un personaje augusto, temible en sus justos estados de cólera pero bueno y abnegado hasta el sacrificio. Esta idea va acompañada de soberano todopoderoso, infinitamente bueno, fuente incomparable de todo bien.

Evita Perón y sus descamisados, Chávez y su soberano. Por amor desbordado al pueblo se dan golpes de Estado y se acaba con la democracia representativa. Viendo la campaña electoral francesa, para la izquierda, la derecha no ha podido desmarcarse de una tradición política que en las élites grupos privilegiados y egoístas. Para la izquierda, la derecha no quiere al pueblo. La izquierda tiene que posicionarse cerca del pueblo y cuando solicita sus votos tiene que mostrar su proximidad. La derecha sin embargo también declara su amor al pueblo a su manera, siempre valorando la valentía y la disposición al sacrificio en estos tiempos duros de crisis. Ambos pues manipulan la sentimentalidad y la emoción, sobre todo en tiempos duros propicios para la búsqueda de chivos expiatorios. "Cuando los políticos dicen que aman, sobre todo piden que los amen", dice Philippe Braud. Es como el enamorado de Barthes que dice "Te amo" para escuchar la multiplicación del eco.

En el anticuado clivaje derecha-izquierda, cuando un candidato promete que va a hacer feliz al pueblo se le identifica con el "progresismo" y teme por las hostilidades que se despertarán en los medios empresariales y financieros. Cada vez se hace más necesario encontrar otros referentes que esta polarización absurda. No caería mal un poco de franqueza, aunque en política sabemos qué es impracticable a cabalidad. Y es bueno recordar por no dejar que por amor al pueblo, Stalin promulgó en 1936 "la Constitución más democrática del mundo".

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